No es oro todo lo que reluce. Y en términos de productividad personal menos; muchas veces lo que aparenta ser una persona altamente productiva resulta ser todo lo contrario.
Este hecho es especialmente grave en personas con responsabilidades, que tienen a su cargo un equipo, ya que no solo le afecta a uno mismo, sino a todos los que dependen de él. Es muy triste cuando los miembros de este equipo descubren la verdad, ven que sobretodo han sido ellos los que han salido perjudicados y que, por si fuera poco, habían asumido como propio el problema la baja productividad del conjunto.
Hay comportamientos habituales en líderes que son síntoma de una baja productividad, son muy normales y fácilmente reconocibles; comportamientos peligrosos y destructivos que aparecen como una reacción para tapar las propias incapacidades.
Estos, a primera vista, parecen las fortalezas del líder pero realmente son todo lo contrario, son sus principales debilidades. ¿Cuáles son?
Lo saben todo: siempre hablan, y cualquier tema a discutir siempre termina en las mismas historias, sus historias, sus vivencias, herencias de un pasado que hoy ya no tienen ningún valor. Hables de lo que hables, siempre terminas en el mismo sitio, en un monólogo inaguantable. No necesitan ni nada ni nadie, conocen todo y a todos.
Siempre están ocupados: los trabajos con responsabilidades siempre conllevan muchas tareas y muchas horas de dedicación. Pero no es síntoma de buen líder el estar siempre desbordado. Cuando pides una cita con él, nunca encuentra un hueco y aprovecha para explicarte todo lo que tiene que hacer. No te has preguntado nunca que, si está tan ocupado, ¿cuando tendrá tiempo y predisposición a pensar en las estrategias a largo plazo? o ¿cómo tomará las decisiones si va tan acelerado?
Los demás siempre lo hacen todo mal: este es el programa que llevan predefinido, no les interesa el éxito de los demás. Se centran en los problemas, en la parte negativa de lo que se les plantea. Ellos siempre lo harían mejor, no sea que alguien destaque y lo ponga en entredicho.
Lo triste de todo esto, es qué ni que lo detectes, poco puedes hacer, se puede intentar razonar, hacer propuestas de mejora, pero rara vez funcionan. Lo mejor en estos casos es tener la fortaleza para marcarte tus propios ritmos y objetivos, crearte un ambiente donde tu mismo te puedas regular, pero esta no es una solución definitiva, solo es simple supervivencia antes que te plantees cambiar de trabajo, o bien, si tienes suerte te cambien el jefe.