Revista Comunicación

Los 100: el futuro de la humanidad en manos de adolescentes

Publicado el 02 abril 2014 por Anade @Anade

El Arca. Año 97 después de la guerra nuclear. La humanidad, o lo que queda de ella, vive en una enorme estación espacial que llaman “El Arca”desde la que buscan solución al problema más grave que se han enfrentado hasta ahora: el reciclaje del dióxido de carbono. Sin este mecanismo El Arca y los que en ella viven tiene los días contados, concretamente tres meses. En la búsqueda de soluciones, el canciller y los consejeros que forman el pseudogobierno que dirige esta nación sin nombre deciden enviar una misión a la Tierra para comprobar si es habitable y si la humanidad puede volver a su hogar primigenio y así escapar de la posible extinción. Los elegidos, un grupo de cien jóvenes, todos ellos delincuentes, que ante la imposibilidad de ejecutar la pena de muerte que se aplica a los adultos, se han visto confinados a centros de internamiento y ahora son conejillos de indias al servicio de científicos y políticos que saben poco o nada de los que sucede en el planeta tierra. Pero cuando los adolescentes están “de vuelta” en tierra firme, las cosas no van como esperaban y la cuenta atrás para que El Arca sea inservible sigue avanzando.

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Esta es la premisa de la que parte la distopía de la cadena juvenil The Cw, y que el jueves 3 de abril se emitirá en España de la mano del canal de ciencia-ficción SyFy. Basado en el libro homónimo de Kass Morgan, y adaptado para la televisión por Jason Rothenberg, este drama post-apocalíptico tiene los ingredientes propios del género: jóvenes guapos que se mantienen implecables tras sobrevivir a un aterrizaje espacial, amenazas desconocidas que atemorizan a los recién llegados y una peligrosa fecha límite hacia la que el reloj corre inexorablemente. Todos ellos parten en Los 100 de la sorprendente idea de enviar como emisarios, y quizá salvadores, a un grupo de adolescentes inestables y hormonalmente alterados que para más inri son delincuentes, es decir, más peligrosos e impredecibles de lo ya habitual. Brillante idea donde las haya, sí señor. Y como era de esperar, dentro del centenar de criminales nos encontramos con seres dispuestos a todos con tal de no volver a ver a aquellos que los situaron de nuevo en la Tierra, evidenciando así que las intenciones de los emisarios y los enviados son evidentemente diferentes, con el peligro que eso supone para la misión y para los que esperan una respuesta en medio del espacio.

La acción de la serie se sitúa en dos escenarios bien diferenciados. Por un lado, de vuelta a la tierra, tenemos a los jóvenes en los que la humanidad ha depositado sus esperanzas, al frente del cual se sitúan dos seres antagónicos, la “princesa” Clarke y el peligroso Bellamy. Si bien la primera sólo quiere cumplir con la misión que su propia madre, la científica que ideó el plan, le ha encomendado, el segundo sólo quiere destruir cualquier posibilidad de que los habitantes de la estación espacial regresen a la tierra. Y así mientras la rubia y comprometida Clarke Griffin trata de hacer ver lo importante que es seguir el plan diseñado por los científicos, el irritante Bellamy Blake incita a sus compañeros a disfrutar del espacio, el tiempo y el aire que les pertenece, mientras les pide que se deshagan de las pulseras que informan a los científicos de su estado de salud y de la influencia que el medio ambiente tiene en sus cuerpos, que nunca habían soñado con pisar el complejo habitat terrestre. Por otro, en la estación espacial, la acción se situa en las altas esferas políticas de El Arca, con la investigación y las esperanzas de Abigail Griffin, la madre de Clarke, que no cree que la radioactividad sea perjudicial para la vida del ser humano 97 años después de las explosiones, y dos hombres que tratan de imponer sus intereses mientras se fustigan con la premura temporal y sus consecuencias. Al frente del gobierno se encuentra el canciller Jaha, que se niega a asistir a la extinción humana y trata de posponer cualquier decisión radical. A su lado, esperando cualquier oportunidad para tomar decisiones menos contemplativas, se encuentra el consejero Kane, con menos escrúpulos y menos remordimientos que su colega y jefe.

Henry Ian Cusick (Lost, Scandal) e Isaiah Washington (Grey’s Anatomy) encarnan precisamente a estos dos últimos personajes, en un continuo duelo al sol en el que el primero hace de villano y el segundo trata de erigirse como una figura equilibrada , pero que está dispuesto a dejarse llevar por las suplicas y las arengas de la científica Griffin, que como él, tiene un hijo inmerso en la misión. Eliza Taylor (Nikita) y Eli Goree encarnan a sendos primogénitos, a los que acompan otras jóvenes caras conocidas de la televisión como Marie Avgeropoulos (Supernatural), Thomas McDonell (Suburgatory) o Bobby Morley (Neighbours). A pesar de que a Los 100 no le faltan elementos que con un buen desarrollo podrían ser interesantes, como cabría esperar dado el tipo de público al que va dirigido, la producción de trece episodios prefiere centrarse en la acción y el lucimiento audiovisual, mientras se perpetúa en tópicos del género y confía toda su fuerza en el discutible factor sorpresa. Con lo que nos encontramos con un ejercicio de entretenimiento visualmente notable, pero escasamente relevante en su transfondo, pasando a engordar un género televisivo tan digno y necesario como cualquier otro: el del puro entretenimiento carente de pretensiones. Que a veces tampoco viene mal.

 


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