Los Altercados: Indicio de la Peor Distribución de la Renta
Por Jmbigas
@jmbigas
Algunos creen que estamos sentados sobre un barril de pólvora, que podría estallar en cualquier momento. Pero no tienen razón.
Coche incendiado en Hackney (Londres)
(Reuters; Fuente: ElComercio)
Lo que realmente tenemos bajo nuestros asientos es todo un arsenal nuclear. Que, cada vez que (solamente) humea, nos chamusca hasta los pelillos de las orejas.Hace más de un año, a raíz de incidentes sucedidos en algunas ciudades de Francia (parecidos a los que estos días azotan Londres y otras ciudades británicas), ya escribí un artículo sobre esos polvorines en que se han convertido los barrios de muchas de nuestras ciudades. En ese momento, ciudades tan (aparentemente) tranquilas como Grenoble, se vieron azotadas por disturbios y altercados de todo tipo, constituyendo un auténtico desafío a las fuerzas del orden.Estamos viendo estos días imágenes estremecedoras desde Gran Bretaña. Edificios en llamas, algaradas callejeras, con enfrentamientos directos con la Policía, saqueo indiscriminado de tiendas y comercios, y así para adelante. Los mismos días en que las Bolsas se acaban de derrumbar, que la Deuda Pública hay que pagarla a precio de oro, y que la crisis acaba con los ahorros de muchos y hasta con la vida útil de muchos.En las últimas décadas hemos conseguido, en la mayoría de países desarrollados (ni hablemos del resto, por hoy), el mayor nivel de riqueza conocida hasta ahora, pero al mismo tiempo las mayores cotas conocidas de desigualdad en la distribución de la renta. Como cuesta abajo, hasta la m..... corre, en tiempos de vacas gordas todos hemos aprendido a capear esta situación. Un trocito pequeño de un pastel grande puede ser suficiente para saciar el hambre.
Barack Obama, Presidente de los Estados Unidos
Tras su discurso de este lunes, Wall Street se derrumbó
(Fuente: RTVE)
Pero esta crisis infernal ha deteriorado las cosas hasta unos límites ya insoportables. Los recortes progresivos, los ajustes, las medidas, han reducido el tamaño de ese trocito de pastel por debajo de las necesidades de subsistencia. Y la sociedad estalla por todas sus costuras.Hace unos días, el Premio Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz publicaba en Vanity Fair un artículo muy esclarecedor. Analizando a Estados Unidos, la conclusión es sangrante. El 1% de la población detenta el 25% de las rentas totales, y hasta el 40% de la riqueza total, del patrimonio. Unas cifras de escándalo, mucho peores que hace unas cuantas décadas, para el país más rico y próspero de la tierra. La ilustración viva de que la clase media se está quedando desierta, y el mundo está cada vez más polarizado entre Alfas y Epsilones. Entre los que mandan y los sustituibles.En una época donde la riqueza global ha aumentado considerablemente (hasta que esta crisis que vivimos nos ha abierto los ojos de lo efímera que es la alegría en casa de los pobres), la desigualdad en la distribución de las rentas se ha hecho mucho más aguda de lo que ya era. Y, lógicamente, y para mayor escarnio, ese 1% es el que gobierna (directa e indirectamente), y lo hace por y para ese 1%. Con lo que sólo debemos esperar que esa situación tienda a eternizarse y a deteriorarse todavía más.Ahora vemos que Arde Londres (y este martes ya los altercados se han extendido a otras ciudades, como Liverpool, Birmingham o Bristol). Cuando hay mucha gente que ya no tiene nada que perder, cualquier cosa puede suceder. Con estos ingredientes empezaros las mayores guerras de la humanidad. Sin duda los altercados podrán sofocarse con la Policía, los Antidisturbios o las Fuerzas Especiales. Pero eso no va a resolver el problema de fondo, no desactiva el arsenal sobre el que estamos sentados. Sólo lo retarda o lo anestesia.Ante los descalabros financieros con los que cada día nos asustan los noticieros, vemos que las recomendaciones de todos los organismos internacionales van en la misma dirección: recortes, ajustes salariales, reducción de derechos sociales, aumento de impuestos (preferentemente los indirectos, que son los menos progresivos). Los Alfas (llámense FMI, los neoliberales, los neocons, la Escuela de Chicago, o sursum corda) defienden su posición con uñas y dientes, provocando un mayor descalabro de las clases más populares y vulnerables, de los Epsilones. El paro (que no deja de crecer en todas partes; pero que en España es simplemente monstruoso) ataca con especial saña a los jóvenes, que cada vez tienen menos ilusión y esperanza en que este mundo les acoja y sepa aprovechar sus muchas virtudes y capacidades.
