Como habrán visto, nos hemos tomado un necesario parate de publicaciones en este sitio de escasos lectores y nimio talento narrativo: las razones son, por supuesto, las mismas de siempre; desengaños, devaluaciones, desempleo, cervezas tibias, relaciones fugaces, muertes cerebrales…. Pero siempre retomamos, de alguna u otra forma volvemos acá, a escupir esto que con tanta vehemencia e ímpetu sale de lo más profundo de nuestros podridos pulmones. Retomamos, entonces, este breve homenaje a Blizzard.
Nos habíamos quedado con el lanzamiento del Warcraft: Orcs&Humans, que marcó para siempre el destino de la empresa. Al año siguiente Blizzard lanzó otro juego mas para consolas, el anteúltimo de ellos, el Justice League Task Force. Salió para SNES y luego para Sega, siendo esta última conversión, dicen, bastante mala. El jueguito trata sobre una invasión de Darkseid al planeta Tierra y en la cual deberemos, no se por qué, pelear contra los otros miembros de la Justice League para luego llegar a alcanzar a los malosos y al final a Darkseid. Quizás si hubiera prestado atención al gameplay entendería porque los buenos pelean contra los buenos.
Pero durante el 95′ poco importaba que Blizzard haya sacado este olvidable jueguito de peleas, porque los planes de la empresa estaban claramente enfocados en seguir cosechando éxitos de la mano de su recientemente inaugurada saga de Warcraft. Siendo así que casi al finalizar el año, un glorioso 9 de Diciembre, salía a la luz el más maravilloso RTS, que no es otro que el:
WARCRAFT II: TIDES OF DARKNESS
Difícilmente podamos encontrar un RTS que este a las alturas de la joya maravillosa que Blizzard lanzó. Si bien Dune II sigue ocupando un lugar inmenso en mi corazón, no se compara con lo que me genera este titulo. Command and Conquer también tiene lo suyo e incluso en algunos aspectos puede parecer mejor, pero, qué carajos.
Lo que sucede con este juego, creo yo, es que posee una estética alucinante, una música de otro planeta y un repertorio de sonidos y voces hilarantes. Todos los escenarios, personajes, retratos, construcciones y efectos parecen haber sido a mano, dibujados en digital y puestos en un mundo fantástico a combatir. El Warcraft II tiene para mi el mejor apartado gráfico que puede tener un juego.
En esta nueva entrega, los terribles Orcos vuelven a abrir el Dark Portal que une el rojizo mundo de Draeron con las tierras de Azeroth, desatando la terrible Second War, donde nuevamente se enfrentaran las fuerzas de la Alianza (Humanos, Altos Elfos, Enanos y Gnomos) contra la terrible Horda (Orcos, Ogros, Trolls y Goblins). Esta vez los combates se triplican porque ya no solo podemos amasijar a los estúpidos humanos desde la tierra, sino que se incorporan unidades aéreas y navales, llevando la guerra a niveles impensados.
Al momento de salir, yo era demasiado menor como para adquirir bajo cualquier circunstancia los imposibles 24 pesos que salía la versión que se ve en la imagen de arriba, que aun conservo. Por suerte mi hermano mayor tras cientos de ardides difíciles de explicar, logro de hacerse con esa infame suma y adquirimos dicho CD que, en teoría, venía también con la expansión, Warcraft II: Beyond the Dark Portal, que saldría al año siguiente. El Dark Portal era igual al War2, simplemente con más misiones, un tileset nuevo, que corresponde al mundo de Draenor, porque de una vez por todas, al cruzar el infame portal, nos veremos en el oscuro y pantanoso mundo de los orcos. Es aquí donde las unidades de héroes comienzan a formarse, ya que a diferencia de las entregas anteriores donde eran apenas mejores que unidades comunes; aquí los héroes tienen atributos por lejos superiores al resto de las unidades.
Mis recuerdos de la infancia están repletos de tardes enteras amasijando humanos mediante los terribles conjuros de mis Death Knight, siendo Death and Decay, el pináculo de la destrucción y asesinato en masa: si bien dicha magia era análoga a la Blizzard de los magos humanos, mi perturbada imaginación la encontraba mucha más destructiva: bastaba con ver el icono del hechizo, unos cadáveres descomponiéndose, para imaginar la muerte que acecharía a todo aquel que atravesase esa extraña “tierrita” que crujía y regurtijaba. Y hete aquí que los cadáveres del War2 fueron unas de las cosas más sublimes que mi trastornada cabeza podía ver.
