Revista Coaching

Los 3 Mitos Sexuales Más Destructivos

Por Kheldar @KheldarArainai

Lo que Jordan Gray tiene que contar sobre el sexo podría derrumbar todo lo que sabes sobre el deseo en los hombres. 

Los supuestos sociales sobre cómo funcionan sexualmente los hombres están dañando sus vidas mucho más de lo que podrías pensar.

Veo clientes en un régimen semanal que piensan que, porque a veces no quieren tener sexo con sus parejas, eso les hace menos masculinos. Quiero decir, ¿no se supone que deberían excitarse y estar listos para el sexo en cuestión de unos instantes?

Cuando dejamos que la sociedad, la televisión o los medios establezcan lo que es normal en nuestras vidas sexuales, todos salimos perdiendo.

Estos son los tres mitos que más daño hacen acerca de la sexualidad masculina.

1. Los hombres quieren sexo a todas horas

De lejos el más generalizado entre los mitos peligrosos. Los hombres han sido creados con el comando dominante de estar cachondos y dispuestos 24/7.

Las ramificaciones negativas de esta creencia son abundantes…

Los hombres se sienten emasculados cuando no se involucran en el sexo tan frecuentemente como su pareja quiere que lo hagan…

Las mujeres pueden sentir que algo está mal en ellas o en su relación (después de todo, si a él le gusta tanto el sexo, ¿por qué no le apetece hacerlo ahora conmigo?)…

Y ambas partes se lanzan al sexo más deprisa de lo que ambos podrían querer porque asumen que “es lo que hay que hacer, ya que al parecer me/le gusta tanto el sexo…”

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Cuando nos tragamos esta creencia, impedimos a las personas reconocer su libido individual, y darse cuenta de lo que sienten sus cuerpos en cada momento. Dejamos que la cultura tome las decisiones por nosotros.

He tenido incontables clientes masculinos que se sentían infinitamente culpables porque tenían que, o bien cortar el rollo a sus parejas cuando no estaban de humor, o tener sexo igualmente aunque no querían hacerlo realmente. Y sí, aunque dejarse llevar por el “sexo rutinario” puede en ocasiones convertirse en un buen momento inesperado, ignorar tu propio deseo y tus emociones puede sentar mal precedente y drenarte de autoestima con el tiempo.

Así que, chicos… Si no tenéis ganas de tener sexo en ese momento, o preferís esperar a acostaros juntos durante semanas o meses en esa relación antes del sexo porque no os sentís preparados… Está permitido.

Tú tomas tus decisiones, y tú sabes lo que te hace falta para sentirte feliz. Ya sea tener sexo a todas horas, con cierta frecuencia, escasamente o nunca… La decisión siempre fue tuya.

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2. El Sexo y las Emociones están separados para los hombres

Muchas personas creen que para un tío el sexo es únicamente sexo. Varias de mis amigas más cercanas (que saben que trabajo con hombres en relación a sus problemas emocionales y sexuales) me han preguntado: “¿Tiene realmente el sexo algún significado para un hombre?”

La creencia de que “los hombres son menos emocionales y por tanto se sienten menos apegados durante el sexo” es tan infundada que cuesta escoger por dónde empezar a abordarla.

Dado que es una cuestión difícil de abordar en un estudio, no hay pruebas fehacientes de que los hombres sean más distantes emocionalmente durante el sexo (o en ningún momento de sus vidas) en comparación con las mujeres.

Pero una de las cosas más sorprendentes que aprendí de mis primeros días como coach de relaciones para los hombres fue, simplemente, lo frecuente que era el pensamiento de “Si no tengo una conexión emocional con la mujer con quien me acuesto, prefiero no estar en esa situación.” Y sí, es probable que los hombres que se sienten inclinados a leer mis artículos tienen un nivel de inteligencia emocional sutilmente más elevado que el de una muestra promedio… Pero a lo largo de la última década no he trabajado con un solo hombre que sintiera verdaderamente que el sexo no tenía ninguna conexión emocional implícita. Todos quisieron siempre que tuviera significado.

Conozco hombres que se sienten apegados tras dormir con alguien una única vez; hombres que han llorado después del sexo, cuando una inesperada ola de emociones les alcanza en el post-orgasmo; y otros que han rechazado a docenas de potenciales parejas sexuales porque sintieron que no había suficiente conexión más allá de la atracción física.

Los hombres pueden ser menos emocionales en algunos sentidos o mostrar sus emociones de otra manera, pero para ellos (y para todo el mundo), el sexo es casi con total seguridad un acto que mejora en compañía de una sana conexión emocional con tu pareja.

3. La Adicción Sexual no existe

Hay muchos que creemos que la adicción al sexo es irreal… Y si de verdad existiera, entonces todos los hombres en el planeta se verían afectados por ella (recuerda el punto #1).

