Revista Coaching
Cuando Krista me llamó acababa de hacer una gran inversión de dinero en un programa educativo para ejecutivos que le permitiría cambiar de trabajo. A pesar de tener una remuneración muy alta en su país había decidido que quería establecerse por su cuenta como consultora, aunque al principio pudiera suponer renunciar a parte de la remuneración. Sin embargo, le descubrieron una enfermedad importante, y un amigo le recomendó que diese unas sesiones conmigo porque aunque hacía unos meses que había terminado el programa, y por más que intentaba salir de la inercia en la que se encontraba de acudir a su trabajo actual, el que pagaba las facturas, no encontraba la manera de iniciar un negocio que le permitiría trabajar por su cuenta. Además el otro trabajo le requería mucho tiempo, y trabajaba unas 12 horas al día, lo que (ella reconocía) era perjudicial para su enfermedad y la agravaba.
Lo primero dijo Krista es la frase que más oigo a los clientes: "Es imposible que trabaje menos, no puedo reducir mi carga de trabajo, y consecuentemente el número de horas que le dedico".
En realidad se trataba de un solo tema: decidir y priorizar. Decidir qué era más importante para ella (la primera respuesta, por supuesto, fue todo). Pero después de un proceso para ayudarle a tomar y valorar las decisiones, todo de repente se aclaró ante sus ojos y empezó a ver sus opciones, que una detrás de otra le parecían obvias e incluso le pareció fácil decidir entre ellas. Detrás de la dificultad de decidir había un tema puramente emocional: tenía un trabajo en un mundo muy masculino, con muy pocas mujeres a su nivel, y estaba acostumbrada a decir que podía con todo para que no la vieran como "la chica". El problema es que su cuerpo pensaba de otra manera.
Y es que el eslabón perdido a la hora de tomar una decisión, como casi con todo, es la emoción que hay detrás y de las redes creadas a su alrededor.
El primer obstáculo para tomar una decisión es el miedo. Tenemos miedo de que tomar una decisión va a ser un hecho irreversible. La solución es ver la decisión como una forma de salir del estancamiento emocional y energético (se gasta mucha energía pensando en que hay que tomar una decisión si no se toma) y también como un experimento. Por ejemplo, al tomar la decisión de posponer, mientras su salud se recupera, el establecerse por su cuenta, no significa que si en unas semanas se siente más fuerte y con ganas empiece a plantearse y a trabajar para independizarse de su trabajo actual.
Segundo obstáculo: Darle muchas vueltas, es decir, rumiar. Posiblemente lo que consigas es considerar los mismos argumentos una y otra vez, que tu cerebro, como sabe que es importante para tí tomar la decisión, te presenta delante una y otra vez como un perro que no quiere soltar la presa, y que te dice: decídete ya. Por eso se vuelve tan incómodo, es una señal de que te muevas y no sigas estancado, pero a veces lo interpretamos como que tenemos que pensarlo más, aunque no vaya a cambiar nada.
Tercero: No priorizar. ¿Qué es realmente importante para tí? ¿Y para tu familia? ¿Tu salud? ¿Tus jefes? (¿estás seguro de que tus jefes son importantes para tí?)
Su cambio fue espectacular. Tuvimos la sesión a las 10 de la noche hora suya, y decía todo el tiempo que estaba cansada. Y al terminar la sesión dijo que tenía tanta energía que no se lo podía creer teniendo en cuenta que llevaba todo el día trabajando. Esa noche tomó muchas decisiones. Al día siguiente tomó ella sola muchas más, y además de las técnicas que aprendió en esa sesión decidió usar su experiencia para hacerse un programa de cosas que quería cambiar. Por ejemplo dejar de ver a gente que no la apoyaba. Decidir ser feliz cada momento del día. Durante el día darse tantos descansos como quisiera (al fin y al cabo trabajaba un montón de horas) cada vez que se encontrara triste o angustiada para usar las técnicas (dos de ellas del Método Sedona). Cinco días más tarde su productividad había aumentado un 50%, las decisiones que tomaba eran más efectivas, y sobre todo, todo el mundo le decía la buena cara que tenía además de sentirse mejor y tener más energía.
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