No quiero explayarme más sobre este juego porque podría estar, sinceramente, todo el día hablando de sus voces, de cuándo descubrí que los critters explotaban. Solo recordar que en el 97′ salió la merecida versión para Playstation y Sega Saturn, titulada Warcraft II: The dark saga, que contenía la expansión. Las versiones son iguales, no presentan grandes diferencias, salvo que en las versiones de consola se pueden elegir más unidades. Por supuesto que también tenía la versión de consola. También descubrí que una empresa llamada WizardWork Software lanzó varios packs de misiones para War2, autorizados por Blizzard, pero no pude encontrar ni videos y los sitios de descarga me parecieron cuanto menos dudosos.
Si Warcraft: Orcs & Humans fue un éxito de ventas, imaginen el delirio que causó su segunda parte. Blizzard estaba ya en la cresta de la ola y absolutamente nada podía hacer caer a este incipiente gigante de la industria videojueguil. Los noventa fueron la mejor época para ser un jugador pues surgieron los mejores títulos y fue sin lugar a dudas la Edad Dorada de los videojuegos. Todo lo que se hizo después fue una vil copia o acercamiento. Tal es así que a tan solo dos años del primer War, un año del segundo, sale en un 31 de diciembre de 1996 (este año se cumplirá el increíble 20 aniversario) el inigualable y único:
DIABLO
Lo que hizo Blizzard al largar esta nueva joya fue contundente. El mercado de juegos de rol fue siempre muy especifico, estando copado generalmente por todo lo relacionado a Dungeons&Dragons y sus monumentales sistemas de reglas y universos inmensos. Sin embargo, dichos juegos no son aptos para todo el público: tienen que gustarte específicamente ese tipo de jugabilidad, un tanto lenta, compleja, entramada y de cientos de caminos distintos para tomar.
Pero Blizzard ya había descubierto algo importantisimo: sabía cómo crear mundos, poblarlos de situaciones, y que los jugadores se zambullan en él, perdiéndose en las canaletas de la adicción digital. Por alguna razón, la empresa adquirió una compañía llamada Condor y la renombró como Blizzard North y bajo ella publicó el Diablo.
Muchos jugones, entre los que me incluyo, conocimos el maravilloso mundo de los RPGs modernos gracias a Diablo, hecho por el cual mi curiosidad y adicción me llevo luego a conocer otros increíbles títulos como Baldur’s Gate, Fallout, entre cientos que se me escapan. Diablo fue sin lugar a dudas el puntapié inicial para el piberio delirante, que gustaba de las armas medievales, los conjuros destructivos y de destrozar zombies y esqueletos por doquier. A los grandes sabelotodos del rol, el Diablo les parece una basofia,porque es de un subgénero un tanto denostado por esa nefasta tribu urbana: el hack’n’slash, donde lo que más prima no es tanto el rol sino el mata-mata. Y en eso, Diablo es el rey, sin lugar a dudas.
Al igual que con el War2, al Diablo lo gané de todas las formas posibles habidas y por haber. Una vez tuve la dicha de conseguir un arma poderosisima en el segundo nivel de la Catedral, una locura atómica llamada Gnarled Root: fue la única vez que gané el juego con un arma que conseguí tan tempranamente y no cambié en toda la partida.
Lo difícil del Diablo era la parte que si era de rol. Es decir, los magos no aprendían los hechizos al pasar de nivel, sino que debían encontrar los libros que dropeaban los monstruos o se encontraban en bibliotecas; los guerreros y rogues también podían hacer magias ya que al ponerse puntos en Magic, alcanzaba para poder leer algunos libracos. Además, había ciertas quests que bien podrían o no aparecer en nuestra gesta, de no aparecer algunas misiones, nos complicaban el acceso a suculentos items.
En el 96′ Internet era algo que comenzaba a figurar en el boca a boca en todos lados. Por estos lados, las conexiones dial-up saturaban las lineas telefónicas ganándonos roscazos de nuestros viejos que querían usar el teléfono y se encontraban primero con ese ruido infernal y luego con una cuenta a pagar de la san puta. Muchísimo antes de Steam y de cualquier otra plataforma de gaming online, Blizzard lanzó, junto con el Diablo, Battle.net, una de las primeras plataformas para jugar por internet.
