Revista Cultura y Ocio

Los amantes de Coney Island. Billy O'Callaghan

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Los amantes de Coney Island. Billy O'Callaghan
    "Aquí sopla un aire gélido. Ya hacía un día de perros viniendo de Manhattan, pero nada que ver con esto. Aquí reina la desolación más absoluta. La hora pasada en el tren ha sido una hora a resguardo del viento, y ahora es casi mediodía y parece que no tardará en nevar".
     Llegué por la cubierta y me quedé por el título. O algo así es lo que me ha sucedido con este libro. Hoy traigo a mi estantería virtual, Los amantes de Coney Island.
     Conocemos a Michael, irlandés, y Caitlin, irlandesa/estadounidense. Son amantes desde hace 25 años, son personas casadas con otras personas y O'Callaghan nos va a dar la oportunidad de acompañarlos en un encuentro que se dilata a lo largo de unas cuantas horas. Un último encuentro.
     Lo que nos cuenta O'Callaghan es la historia de dos personas que se conocieron en el momento equivocado y que han mantenido una relación clandestina hasta llegar a la mediana edad. Ambos se casaron jóvenes, cada cual con su pareja, tanto que el amor de su vida apareció justo después, y tuvieron la certeza de que no iban a conocer a una persona igual. Ahora, a sus cuarenta y tantos años, la vida es más reposada, son amantes sin esa pasión del comienzo o tal vez de la juventud, o quizás sea que el desgaste de respirar se extiende a todas partes. También a sus cuerpos que disimulan como pueden el deterioro normal sin saber que el que ama ve en ello otras señales que hace que una nueva forma de amor aparezca. Ese que mide el tiempo que queda, que se siente en el tiempo regalado, en la zona de descuento. Caitlin tiene algo que decirle, pero él se adelanta para contar la enfermedad de su esposa y ella le comprende, siente lo sucedido, se da cuenta de que su futuro es ser una isla. Pero aún así lo comenta porque eso es lo que hacen las parejas: compartir.
     Toda la historia es triste, el tono, el fin de los días, el invierno, el frío que cala los huesos, la tormenta, la sombra de la vejez... Como ya hiciera James Salter O'Callaghan apuesta por el realismo vestido de elegancia que muestra sus puntos débiles. Y es una historia compleja, porque no es una historia del amor de dos, se trata de cuatro. El autor nos habla de los dos protagonistas, pero con veinte años de relación es imposible no hablar también de Barb y Thomas, los engañados, los que viven sin saber qué sucede realmente pero pierden hijos, cambian de empleo y aman de forma incondicional a quien creen que tienen a su lado. Solo de este modo puede uno llegar al final de la historia, de la relación, y decidir el juicio. Saber si el silencio entre Caitlin y su esposo se debe en parte a que ella tiene una vez al mes otro lugar o si tal vez sea eso precisamente lo que ha mantenido a la pareja. De algún modo, en las vidas ajenas y en las relaciones, a veces todo es gris. Y es que escribir una novela de amor sobre una base como esta puede ser complicado y uno se pregunta tras la certeza de haber asistido a ese último encuentro si en realidad ese bloqueo que les impedía elegir no era otra cosa que una sobra de egoísmo puesto que al final, cuando hubo que hacerlo, nos dejaron ser testigos de esa última vez. Y ahí, queridos lectores (parece decirnos el autor), no tuvieron ninguna duda de dónde o con quién se quedaban.
     Los amantes de Coney Island es una novela béllamente escrita que muestra el paso del tiempo en distintas capas.
     Hoy ha tocado un poco de romance, así que decidme, ¿sois lectores de romántica?
     Gracias.

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