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¿Los alimentos orgánicos, o ecológicos, son veganos?

Publicado el 24 julio 2021 por Josephdelapaz

La entrada ¿Los alimentos orgánicos, o ecológicos, son veganos?, escrita por Joseph de la Paz apareció por primera vez en Vitamina Vegana.

¿Y si te dijeran que tu ensalada vegetal no es vegana? ¿Qué problema hay con la agricultura ecológica? ¿Qué alternativas tenemos? ¿Y qué significa vegánico?

A menudo se asocia la dieta vegana con alimentos orgánicos o ecológicos.

Esto de debe, por un lado, a que mucha gente confunde el veganismo con un estilo de vida saludable. Pero si bien aporta muchos beneficios para la salud humana, la esencia del veganismo consiste simplemente en el rechazo de la explotación animal.

Por otro lado, en la comunidad vegana muchas personas suelen fomentar el consumo de alimentos ecológicos y otras prácticas saludables. Pero debe quedar claro que la comida vegana no tiene por qué ser orgánica.

De hecho, si queremos rechazar la explotación animal, quizá deberíamos excluir de nuestra dieta los alimentos ecológicos…

Es curioso. Muchos veganos critican y rechazan determinados productos como el aceite de palma o las vacunas (con buenos motivos), pero pocos ponen en tela de juicio la comida ecológica y el daño que implica para los animales. 

¡Qué fastidio! Como si no hubiera ya bastantes restricciones… Pero al menos, puede que este artículo te ayude a ahorrar dinero si dejas de comprar comida ecológica u orgánica…

¿Son veganos los alimentos orgánicos? ¿Es ético su consumo? Antes de analizarlo, un aviso: la conclusión no será tajante. La decisión quedará en tus manos.

¿Cuál es el problema de la agricultura ecológica para los veganos?

Primero, una pequeña aclaración semántica: uso indistintamente los términos “orgánico” (más común en América latina) y “ecológico” (España). En algunos países europeos, a estos alimentos los llaman “bio”.

¿Qué puede ser no vegano en una simple lechuga o un tofu etiquetados como ecológicos?

El principal problema, a nivel ético, es el uso de fertilizantes de origen animal en la agricultura orgánica. En estos cultivos, la inmensa mayoría de los abonos provienen de la explotación animal:

  • Estiércol, purín y gallinaza: excrementos descompuestos de vacas, cerdos, gallinas y otros animales, a veces mezclados con paja.
  • Harina de sangre: en los mataderos desangran a los animales y se recoge su sangre, luego se procesa y se deshidrata hasta obtener un polvo rojizo.
  • Harina de huesos: huesos de animales triturados
  • Restos de cuerpos: ¿Te preguntaste alguna vez que hacen con los pollitos machos triturados en la industria del huevo? También a los animales que mueren antes de llegar al matadero los trituran para obtener fertilizante orgánico.
  • Harina de pescado: peces capturados, no aptos para consumo humano o enfermos, triturados.
  • Plumas, cáscaras de huevo y otros restos de animales, generalmente molidos.

No estamos hablando de un pequeño agricultor que aprovecha los excrementos de sus vacas para abonar el huerto que tiene al lado. Se trata de todo un negocio para la industria ganadera, que recoge los excrementos y los restos de animales, para luego procesar, empaquetar, vender y distribuir estos productos.

La agricultura ecológica es un cliente seguro y recurrente de la ganadería. Así pues, el sector de la alimentación orgánica supone una importante fuente de ingresos que permite a los ganaderos aumentar sus beneficios, reducir precios, expandir la explotación o invertir en más propaganda a favor del consumo de animales.

¡Qué paradoja! Podríamos estar rechazando el consumo de leche de vaca pero luego comer un plato de verduras regadas con la sangre de esa misma vaca…

Harina de sangre fertilizante organico natural

¿La agricultura convencional es más ética?

Por otro lado, está la agricultura moderna cuyo único objetivo es maximizar sus beneficios, a sabiendas del enorme precio para el medio ambiente y a costa de producir alimentos cada vez menos nutritivos y saludables.

El cultivo convencional de alimentos utiliza enormes cantidades de fertilizantes y pesticidas sintéticos que contaminan el medio ambiente. Se estima que millones de animales, principalmente insectos, pero también aves y pequeños mamíferos como roedores y erizos, pierden la vida a causa de estas sustancias.

La agricultura convencional es un sector gigantesco que perjudica al planeta y a sus habitantes. Referirme a ella en términos de ética me resulta incómodo, la verdad. La pregunta se debería formular de otra manera, más concreta y pragmática: ¿cuál es el mal menor?

¿Qué tipo de agricultura causa menos daño a los animales?

Es un tema complejo y existen varios factores a tener en cuenta.

Fertilizantes

A nivel de fertilizantes, no hay duda. 

