A medio camino entre la costa y las altas montañas, hacemos una breve parada en Štanjel, un pequeño pueblo fortificado en lo alto de un cerro con vistas a las tierras vinícolas que lo rodean.
Después de un ligero picnic, cogemos el coche dirección Goriška Brd, región vinícola con fotogénicas colinas de aires toscanos coronadas con pequeños pueblos e iglesias y salpicadas de viñedos y cipreses.
Además de pueblos con encanto como Kanal, con un puente sobre el río Soča, o Šmartno con una fortificación de piedra que lo rodea y una torre del siglo XVI, la región es ideal para hacer catas de vino en alguna de las bodegas o simplemente tomar una copa de vino en la vinacoteca Hiša Marica de Šmartno acompañada de pršut y quesos locales con estupendas vistas a las colinas y viñedos del Brd.
La zona de Velika Korita ( Gran Garganta) es una de las más transitadas y hay quien se atreve a darse un baño o tirarse de cabeza en las heladas pozas. El sendero es de poca dificultad, un paseo agradable que cruza puentes colgantes sobre el río.
En Trento empieza una carretera alpina que conecta Kranjska Gora con el valle del Soča. Son 50 curvas cerradas y espectaculares que llegan hasta el paso de Vršič hasta alcanzar los 1611 metros de altura.
Esta maravilla de la ingeniería se construyó durante la I Guerra Mundial a manos de prisioneros de guerra rusos motivo por el que se la conoce como ruska cesta (carretera rusa).
Bajando, de camino al camping, paramos en la encantadora localidad de Kobarid. La oferta gastronómica es amplia y con mucho producto local y fresco. En Hiša Polonka ofrecen platos típicos eslovenos: tabla de quesos locales, jugoso cordero al horno, njoki con ragú de cordero y frika, un plato tradicional de los pastores eslovenos que consiste en una especie de tortilla hecha con patatas, queso tolminc, manteca de cerdo y cebolla (ligerito). De postre hay que probar el kobariški štruklji, unas empanadillas dulces rellenas de nueces y pasas bañadas en mantequilla.
Viernes 11 de agosto
A poca distancia del centro de Tolmin, está la entrada más meridional al Parque Nacional del Triglav, en la bonita confluencia entre dos ríos. Una ruta circular atraviesa las gargantas formadas por los ríos Tolminka y Zadlaščica previo pago de 10€ por persona.
A primera hora de la tarde, después de un ligero picnic en el camping, nos acercamos a Kobarid. Allí habíamos quedado con Jan que acompañará a Ariadna en su primer vuelo en parapente sobrevolando el valle del Soča y las montañas que lo enmarcan.
Desde el mismo Kobarid sale una de las rutas más bonitas de la región. Un sendero que parte de la zona de los campings de, aproximadamente, media hora lleva hasta la slap Kozjak, una fotogénica cascada de 15 metros que cae hasta una especie de anfiteatro rocoso formando una poza aguamarina.
Finalizamos el día con un helado en Kravca sladoledna avantura, una heladería self service con helados hechos con leche local y ricos toppings.
Sábado 12 de agosto
El día no comenzó de la mejor manera para nosotros. A pocos kilómetros de Tolmin, en dirección a Bled, escuchamos un estruendoso ruido en la caravana al acercarnos peligrosamente al borde de la estrecha carretera para ceder el paso a un automóvil que se aproximaba en sentido contrario. Habíamos sufrido un pinchazo en la rueda de la caravana en medio de una carretera eslovena, y la situación no se veía nada prometedora: carecíamos de una rueda de repuesto y encontrar un taller especializado abierto un sábado parecía ser una tarea desafiante.
Afortunadamente, una camper holandesa se detuvo y nos prestó la herramienta necesaria para retirar la rueda. Dejamos la caravana estacionada y señalizada en el arcén, luego nos dirigimos a Tolmin con la rueda para intentar resolver la situación. Y tuvimos suerte, mucha suerte. Encontramos un taller especializado en neumáticos en la misma localidad. Aunque estaba cerrado, hicimos una llamada telefónica y el responsable accedió amablemente a abrir para nosotros, proporcionándonos una rueda de repuesto.
Después de superar el contratiempo, continuamos nuestro camino hacia Bled.
Antes de llegar, nos desviamos unos kilómetros para visitar el lago Bohinj. Un amplio estacionamiento a la entrada de Ribčev Laz (10€) nos permitió dejar el coche y la caravana mientras explorábamos los alrededores.
Las aguas de tonalidad verdiazul del lago y la temperatura relativamente cálida hacen de este lugar un destino ideal para nadar, practicar deportes acuáticos o simplemente pasear por su orilla. A diferencia del vecino y famoso lago Bled, el lago Bohinj atrae a menos turistas y más eslovenos locales.
A última hora de la tarde, llegamos al River Camping Bled, un camping excesivamente caro que, honestamente, no justifica su precio. Sin embargo, la escasa oferta en la zona y sus altos costos nos dejaron con pocas opciones. Además, el lugar estaba abarrotado de gente, y algunas caravanas, campers y autocaravanas se vieron obligadas a pasar la noche en el estacionamiento de la entrada del camping. Tal vez la popularidad de Bled como el principal destino turístico de Eslovenia tenga algo que ver en esto.
