Revista En Femenino

Los 3 errores más comunes que cometemos en la educación de nuestros hijos

Por Gorka Cavia Fernandez @cfgorka

Grr!

De los 3 errores que voy a hablar está basado en mi experiencia por lo que podéis estar de acuerdo o no. Pero sinceramente espero que os ayuden.

Mi hija era una niña con un comportamiento típico de una criatura que está en fase de descubrimiento. Revoltosa, inquieta y con ganas de descubrir, igual que cualquier niño a edades tempranas. Pero con el inicio de la etapa escolar notamos un cambio en su comportamiento que al principio no me preocupó porque entendí que era consecuencia del nuevo entorno y la adaptación a nuevos compañeros, profesora, normas, etcétera.

Pero a medida que pasaban las semanas su comportamiento se volvía más autoritario, menos obediente, más respondona… y aunque tanto su madre como yo tratamos de corregirlo por nuestros medios no lo conseguimos. ¿

Cuando nos dimos cuenta de que no lo estábamos haciendo bien?

Pues el día que nos reunimos con su profesora para que nos informase sobre el rendimiento de nuestra pequeña. Nos quedamos a cuadros, lo que pensábamos que era un problema puntual de comportamiento vimos que era mayor de lo que habíamos estimado. Entonces nos planteamos otra estrategia para la semana siguiente a ver si conseguíamos mejores resultados. La problemática se contuvo, no fue a peor que ya era un avance pero nos preocupaba que no fuese a mejor y fue entonces cuando nos dimos cuenta que necesitábamos consejo de un profesional. Cogimos el listín telefónico y buscamos psicólogos infantiles en nuestra zona, encontramos 2 profesionales y nos pusimos en contacto con ellos para concertar una cita y que nos diesen dos opiniones sobre nuestra problemática y poder valorar cuál nos convencía más. Tras esa primera cita nos decantamos por uno de ellos. Aunque aún no hemos vuelto a tener ninguna sesión más su valoración del problema y las pautas que nos dio para solucionarlo nos ha ayudado muchísimo.

Hablemos ahora de los 3 errores:

  1. El que mucho abarca poco aprieta.

Cuando tienes una problemática de comportamiento que se produce de forma generalizada en cualquier actividad que se realice, bien sea jugando en el parque, aprendiendo en clase, a la hora de comer, de recoger o cualquier actividad del día a día tendemos a querer solucionarlo todo a la vez y con la misma técnica, los castigos. Mediante los castigos queremos hacerle entender a nuestros pequeños que lo que hace no está bien. Pero es un error querer solucionar todo a la vez. Por ejemplo cuando quieres ponerte en forma, tenemos que mejorar nuestra alimentación, hacer deporte, cambiar hábitos de una forma gradual para que sea efectivo. Pues en este caso también, debemos marcarnos unas situaciones a corregir siendo realistas de que podemos cumplirlas y volcar todos nuestros esfuerzos en ellas.

En nuestro caso elegimos 4:

  • El tono de voz. Una de las cosas que nos parecía más urgente era corregir la forma de dirigirse a los demás a la hora de pedir las cosas o simplemente de llamar nuestra atención. El modo autoritario que utilizaba generaba mucha tensión por lo que cada vez que lo utilizaba le hacíamos saber que no nos gustaba que nos hablase de esa forma y que si quería que la hiciésemos caso debía hablarnos en un tono más agradable. Evidentemente nuestro tono de voz al decírselo era el que queríamos que usase ella. En un solo día ella misma se corregía el tono de voz.
  • Recoger los juguetes. Después de trabajar aún quedaban muchas cosas por hacer en casa, tanto mi pareja como yo trabajamos fuera de casa y al igual que miles de parejas con pequeños nos faltan horas en el día para poder atender la casa, a los pequeños, el trabajo y descansar. Por esta razón decidimos que nuestra pequeña tenía que colaborar en casa. La pusimos una sola norma, puede jugar con lo que quiera pero tiene que recogerlo todo cuando se acabe el tiempo de juego, en caso de que no lo recoja todo, esos juguetes quedarán guardados durante unos días no podrá jugar con ellos. Se lo explicamos y acto seguido lo pusimos en práctica. En unos días ella misma recogía el juguete con el que se había cansado de jugar antes de sacar otro, así evitaba que no le diese tiempo a recoger todos al final del tiempo de juego.
  • Aceptar la ayuda ofrecida. Al igual que muchos niños, nuestra hija tiende a demandar más atención de su madre. Es su preferida para que la ayude en todo, desde bañarse hasta comer pasando por vestirse. Esa demanda cuando es alta y se suma a la jornada laboral y a las tareas domésticas pues satura, más pronto que tarde en mi opinión. Por lo que le explicamos que como ya era mayor (3,5 años) pues que a partir de ahora cuando necesitase algo si su madre estaba ocupada o me lo pedía a mí o nadie la ayudaría. En apenas unas horas y con la ayuda de la impaciencia que acompaña a nuestras criaturitas aceptaba mi ayuda cuando su madre estaba ocupada. No os voy a engañar es la actitud que más nos está costando porque recae prácticamente a diario pero le recordamos las normas y lo asume enseguida.
  • Y por último, Implicación en las tareas del hogar. Aunque pueda parecer que con 3,5 años es una edad muy temprana para que ayude en casa puedo aseguraros que en nuestro caso ha sido un cambio a mejor extraordinario. Quitarse los zapatos y guardarlos en su sitio, recoger su plato y cubiertos y llevarlos al fregadero, llevar su ropa sucia al tendedero se ha convertido en un entretenimiento para nuestra pequeña porque lo hacemos en familia y para ella es una forma de pasar más tiempo con nosotros. Por eso os animo a que en vez de mandarles a jugar mientras nosotros ponemos la colada, vaciamos el lavavajillas o pasamos el aspirador lo hagáis con su ayuda. Se lo pasan genial separando la ropa blanca, la negra y la de color para hacer las coladas o pasando el aspirador y el atrapa polvo mientras cantáis la canción de sus dibujos animados preferidos. Además de divertirse les refuerza la autoestima porque no sólo están haciendo cosas de mayores con papa y mamá, es que además lo hacen solos y genial.
  1. Comunicación verbal.

En muchas ocasiones damos por sentado que nuestros pequeños entienden por qué les regañamos o les castigamos. He comprobado que en muchas ocasiones no es así. A veces la única forma inmediata de parar su mal comportamiento es mediante un castigo  pero debe ir acompañado de una conversación del tipo: ¿Sabes por qué te he castigado? Seguro que os sorprenderéis  de sus respuestas. Es esencial que entiendan porque les hemos castigado  para lograr evitar los castigos, si no entienden porque se les ha castigado difícilmente podrán corregir el comportamiento que lo ha motivado.

  1. Refuerzo positivo.

Haz el siguiente ejercicio. Piensa durante unos minutos cuantas veces le has dicho a tu hijo que cosas ha hecho mal.

¿Ya lo tienes?

Ahora haz lo mismo para recordar cuantas veces le has dicho lo que ha hecho bien.

Esas cifras hablan por sí solas.

Como en tantos aspectos de la vida en esto también tiene que haber un equilibrio.

Foto:  Luis Marina


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