Revista Música
Duermes plácidamente en un sueño tan pesado que te cuesta abrir los ojos, cuando por fin los abres la luz te nubla la visión, todo ha cambiado, los objetos de formas redondeadas ahora son irregulares, no sabes cuanto tiempo estuviste en esa situación, si serían segundos, minutos, meses, años, pero tus huesos están cansados de ver amaneceres grises, el sol de verano anula tus sentidos, la lluvia tan deseada oscila en un baile incesante de máscaras expectantes.
Y tarareas una canción de hace años y te mueres de sed y no estás en el desierto, miras al infinito esperando que el cielo se abra, lo rozas con tus manos cálidas y de repente eres tan feliz que te entran ganas de llorar y te preguntas por qué y ya sólo quieres volver al instante anterior olvidarte de tu miedo, de tus huesos congelados y concentrarte en los abrazos, en los latidos de su corazón acelerado, en el tacto de sus manos enlazadas con las tuyas, en el horizonte de sus miradas al infinito, traspasando barreras invisibles de límites imposibles, tan extraños.
Grita!, ya nos pueden oir shhhhhhhhhh!