La agricultura ecológica utiliza principalmente abonos procedentes de la explotación animal. Es dinero que va a parar a la ganadería. En la agricultura convencional, se usan fertilizantes sintéticos que implican daños medioambientales. Los abonos de origen animal están prohibidos. 

Pesticidas

La actividad agrícola también se cobra la vida de numerosos animales. 

Los métodos convencionales usan grandes cantidades de pesticidas sintéticos, letales para muchos insectos, aves y pequeños mamíferos. ¿Cuántos? Es difícil estimarlo, y existen incluso voces que argumentan que el daño es mucho menor del que se cree.

En los cultivos ecológicos, los plaguicidas sintéticos suelen estar prohibidos y se usan sustancias extraídas directamente de la naturaleza. A menudo, se requiere una mayor cantidad para lograr el efecto deseado, lo que provoca también, en definitiva, un gran número de “víctimas colaterales”.

Destrucción de hábitats naturales

El impacto medioambiental de la agricultura también afecta a los animales destruyendo y reduciendo su hábitat natural. Igual que defendemos los derechos de peces, gallinas, cerdos y otros animales explotados, debemos también tener en cuenta y respetar a los animales silvestres.

La agricultura convencional ha creado enormes extensiones de monocultivos que destrozan el paisaje natural, empobrecen los suelos y contaminan las aguas.

En la agricultura orgánica suele haber más biodiversidad. Pero en general se obtiene una cosecha menor por m2, y por tanto se necesita un terreno mayor para abastecer al mismo número de personas. Y aunque no se trate de los desoladores monocultivos, las tierras habilitadas para los cultivos ecológicos sustituyen y transforman otros ecosistemas para beneficio humano.

¿Y la salud?

Además del impacto directo o indirecto en otros animales, es importante y legítimo preguntarnos qué alimentos son mejores para nuestra salud.

Los alimentos ecológicos son considerados más sanos; al menos yo siempre lo había pensado. Pero resulta que no está tan claro. Diversos estudios ponen en duda que haya una diferencia significativa. 

En realidad, el sector de la alimentación orgánica es muy heterogéneo. La calidad nutricional depende mucho del origen particular de cada alimento o producto ecológico. Por lo general, la cosecha de un pequeño agricultor local debería ser más saludable que otras opciones también etiquetadas como orgánicas.

monocultivos

50 sombras de “ecológico”

Aunque señalo las prácticas no éticas de la agricultura orgánica, no tengo duda de se trata de un movimiento que nació fruto del idealismo, con las mejores intenciones, para poner en nuestra mesa alimentos más sanos y cuidar el medio ambiente.

Hoy, sin embargo, los intereses comerciales se han apoderado del etiquetado y controlan la mayoría de este sector. Lo que empezó como un movimiento idealista se ha convertido hoy en un sector del negocio de la alimentación que sólo aprovecha el mensaje ecologista para expandirse y aumentar sus ganancias.

Además, las regulaciones varían según el país o incluso la región.

Por eso, cuesta generalizar. El sello “ecológico” u “orgánico” representa toda una amplia gama de prácticas y enfoques diferentes. Aunque todos compartan la misma etiqueta, no existe un sólo tipo de alimento orgánico. Quizá no haya 50 tonos distintos, pero sí hay unos cuantos y a veces las diferencias pueden ser significativas.

El jardín de Maggie: una experiencia personal

Hace varios años, conocimos a Maggie, visitamos su huerto en el pueblo vecino y empezamos a comprarle de vez en cuando. Recuerdo que mi pareja se quejaba de que sus verduras eran bastante feas, y la buena de Maggie nos explicaba que la cosecha realmente ecológica es así…

Unos años más tarde, Maggie abrió una pequeña verdulería. Vendía los productos de su huerta pero también, cada vez más, la cosecha de otros agricultores ecológicos de la región. Recuerdo que una vez, con mis hijas, me sorprendí de lo bonita que era toda la mercancía expuesta…

Un año más tarde me enteré de que Maggie había vendido su negocio a una empresa, y ésta tenía planes de abrir más sucursales de “El jardín de Maggie”…

Esta anécdota refleja cómo el sello “orgánico” se va alejando poco a poco de su origen. Y nos recuerda que podemos elegir alimentos ecológicos por motivos de salud y de respeto al medio ambiente, pero quizá el precio no siempre valga la pena. 

Y no me refiero al precio en euros, pesos o dólares (que también), sino a los animales.

vacas explotadas en agricultura

¿De Guatemala a guatepeor, o de la sartén al fuego?

La agricultura convencional aplica métodos artificiales y agresivos para alimentar a un número de bocas sin precedente en la historia. Además, una gran parte de estas bocas son de animales explotados. Estas prácticas dañan el medio ambiente, matan animales y producen alimentos quizá menos saludables.