A pesar de ser una enfermedad relativamente joven (y de no ser técnicamente un desorden oficial, puesto que no se ha añadido al Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders o DSM), ha sido objeto de un gran escrutinio por la sociedad en su conjunto.

Se han dado muchos divorcios de famosos en los últimos años que mencionaron la adicción al sexo como uno de los motivos para la ruptura. Y a pesar de que los críticos de los medios se burlaban diciendo “Ya… Quieres demasiado sexo, ¿y eso es un problema? Anda ya.”; la adicción al sexo es un auténtico desorden que afecta a muchos hombres (y mujeres) en todo el mundo.

La adicción al sexo (como todas las addiciones) tiende a ser un mecanismo de compensación para alguien que tiene una profunda herida emocional que todavía no ha curado. Ya sea un sentimiento de vergüenza o resentimiento desde la infancia, una antigua pareja de la que no han pasado página todavía, o una necesidad siempre creciente de certeza (con profesionales del sexo) o variedad (con pornografía); la adicción sexual afecta la vida de bastantes personas. Y a través de sacarlo de la luz pública y deshonrar su existencia, solamente hacemos más daño a quienes lo sufren al conseguir que se sientan mal por solamente pensar que debe haber algo estropeado en ellos.

El Daño de la Deshonra Sexual

La variedad de la sexualidad humana es asombrosa y está más allá de toda medida.

Algunas personas tienen un nivel promedio más elevado de deseo sexual, y otras tienen un nivel más reducido. Algunas personas tienen más inclinación por el poder y el control, mientras que otras anhelan un ritmo más lento, con más mimos y cercanía. Y muchas otras prefieren todo lo anterior en distintos momentos a lo largo de sus vidas sexuales. Nada acerca de la sexualidad se puede encuadrar en un concepto limitado.

Alfred Kinsey dijo una vez que “El mundo no debería dividirse entre ovejas y cabras. Ni todas las cosas son negras, ni todas las cosas son blancas.”

Contemplar el mundo a través de la lente de que “los hombres tienen mayor libido y las mujeres tienen menor libido” es engañarse con la perspectiva de un constructo social que te limita a ti, que limita tu vida sexual, y limita el crecimiento de la humanidad en general.

Originalmente publicado en Jordan Gray Consulting

Foto principal: Flickr/Robert Bejil

Segunda foto: Flickr/See-ming Lee

 Comentarios de Sergio:

A mi parecer este artículo va a servir para abrir los ojos y arrancar los velos a muchas personas.

Quien me conoce bien sabe del dicho familiar que siempre repito: “si hay pulso, hay ganas”. Y si bien es cierto, también hay que tener en cuenta que muchas veces hay algo superior a esas ganas. Que en ocasiones, hay más ganas de otra cosa y se ponen por delante en la jerarquía de intereses, apetitos y necesidades. Que a veces simplemente prefieres reposar.

Y que a veces, las ganas se extinguen.

No será tampoco extraño que algunas personas puedan relacionar conmigo todo lo que ha contado Jordan en este texto. También llevo cerca de una década trabajando en ello, y también he observado las mismas situaciones, tendencias y dudas. También he visto personas afectadas por no poder ir más allá del sexo casual y su deseo de una relación más profunda y/o estable.

Por supuesto, también se ha cuestionado si a mí me importan las mujeres que pasan por mi vida sexual y sentimental. Si me afectan de alguna manera. Si me aportan algo.

O si no estoy simplemente confundido, o matando las ganas antes de sentar cabeza.

Todo lo que puedo decir es lo mismo que ya ha dicho Jordan: tenemos el deber de darnos cuenta de lo que nos llena más, de aclarar y definir lo mejor posible aquello que nos hace felices… Y el derecho de pedirle eso a la vida, y a quien nos acompaña en ella.

Algunas personas aceptarán. Otras no.

Algunas personas tomarán ejemplo. Otras evitarán ser como tú.

Pero en mi opinión, todos nos merecemos esta oportunidad para ser auténticos. Esta vulnerabilidad y valentía de mostrar nuestros deseos, en la creencia de que así será más fácil cumplirlos.

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Yo vivo la vida que (en estos instantes) me hace feliz. Y por supuesto, eso puede variar.

En cualquier momento. Por circunstancias muy variadas… Pero así es la vida.

¿Qué hay de ti? ¿Sientes que has perpetuado estos prejuicios tan peligrosos? ¿Crees que alguna vez has podido hacer daño a alguien por aferrarte a ellos? ¿O eres más bien del grupo que no creía en ellos?

Comparte tus experiencias y reflexiones, si lo deseas, a través de los comentarios.


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