Revista Historia

Los 500 de Vara de Rey

Por Exprimehistorias

Joaquín Vara de Rey y Rubio (Ibiza, 1840 –Santiago de Cuba, 1 de julio de 1898), fue un militar y político español, héroe de la Guerra de Cuba por su defensa del fortín de El Viso.

El 1 de julio de hace 120 años el general Joaquín Vara de Rey defendió El Caney, Santiago de Cuba, una pequeña posición defensiva con 550 hombres, sin artillería ni ametralladoras.

Bajo su mando tenía a 500 hombres mas un puñado de voluntarios, (391 miembros del Regimiento de infantería de la Constitución, 41 del de Cuba y 95 voluntarios)hombres que llevaban 10 meses sin recibir paga alguna y alimentados diariamente con un puñado de arroz hervido, un poco de aceite, café y aguardiente.

No hacía mucho, había ordenado un pedido que no fue atendido, de alpargatas para sus hombres, cuyo calzado y uniformes se encontraban ya en estado deplorable. La falta de medios y la precariedad eran una constante en las tropas españolas de Cuba y Filipinas.

La posición escogida por Vara de Rey para dirigir la defensa del enclave fue el fortín «El Viso», una construcción de la Guerra Grande (1868-1878) y ubicada sobre un montículo.

Además, las tropas españolas también contaban con seis blocaos (construcciones defensivas de madera) distribuidos en torno a El Caney:

Norte, Río, Asia, Matadero, Izquierdo y Cementerio.

Con el fin de dificultar aun más el avance yanqui también cavaron líneas de trincheras, desplegaron alambradas de espino y abrieron aspilleras en las casas y la iglesia.

El quinto cuerpo del ejército norteamericano atacó Santiago de Cuba con el general Henry Lawton al mando de 6.899 hombres contra El Caney.

Encontrándose ya cerca del Caney, el ejército se dividió en tres brigadas. Como señala Puell de la Villa, la 1ª (dirigida por Ludlow) se ubicó al sur del enclave español, la 2ª (general Miles) en la retaguardia de la anterior y la 3ª (comandada por Chaffe) en el nordeste.

El general español no se rindió, sino que decidió resistir. Los norteamericanos creyeron que los españoles huirían ya que los norteamericanos les superaban en número, pero a las nueve de la mañana ya había quedado claro que los españoles se preparaban para resistir.

El propio Vara del Rey iba por las trincheras animando a sus hombres. Lawton calculó que la toma del El Caney le llevaría no más de un par de horas.

Se equivocaba, no conocía el valor de los soldados españoles. Le llevó doce, lo que convirtió a Vara de Rey en un héroe nacional, a pesar de que él lo ejecutaron cuando lo retiraban de la línea de fuego en camilla al resultar herido en ambas piernas.

El general herido fue ejecutado en su camilla bajo el fuego de los rebeldes cubanos. Sus camilleros abandonaron el cuerpo. Este tipo de ensañamiento de los insurrectos sobre los militares heridos fue bastante común durante la guerra de Cuba.

Como evidencia tenemos la tristemente famosa práctica de “enguasabar” a sus prisioneros, y hasta los actos contra los supervivientes españoles que lograron alcanzar la costa a nado desarmados, tras el hundimiento de sus buques en la batalla naval de Santiago.

Aquellos desdichados que sobrevivieron el hundimiento y quema de sus buques, e incluso a los tiburones, fueron atacados a machetazos por grupos de mambises que los esperaban en las playas.

La resistencia era ya inútil y los pocos defensores que quedaban, 84 de los 550, se retiraron ordenadamente hacia Santiago dirigidos por el Teniente Coronel Puñet. Dos semanas después, España perdía oficialmente Cuba.

“… El valor de los españoles es magnífico. Mientras las granadas estallaban en la aldea o explotaban contra el fuerte de piedra, mientras la granizada de plomo barría las trincheras buscando cada aspillera, cada grieta, cada esquina, los soldados de ese incomparable Vara de Rey, tranquila y deliberadamente, continuaron durante horas alzándose en sus trincheras y arrojando descarga tras descarga contra los atacantes americanos. Su número decrecía y decrecía, sus trincheras se llenaban de muertos y heridos, pero con una determinación y un valor más allá de todo elogio, resistieron los ataques y, durante casi doce horas, mantuvieron a raya en inferioridad de diez a uno, a unas tropas americanas tan valientes como nunca recorrieron un campo de batalla…”.