Por otro lado, la agricultura ecológica podría ser menos nociva para el medio ambiente y la salud humana.

Desde una perspectiva vegana, con la liberación animal en mente, la mayor diferencia entre estos dos sistemas agrícolas consiste en el origen de los fertilizantes. Los alimentos orgánicos se cultivan con abonos de origen animal.

Estos fertilizantes son una gama de productos más de la industria ganadera para generar ingresos, como las carnes o los lácteos.

Hace bastantes años, visité un kibutz que sobresalía por su innovación en la construcción de viviendas ecológicas a base de barro y materiales reciclados. Nos hicieron un tour de varias horas, y en cierto momento, llegamos a la lechería y vimos centenares de vacas… Mi anfitrión se rió y dijo: “Aquí producimos estiércol; la leche es un producto colateral”. En aquel momento me reí con él. 

Pero hoy ya no me hace ninguna gracia.

estiercol en la agriultura ecologia
Imagen: Ian Barbour, CC 2.0

Sangre, sudor, lágrimas… y mierda

Por desgracia, cada vez que compramos una verdura ecológica, estamos transfiriendo un poquito de nuestro dinero a la ganadería. Ojalá fuera de otra manera. Pero las cosas son como son. 

La gran mayoría de alimentos ecológicos está vinculada a la explotación animal, a base de sangre, sudor y lágrimas —y mierda— de los animales.

La alternativa tampoco es especialmente atractiva. Además, se trata de la misma agricultura que vende soja y cereales baratos a la ganadería para engordar a los animales.

Ante este panorama, con dos opciones tan problemáticas, sería genial contar con una tercera vía, ¿verdad?

Vegánico: alimentos veganos y orgánicos

Para evitar las consecuencias negativas para los animales, tanto de la agricultura convencional como de la ecológica, la solución ideal sería cultivar nuestra propia comida. Sin embargo, la mayoría de nosotros no puede tener su propio huerto, y esta opción, por desgracia, no es muy realista.

Pero existe otra posibilidad.

En los últimos 25 años se está desarrollando un movimiento nuevo. Se llama Veganic, o en español, vegánico (vegano + orgánico). Es la solución al problema ético que acabamos de ver: la alternativa vegana a la agricultura ecológica.

El movimiento vegánico aplica métodos ecológicos que no requieren explotación animal y minimizan el impacto negativo de la agricultura humana en los animales de otras especies. Al no depender de la ganadería, su impacto medioambiental es menor. Además, ya hay datos que indican que la cosecha obtenida con este enfoque vegano supera en productividad a la agricultura ecológica no vegana.

En algunos países anglosajones ya existen varios productores de alimentos vegánicos. En el mundo de habla hispana hay unos pocos. Todavía es un fenómeno minoritario pero depende de nosotros que crezca y vaya sustituyendo las prácticas actuales. 

Sin duda, éste es el modelo de agricultura ideal para un mundo vegano. Su previsible expansión será una buena noticia para todos. Pero mientras tanto, seguiremos ante el dilema de elegir entre dos sistemas que chocan con nuestra voluntad de respetar a todos los animales, sean de la especie que sean.

agricultura veganica

El veganismo y la agricultura ecológica

El veganismo aboga por un estilo de vida que excluye, en la medida de lo posible, cualquier forma de explotación animal

Aprovecharse indirectamente de la explotación, fomentándola, contradice la esencia del veganismo. De ahí que el consumo de alimentos ecológicos u orgánicos sea tan problemático. 

Por otro lado, algo tenemos que comer, y la alternativa disponible también perjudica a los animales. “En la medida de lo posible…”

Cada cual elegirá lo que considere mejor. 

Para mí, el vínculo entre la agricultura ecológica y la explotación animal es tan directo que no puedo ignorarlo. No quiero contribuir ni un céntimo más a la ganadería y no quiero alimentarme más de vegetales que se nutrieron de los restos de animales explotados.

Mi intención no es difamar los alimentos orgánicos, sino poner sobre la mesa —sobre tu pantalla— una relación de las que apenas se habla. 

Al igual que con las vacunas, creo que mantener un debate abierto, honesto y responsable es importante y positivo, a la larga, para el éxito del movimiento vegano.

Hacerse vegano quizá requiera cierto esfuerzo al principio, como cualquier cambio de hábitos. Pero ser vegano no es difícil. La convicción de actuar correctamente lo hace fácil.

Sin embargo, la explotación animal corrompe un montón de aspectos, a menudo insospechados, de nuestras vidas. Y no siempre existe una solución perfecta a nuestro alcance. Aceptar la idea de un veganismo imperfecto es clave para poder hacer lo máximo que podamos. 

Sólo así lograremos avanzar hacia la creación de un mundo sin especismo, sin esclavitud y sin explotación.

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