Al terminar un año como el 2013, tan zarandeado por las crisis, por las guerras y por las medidas impuestas para salir de ellas, parece necesario echar un vistazo al planeta en el que vivimos y saber quiénes son los amos de este mundo actual y en qué gastan el dinero. No se trata de una superstición, ni de una superchería, ni de un cálculo a ojos de buen cubero. Se trata de repasar las estadísticas recogidas en los países correspondientes por el instituto SIPRI, dedicado al control del armamento militar, incluidos los nucleares o poseedores de la bomba atómica. He leído que cada minuto gastan los países del mundo 1,8 millones de dólares en armamento militar.
Para llegar a ser una potencia en armamento, hay que tener mucho dinero. El gasto militar incluye todos los gastos de armas, así como los corrientes y los de capital relativos a las fuerzas armadas, incluidas las de mantenimiento de la paz, los ministerios de defensa y demás organismos que participan en proyectos defensivos y otras fuerzas paramilitares. Los presupuestos y el dinero dedicado a estos gastos se derivan del % del producto interior bruto (PIB) de cada país en cuestión. Afortunadamente, España sólo gasta el 1,2 % del PIB en armamentos, ocupando el puesto 130, pero tiene en su contra que es de los que venden armas a los países en guerra.
Antes de echar el vistazo, hay que destacar, según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, como porcentaje del producto interior bruto, los quince primeros países que más dinero gastan en armamentos. Los seis primeros se consideran los amos del mundo y son los siguientes: Estados Unidos (607), China (84,9), Rusia (70,6), Reino Unido (65,7), Francia (65,3), Japón (46,3). Los nueve siguientes gastan también grandes cantidades, aunque están a larga distancia de éstos, y son: Arabia Saudí (38,2), India (30,0), Alemania (46,8), Brasil (23,3), Italia (40,6), Corea del Sur (24,2) Australia (18,4), Canadá(19,3) y Turquía (19,2).
Desgraciadamente, se consideran dueños del mundo no por ser los más cultos, ni por haber quitado el hambre a todos sus habitantes, ni por la renta per cápita más alta, ni por mayor bienestar social, ni por haber conseguido una ética más humana o una moral más saludable. Se consideran los más poderosos del mundo, porque tienen el armamento más terrible para convencer a los demás por sus bombas atómicas. Es decir, lo de la fábula: “Soy el amo porque me llamo León y porque tengo las pezuñas más convincentes para destruir y matar.”
Según el instituto SIPRI, en el mundo hay cerca de 8.400 ojivas nucleares, de las cuales 2.000 pueden desplegarse inmediatamente. Contabilizando las cabezas nucleares que hay en Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Francia, India, Pakistán e Israel, tenemos 23.300 bombas nucleares, con las que podríamos destruir más de cicuenta veces nuestro planeta. Las contradicciones son terribles, porque algunos de éstos se encuentran, al mismo tiempo, entre los países más pobres del mundo. Eso no obsta, sin embargo, para morir de hambre, porque el dinero del producto interior bruto se lo gastan en armamentos. Llegados a este punto nos podemos hacer muchas preguntas: ¿Por qué los poderosos de la Humanidad se ciegan y ponen toda su confianza en armarse hasta los dientes? ¿Quiénes se benefician con el gasto armamentista? ¿Quiénes inventan las guerras y exageran los peligros que nos rodean? ¿Quiénes las financian? Con un poco del dinero de las guerras, quitaríamos del mundo el hambre y el analfabetismo.¿Por qué los amos del mundo no comienzan por ahí para ser sus dueños?
JUAN LEIVA