Ahora que estamos celebrando los 600 años de la creación del Condado de La Pernía, quisiera hacerle un pequeño homenaje recreando algo que considero tan connatural a esta zona como su mismo nombre: los ajuérjanos.
Mi contacto con este fruto tuvo lugar en la infancia, desde entonces se me quedó grabado el olor, la forma y el sabor tan característico. Nos lo comíamos con tanto gusto que era un motivo de alegría la llegada de su maduración. Pasaron muchos años y perdí la noción de todo menos del nombre. Un día estaba con mi hermano a la altura de la fuente de Los Casares y me preguntó señalándome una flor: "Sabes que es esto?". Al no recibir respuesta contestó: "son los ajuérjanos". Comenzó a cavar con una navaja y efectivamente, salió un ajuérjano. No pudimos encontrar mas ni ese día ni los días subsecuentes. Al cabo de dos años, de nuevo nos encontramos a la altura de "Los Ponzos", y de nuevo me señaló otra planta que, para él era, con toda seguridad, un ajuérjano. Pero, oh sorpresa, luego de rodearla cuidadosamente con la navaja, no apareció por ninguna parte. Todavía excavó dos plantas más que tampoco tenían fruto. Parecía inexplicable. A raíz de esto me quedó la idea de que dicha maravilla podría estar en vías de extinción, mas, para mi fortuna, cuán equivocado estaba.
En la primera parte del año 2009, y con las características del color y la forma bien definidas y memorizadas. encuentro junto al río Pisuerga un campo lleno de flores blancas al final de un tallo largo y delgado y asombrado delibero: "¡¡ no serán ajuérganos...!!!". Comienzo la averigüación y, efectivamente, me encuentro con que el prado tenía un 80% de este maravilloso tubérculo.Luego voy constatando que casi toda la Pernía estaba igual. Nuestro encantador ajuérgano había vuelto para quedarse.Proclamo el ajuérgano como el fruto escondido. emblemático y representativo del "Condado de Pernía".
La veta artística de Luis Guzmán la hereda de su padre, importante folklorista. Y como él tuvo la atinada revelación de recopilar canciones pernianas que de otra forma se hubieran perdido para siempre. Al conmemorarse los 700 años del Condado de la Pernia, debería hacerse un monumento al hombre que tuvo la visión de rescatar y preservar la cultura musical de nuestros pueblos. Con su cuaderno de música fue escribiendo en el pentagrama la inmensa riqueza de ritmos y tonalidades, de sentimientos e interpretaciones del mundo rural de la montaña palentina. Qué no daríamos nosotros por contar con lo que la gente perniana de hace 700 años comían, cantaban, cómo celebraban sus fiestas, cómo era un día para ellos, cuáles eran sus faenas, qué utensilios usaban, qué hacían los domingos, sobre qué temas versaban sus conversaciones, cuáles eran sus necesidades y preocupaciones, etc. Quizás nunca lo sabremos pero lo que no desaparecerá será la cultura musical, las tradiciones folklóricas, las canciones y bailes populares, gracias a este hombre prominente, trabajador incansable, sagaz , lúcido y sacrificado observador de las costumbres de su tiempo, habilidoso para transcribir en notas las melodías y ritmos de las canciones, para capturar en su esencia natural las voces privilegiadas y puras de la gente de La Pernía. No quiero aquí mencionar los premios, homenajes y concursos ganados por el que fuera maestro de Tremaya, Luis Guzman. Y lo más maravilloso es que lo tenemos todavía vivo.