Nada extraña en un país en el que el periódico de mayor tirada sea el Marca; no ha de sorprendernos, pues, que D. José Mourinho cobre un millón de euros al mes por colocar a Ozil en vez de Benzema y declarar insensateces a la prensa, eso sí, bordeando una línea que Clemente no dudó en traspasar hace escasas fechas. El motivo de discusión en la calle no es el contenido de la reforma laboral, sino el cuádriceps de Cristiano Ronaldo o el regate de Messi y para hablar de política, el españolito que se precie recurre a la muletilla popular “te lo digo yo”, razonamiento tan válido como profundo en su reflexión. El barcelonista cobra, entre ficha, publicidad y demás zarandajas, unos treinta y tres millones de euros al año, lo que supondría, a razón de doce mil euros anuales por familia, el sustento de dos mil setecientas cincuenta familias, o lo que es lo mismo, un pueblo de tamaño medio de más de seis mil habitantes. No entro en lo que sea justo o ético, porque cada cual tiene derecho a opinar con el mismo valor que su vecino, pero es objetivo que algo funciona mal en una sociedad con cinco millones de parados y estrellas del deporte o directivos de grandes entidades financieras que perciben astronómicas cantidades de dinero. Cada vez tiene uno más la vaga sensación de que mucha gente amarrada al carro de la miseria, grita vivas a las cadenas.