Sargento Mayor Herbert Howland, veterano de El Caney en su libro “The campaign of Santiago de Cuba”

El Journal de Nueva York.

Los 500 de Vara de Rey

“Después de la retirada del general Vara de Rey y de la toma del fuerte, que fue el que más resistencia hizo, los americanos se retiraron sin siquiera entrar en el pueblo; sólo quedó la Cruz Roja recogiendo a los soldados americanos heridos, y diez o doce soldados del 8º Regimiento custodiando a los prisioneros y heridos españoles del fuerte, e igual número del 22º de Massachussets en las sabanas al oeste de El Caney, por donde pretendió retirarse Vara de Rey, donde también quedaron custodiados 20 oficiales y soldados españoles, todos ellos heridos. De la muerte de Vara de Rey nada se supo aquella noche.

Al día siguiente, armado de mi inseparable cámara fotográfica, salí muy temprano para El Caney con el propósito de tomar algunas vistas fotográficas del pueblo. Cerca de unos matorrales, vi un grupo de cadáveres: seis hombres, tres caballos y una mula.

En el centro, había un hombre de barba canosa, boca arriba, sin sombrero y sin armas. (…) Al aproximarme a este grupo, volaron algunas auras (una especie de buitre) que ya habían comenzado su festín, pero una, más atrevida que las demás, quedó picoteando las órbitas, aún abiertas, del general Vara de Rey.

Aquel cuadro me pareció que pintaba gráficamente los horrores de la guerra, detuve mi caballo y, sin apearme de él para no espantar el pájaro, saqué una instantánea de aquel triste espectáculo, cuya fotografía fue enviada aquella misma noche a Nueva York, y publicada en el “Journal”. (…)

Entre los oficiales estaba el capitán Romero, comandante militar del Caney, herido en el pecho; el hermano de Vara de Rey, en el vientre, muy grave (murió a los pocos días) y varios otros cuyos nombres no recuerdo.

El capitán Romero, a quien después visité en el hospital de Santiago, y que más tarde vi embarcarse para España ya fuera de peligro, puede ser testigo de todo lo que voy a repetir. Manifestó que él cayó herido cerca del general Vara de Rey.(…)

Del sargento Cunningham conseguí los detalles de como había sucumbido heroicamente el pequeño grupo que acompañaba al general Vara de Rey: al verse copados por el 22º Regimiento de Massachussets, habían preferido morir peleando antes que rendirse. Allí no se hizo un solo prisionero que no estuviese herido.

Al día siguiente, volví a visitar El Caney, y viendo el gran número de cadáveres que en sus alrededores aún permanecían insepultos, les indiqué a los moradores que no solamente por humanidad, sino por la salud de ellos mismos, debían enterrarlos.

Los más cercanos recibieron sepultura en las trincheras de los fuertes, que hacía poco habían defendido con tanto vigor, y los más distantes a la población, como el del general Vara de Rey y otros, en el sitio en que cayeron. (…)

Estaba en el pueblo del Caney aquel día, oí gran fuego de fusilería en dirección a Santiago y como los corresponsales de guerra teníamos que andar siempre a caza de nuevos sucesos, abandoné el ya pacificado y abatido pueblecito de El Caney.

Volví a pasar por el sitio en que aún permanecían el general Vara de Rey y sus compañeros. Las auras, en mucho mayor número, estaban concluyendo su festín. Aquel cuadro era realmente triste y recuerdo que el hecho de ver abandonado a un valiente general español sobre el suelo de Cuba y a merced de las aves, fue para mi presagio tremendo de como quedaría pronto abatido y en ruinas el poder secular de España en América.”

Honoré François Lainé, periodista y corresponsal de guerra del Journal de Nueva York.

Los restos mortales de Vara de Rey

Algunos oficiales de alto rango, incluyendo al Coronel Pedro Echevarría, Vicente Mestre Amabile y otros fueron a verificar la identificación.

Se sabe que el entierro fue hecho bajo un árbol gigantesco conocido como El Marañon, El Anacardo de Vara del Rey. Allí es donde el cuerpo fue encontrado por la comisión española que, después de cinco meses, vino para exhumar su cuerpo.

