Hace ya un tiempo que frecuento una residencia de ancianos, el primer día que fui allí y entre por aquella puerta, mi mundo se vino abajo, me encontré con gente en un estado pésimo, y me parece totalmente comprensible que las familias no se puedan hacer cargo de ellos, por el trabajo que da. Pero además me encontré con algunos, que lo único que necesitan es cariño, por parte de quien sea, y es allí cuando te das cuenta de que con un simple gesto, o un simple saludo puedes alegrarles la existencia a aquellos ancianos tan, tan adorables. Día tras día iba viendo como algunos familiares venían a visitar a su correspondiente madre, padre, abuelo, tío, amigo... y me sorprende que siempre son los mismos. Se te cae todo encima, cuando ves algunos que no reciben ni siquiera una visita, y pasan totalmente desaprecibidos. Y es en este punto cuando comprendes que, por muy mal que parezca que estén, por muy ida que tengan la cabeza, los sentimientos siempre permanecen, una mirada, un gesto, un beso, un abrazo, cualquier cosa realizada con cariño para ellos se vuelve un mundo. Por eso he decidido titular a este artículo: "Los abuelos también tienen sentimientos", porque parece que hay veces que se nos olvida, que ingresar a tu familiar en una residencia de ancianos no implica olvidarle, al revés, implica tener que visitarle mucho más, para que no se sienta solo y abandonado.