Un paseo de madera de aproximadamente un kilómetro y medio atraviesa la garganta del río Radovna, ofreciendo vistas de rápidos, cascadas y pozas de un impresionante tono turquesa, culminando en la cascada Šum, de 16 metros de altura. El sendero es circular y placentero en la ida, aunque el regreso desde la cascada puede resultar un tanto pesado y largo, especialmente en días calurosos sin brisa.
El calor resulta insoportable y el camping, carente de cualquier sombra, se asemeja a un secarral alpino. Optamos por disfrutar de un plato de pasta al sol para acompañar a Scott, quien permanece solo durante gran parte del día. Aunque no parece importarle mucho, le proporcionamos un remojón a mediodía para prevenir posibles golpes de calor.
En la tarde, cuando el sol comienza a descender, exploramos Bled por primera vez. El atardecer nos obsequia con vistas espectaculares del lago, con el castillo vigilante, mientras disfrutamos de un gin tonic sentados en la orilla.
Bled se presenta como una auténtica postal, con su lago de tonalidad verde esmeralda, una pintoresca iglesia en un islote, un imponente castillo medieval en lo alto de un acantilado y los imponentes picos de los Alpes Julianos como telón de fondo.
Un agradable paseo de 6 kilómetros rodea el lago, alimentado por aguas termales que mantienen una temperatura de 22°C durante el verano. Gracias a esto, el baño resulta placentero y los deportes acuáticos se convierten en la estrella de este lugar.
Para llegar al islote con la iglesia de la Asunción, se pueden utilizar diversas opciones: la más turística es a través de góndola o bote de alquiler, pero también se ofrece la posibilidad de alquilar una tabla de paddle surf (19€/4h) o incluso llegar nadando. Dado que no se permite el uso de motores, todas las actividades son seguras y relajantes.
A lo largo de la orilla, se encuentran varias zonas de baño con servicios de bar, así como excelentes plataformas de madera y escalinatas que facilitan el acceso al agua. La playa junto al castillo tiene un coste, mientras que el resto son de acceso público y libre.
Al caer la tarde, se recomienda tomar el sendero escarpado y empinado que atraviesa el bosque hasta Mala Osojnoca, desde donde se disfrutan vistas impresionantes del lago con el islote en primer plano. Aunque hay otros miradores a mayor altura, este ya nos pareció divino.
Algunos apuntes sobre Bled:
- Los precios en general son elevados, especialmente en los restaurantes, que suelen estar orientados a los turistas. No obstante, es imperativo probar la especialidad local, el kremna rezina o kremšnita: un delicioso postre a base de natilla de vainilla entre dos capas de hojaldre. El lugar ideal para degustarlo es Slaščičarna Zima, cerca de la zona del castillo
- En la web oficial de Bled, se encuentra una lista de parkings con tarifas por hora que oscilan entre 1,5€ y 6€. Utilizando la aplicación EasyPark, es posible ahorrar aún más, ya que ofrece tarifas por hora más económicas que las oficiales. Además, en días festivos, es posible estacionar de forma gratuita en el parking del supermercado Spar.
Martes 15 de agosto
Las intensas lluvias de la semana pasada dejaron su huella, afectando notablemente la zona de Velika Planina, la cual permanece inaccesible desde entonces. Esta situación nos obligó a modificar nuestros planes y a improvisar, ya que esta visita estaba entre las programadas y era una de las que más nos entusiasmaba.
Al este de Bled, Kranjska Gora, además de ser un destacado centro de esquí, se transforma en verano en un animado enclave para senderistas y ciclistas. Situada en el valle del río Sava, sirve como puerta de entrada norte al paso del Vršič, que cuenta con 50 cuevas cerradas.
En la región, la reserva natural de Zelenci se destaca como uno de los puntos de interés, con humedales y un breve sendero que conduce a un lago turquesa, el nacimiento del río Sava. Este lugar se convierte en un auténtico paraíso para diversas especies de fauna y flora, manteniendo el lago a una constante temperatura de 6°C gracias a sus manantiales que lo alimentan constantemente.
Al sur de la localidad, encontramos un pequeño lago glacial con arena blanca en sus orillas, muy popular entre las familias que se aventuran a darse un baño en sus aguas gélidas provenientes directamente del río Pišnica.
Kranjska Gora ofrece con una buena oferta gastronómica a mejores precios que su vecina Bled. Gostilna Pri Martinu es un buen ejemplo, ofreciendo platos tradicionales como salchicha con chucrut, trucha o patatas rústicas a precios razonables. Como postre, el delicioso mešani štruklji (pastel con queso caliente, dumpling de nueces y miel y una bola de helado de vainilla) deleitará a los más golosos.
Por la tarde, aprovechando las aún altas temperaturas, decidimos disfrutar de un baño en la playa del Centro de Vela de Bled, la cual es gratuita, cuenta con servicios y muy bien acondicionada para el baño.
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