La primera versión de Battle.net tenía poquísimas opciones, y solamente estaba enfocada como punto de encuentro para los jugadores que querían experimentar la posibilidad de jugar Diablo en multiplayer. Pero para aquellos que no vimos ni siquiera el icono del primer Battle.net, apareció como salvación la versión de Playstation del Diablo y todo fue mágico. No existe juego cooperativo en la PSx mejor que el Diablo: lo más complicado era guardar la partida, que ocupaba 12 monstruosos slots de las memory card que contenían 15 espacios. Pero eso no era problema,porque se podía guardar el personaje, que ocupaba un solo slot y jugar siempre desde 0 con un personaje super equipado y polenta.
Al año siguiente salió una expansión que conocí muchísimos años después, el Hellfire, que fue desarrollado por Sierra Online, bajo licencia de Blizzard. Agrega un par de mapas más, bosses, y tres personajes nuevos: el monje, el barbaro y el bardo. Lo jugué solo una vez y lo gané. Es un gran juego pese a no ser 100% Blizzard,porque sigue con la misma esencia y además, por supuesto, transcurre en Tristram.
Lo que recuerdo con suma impotencia es el final del Diablo. Luego de todo el derrotero de atravesar la Catedral, las Criptas, las Cuevas y llegar al mismísimo Infierno para matar de una vez por todas al Diablo, nos encontramos con que nuestro personaje no entendió absolutamente nada del argumento, incluso menos que yo, un simple infante que apenas sabía leer: al aniquilar al Señor de las Tinieblas, nuestro personaje no tiene mejor idea que hacerse el poronga y contener el alma de Diablo en su cuerpo… la frustración que me aconteció al ver dicha cinemática fue terrible.
Tras año tras otro de éxitos rotundos, Blizzard decide, en el 98′, cerrar una etapa a la que nunca jamás volvería: larga el The Lost Vikings 2 para SNES, siendo este título el último que la empresa largaría para las consolas hogareñas. No voy a ahondar en el tema, porque el post ya se hizo incansablemente largo y quiero terminar de una vez por todas. Busquen un gameplay u otra review por ahí, que para eso está internet.
Lo importante es lo que viene a continuación, es decir, lo que sucede en el año 1998. Es una fecha clave para Blizzard pues, sin más preámbulos, sale el:
STARCRAFT
Con la salida de Starcraft, Blizzard terminó de crear su Santisima Trinidad de Videojuegos, que empezó con Warcraft y siguió con Diablo. Por supuesto que probablemente al momento de encarar el Starcraft, no se imaginaban lo que el destino les depararía, pero eso no importa.
El juego comenzó a desarrollarse a partir del 95′ y en la E3 del 96′ mostraron una especie de demo. El público reacciono como el culo, porque lo que se vio fue un Warcraft 2 modificado: básicamente intentaron crear el juego con el mismo motor gráfico.
Por suerte los craneos de Blizzard se dieron cuenta que de seguir con esta bosta, todo se iría al carajo. Tiraron todo a la basura, crearon un motor de gráficos nuevo y largaron el Starcraft, uno de los RTS más premiados,jugados y amados por toda la comunidad de gamers. Es quizás el primer juego RTS que la rompió en modo multiplayer: gracias a que estaba disponible en Battle.net, se armó una gigantesca comunidad de jugadores; por estos pagos eso no sucedió pero si se lograron generar grandes comunidades de lan-parties que disfrutaban de esta space opera de asesinatos.
Todo lo que estaba bien en Warcraft II fue mejorado en Starcraft. Si algo aprendieron a hacer los de Blizzard fue contar historias sublimes y plasmarlas en misiones, cinemáticas, héroes y escenarios. Starcraft es una obra de arte que aprovecha las mejoras gráficas de la época, la experiencia de los desarrolladores y la mística que la empresa estaba generando. El juego nos mete de llleno en un mundo plausible, lejano pero a la vez un tanto cercano, con una tierra colapsando y un inminente ataque alienigena. El diseño de las misiones, el entramado de la historia y los videos de las mismas te meten de lleno en el juego en un nivel nunca antes visto.
La caída de los humanos por parte de los Zergs y la transformación de la héroe humana en líder de la colmena Zerg es un tema fascinante, que dicho sea de paso, será retomado en el Warcraft III. Todo esto es alucinante y si les digo que con el video final de los Protoss se me escapó más de un lagrimón, no les miento: Blizzard se lleva todos mis sentimientos. Debido al éxito absoluto, el juego tuvo una expansión ese mismo año, llamada Brood Wars.
Podría seguir explayandome, pero ya llevo varias horas ocupado en este posteo. Quería finalizar con la trilogía de Blizzard y así lo hice. Espero terminar con los posteos sobre Blizzard antes de que cumpla 30 años, hecho complicado.
Hasta luego,
Esteban.