Ramón M es un hombre que, contra viento y marea, se ha propuesto la trabajosa obligación de escribir una novela. Pero no una novela cualquiera, sino una de tema erótico. Y como no está muy convencido de la calidad del argumento, ni de su precisión a la hora de redactarla, ha optado por irle pasando los capítulos que compone a su amigo, el narrador de esta historia, que es distribuidor de frutos tropicales. Y éste, aparte de irnos transcribiendo las páginas de Ramón, las va adornando con comentarios jocosos sobre sus errores, su capacidad para emocionar o seducir al lector o la torpeza de su pluma literaria.
El argumento de la novela, desde luego, no puede ser más risiblemente estrambótico. Sus protagonistas son Basilio y Lupercia, un matrimonio que regenta una mercería de barrio y que han llegado a un punto tal de hastío en sus relaciones matrimoniales que duermen en habitaciones separadas, no practican sexo entre ellos y se dispersan en un agrio desamor. Pero como los cuerpos también tienen sus necesidades, he aquí que ambos han adquirido (de forma independiente) muñecos hinchables para vaciar su pasión genital. Basilio dispone de Marilyn, una muñeca voluptuosa y parlanchina, que tiene grabada una memoria electrónica con accesorios tan curiosos como frases en latín; y Lupercia se ha hecho con los servicios de Big John, un fogoso amante de silicona cuyo sexo desconoce la flojera y las vacaciones. Hasta ahí, todo bien. No obstante, los problemas comienzan de verdad cuando Marilyn, harta de las ridículas dimensiones del pene de Basilio, decide que Big John se convierta en su nuevo compañero de coitos. Enterados Basilio y Lupercia de la doble traición de sus amantes (pues los pillan in fraganti cuando vuelven de pasear), se decantan por una salida medianamente airosa: comprar nuevos compañeros de silicona. Lo que no calibran es lo que van a hacer, a continuación, Big John y su compañera Marilyn...
Javier Tomeo, tan eficaz y tan zumbón como siempre, consigue en este libro editado por Anagrama, una novela de vuelo irónico, con posible lectura en clave y hasta con reflexiones hondas sobre la textura del tiempo que vivimos; pero donde prima sobre todo la voluntad de trasladar a los lectores, con una prosa ágil, llena de refranes, modismos coloquiales y apelaciones al mundo cultural (cine, libros, música), un argumento sorprendente, que arranca sonrisas y elimina el aburrimiento.