Jean Claude Trichet, Presidente del BCE
Cada vez que abre la boca, sube el pan
(Fuente: eleconomista)
Mientras muchas entidades financieras precisan de la intervención pública para poder sobrevivir, seguimos viendo salarios, bonuses y compensaciones millonarias de los Alfas al frente de ellas. Algo estamos haciendo muy mal, y ya nos está pasando factura.Si a todo esto le añadimos el ambiente suburbial, tradicionalmente falto de ilusiones y de esperanzas, sumido en el convencimiento de que, hágase lo que se haga, su vida no va a cambiar, y sus hijos no sólo no conseguirán vivir mejor, sino que están condenados a vivir peor, el caldo de cultivo para el estallido social está servido.Al margen de que estos altercados son inaceptables por completo, y deben ser sofocados cuanto antes, no debemos adormecernos en la tranquilidad social que, de grado o por fuerza, se acabe consiguiendo. No podemos dejarnos narcotizar y pensar que las cosas se habrán resuelto (en el Reino Unido en este caso) con unos cientos de detenidos, unos cuantos edificios destruidos y algunos comercios saqueados. Porque todo eso no es más que la manifestación de un problema mucho más profundo, enraizado en la sociedad, al que tenemos que encontrar una solución, o seguiremos sentados sobre un arsenal que sólo esperará una nueva chispa para estallar, y que acabará llevándonos a todos por delante.Entre ese mundo de Alfas y Epsilones, tan terriblemente desigual, y el Estado Benefactor del Bienestar, que tiende a narcotizar a los más perezosos con subvenciones de todo tipo, tiene que haber una solución intermedia. Una respuesta que sea capaz de alumbrar a una sociedad de Alfas (los más capaces), de Betas y de Gammas. Y en la que seguirá habiendo Epsilones, pero solamente los que hayan escogido serlo. Un mundo donde la igualdad de oportunidades sea una realidad.
Un mundo triste y enfermo, porque el Mundo Feliz
de Huxley se está haciendo realidad
(Fuente: tercermundosg)
Parece como si la cabeza de todos nuestros dirigentes se hubiera convertido en una esponja esclerotizada. Porque parece que no hubiera ninguna otra solución que la de los recortes salvajes o la de aumentar el gasto público (y, por tanto, el déficit y la deuda) sin límites. Ambas soluciones nos llevan al desastre, con síntomas diferentes, pero desastre al fin y al cabo.Mientras tanto tenemos que asistir al espectáculo de ver a un Obama (posiblemente, un outsider de ese 1%) completamente amortizado e incapaz ya de generar ilusión; a una Unión Europea gobernada por funcionarios carentes de visión y de liderazgo; y que, a fin de cuentas, gobierne quien gobierne, quien manda es el 1%, cuya visión es, simplemente, perpetuar su posición y mejorarla, a costa de lo que sea. Incluso de convertir a los Epsilones en Omegas, y echarles del tablero.No deberían olvidar los principios termodinámicos: nada puede calentarse si otra cosa no se enfría.Y aquí, en España, además, con la amenaza clara de que acabe gobernando Mariano Rajoy. Si los socialistas se han visto obligados a aplicar recortes profundamente antisociales, y lo han hecho con cierta repugnancia, ¿nos tocará asistir al alborozo de Rajoy por aplicar los que nos toquen en el futuro inmediato, todavía más severos, crueles e injustos?.El cielo no lo quiera.JMBA