El 9 de noviembre de 1898, después de exhumado e identificado el cadáver del general Vara de Rey por la comisión especial española que vino con ese objeto, el cadáver fue embarcado en el vapor Purísima Concepción.

Los norteamericanos elogiaron el valor del general rindiéndole honores militares, y permitieron el traslado de su cadáver a España, donde fue sepultado en el cementerio de La Almudena, en Madrid, España.

Dos monumentos existen de este héroe español:

Ibiza

Después de su muerte la prensa local sugirió que Vara de Rey podría haber nacido en Ibiza. El alcalde buscó su partida de bautismo y casi a la vez le nombraba Hijo Ilustre.

En el año 1900, hubo un movimiento de los ciudadanos de Ibiza, en pro de la consecución de fondos, para erigir un monumento al general Joaquín Vara de Rey.

Participaron todos los gremios de tenderos, payeses, marineros, militares y funcionarios. Era un reconocimiento al héroe de la batalla de El Caney , en las posesiones españolas en la isla de Cuba.

Al poco la Regente María Cristina y el Consejo de Ministros aprobaron aportar nueve toneladas de bronce para hacerle a Vara de Rey un monumento en su ciudad natal, que inauguró Alfonso XIII el 25 de abril de 1904. El monumento es una obra escultórica de Eduard Batiste Alentorn.

Lo cierto es que el citado personaje, no tenía otra relación con Ibiza, que el hecho de haber nacido en la isla por casualidad.

Los bloques de piedra para la construcción del pedestal fueron traídos desde Montjuic, por el vapor Julio. Unos 25 bloques, de los cuales uno de ellos pesaba 8 toneladas, siendo todo un espectáculo su descarga en los muelles. Un problema que surgió fue, la rotura de la bascula y la cabría, utilizada para su manipulación, la que tuvieron que reparar.

Madrid

Los 500 de Vara de Rey

Dicho monumento es una obra en bronce de Julio González-Pola y García (Oviedo, 1864 – Madrid, 1929). Ubicado en el parque en la confluencia de la Avenida Ciudad de Barcelona y del Paseo Reina Cristina, inaugurado un 11 de junio de 1915 por los reyes.

La plaza del General Vara de Rey

Antiguamente era conocida como Cerrillo del Rastro y posteriormente Plaza de Antonio Zozaya. Es un espacio ubicado en el centro de Madrid en la zona central de El Rastro. En 1941 recibió el nombre de plaza del General Vara del Rey.

La plaza se encuentra demarcada al oeste por la calle de Carlos Arniches y al este por la Ribera de Curtidores, siendo una vía de acceso a la calle de Toledo. Al estar inmersa en la zona de influencia del Rastro, es invadida cada domingo y festivo por puestos de venta de ropa de segunda mano.

El edificio más importante de la plaza es la Casa Matadero del Cerrillo del Rastro que alberga a comienzos del siglo XXI unas dependencias del ayuntamiento.

Otras acciones de Vara de Rey

Además de Cuba, Vara de Rey combatió en las rebeliones cantonales de Cartagena y Valencia, y en la Tercera Guerra Carlista, y que sirvió como Capitán General de Filipinas y Gobernador de las Islas Marianas.

De regreso a España se le asignó la comandancia de la guarnición de Ávila hasta abril de 1895, cuando se presentó voluntario para servir en Cuba.

Fue nombrado comandante militar de Bayamo y mandó el regimiento que luchó en la Batalla de Loma de Gato, en la que los españoles acabaron con el cabecilla rebelde José Maceo. Debido a su brillante actuación fue promovido a brigadier general.

El general Vara de Rey recibió la Cruz Laureada de San Fernando a título póstumo por su heroica actuación. También fue concedida la Laureada Colectiva al 1º Batallón del Regimiento Constitución Núm. 29, al que pertenecían sus hombres.

La familia Vara de Rey es la más laureada de nuestra historia militar.

Hasta cinco miembros de esta familia han sido galardonados con esta condecoración al valor, en diversos conflictos:

  • Joaquín Vara de Rey y Laget (1782-1856)
  • Joaquín Vara de Rey y Calderón de la Barca (1816-1876)
  • Joaquín Vara de Rey y Rubio (1841-1898)
  • Carlos Martínez-Vara de Rey y Córdoba de Benavente (1901-1959)
  • Miguel Martínez-Vara de Rey Córdoba.

Así mismo, hasta nueve miembros de esta familia han caído en combate.

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