Revista Salud y Bienestar

Los análisis de ADN ya empiezan a mejorar los tratamientos del cáncer

Por Fat

El hospital Vall d'Hebron ha puesto en marcha un laboratorio de análisis de genomas exclusivamente dedicado al cáncer para optimizar el tratamiento que reciben los pacientes.
En el laboratorio se analizan en una hora 625 mutaciones genéticas posibles en 70 genes distintos en las células tumorales obtenidas en biopsias. En función de las mutaciones que se identifican, los médicos pueden predecir si un paciente responderá o no a determinado fármaco.
Por ahora, estos análisis genéticos masivos se aplican a un reducido número de tumores para predecir la eficacia de un reducido número de fármacos. Pero en los próximos años, a medida que lleguen nuevos fármacos que actuarán sobre alteraciones genéticas específicas de las células tumorales, este tipo de análisis se extenderá. “Es el futuro”, predice Josep Tabernero, jefe del servicio de oncología de Vall d'Hebron.
El cáncer colorrectal –el que afecta a más personas en Catalunya, con más de 6.000 diagnósticos al año– ofrece el mejor ejemplo de cómo se han empezado a utilizar estos análisis. Una nueva familia de fármacos que inhibe el receptor EGFR en la membrana de las células ha mejorado en los últimos años el tratamiento de este tipo de cáncer. La mejora se explica porque el receptor EGFR envía al núcleo de la célula la orden de dividirse. Por ello, si se bloquea el receptor, debe frenarse la proliferación celular característica del cáncer.
Sin embargo, los oncólogos han observado que, mientras los nuevos fármacos son muy útiles en algunos pacientes, no tienen ninguna utilidad en otros. No es que en algunos sea más útil y en otros no lo sea tanto. Es una cuestión de todo o nada. La explicación está en la genética.
Según un estudio de pacientes de Vall d'Hebron publicado en la revista Journal of Clinical Oncology, los inhibidores de EGFR son ineficaces en los casos en que el gen KRAS está mutado. Esto se explica porque las mutaciones del KRAS pueden inducir a las células a proliferar incluso cuando se bloquea el receptor EGFR.
Dado que un 40% de las personas con cáncer colorrectal metastático tienen mutaciones del gen KRAS, esto reduce los candidatos a recibir inhibidores de EGFR a un 60% de los pacientes. Por lo tanto, “es necesario analizar si un paciente tiene mutaciones del gen KRAS antes de decidir si se le trata con este tipo de fármaco”, afirma Tabernero.
Según datos facilitados por la compañía Merck, que comercializa el inhibidor de EGFR cetuximab, desde julio del 2008 se ha analizado el gen KRAS de unos 3.000 pacientes en Catalunya. Dos tercios de los análisis se han hecho en Vall d'Hebron, a quien Merck ha elegido como centro de referencia de Catalunya y que recibe muestras de otros hospitales. Estos 3.000 análisis en un periodo en el que se han diagnosticado 15.000 cánceres colorrectales refleja que, aunque esta nueva tecnología se está extendiendo, la mayoría de los pacientes aún no tiene acceso a ella.
Pese a la utilidad de analizar el gen KRAS, los oncólogos han observado que no todos los pacientes candidatos a recibir inhibidores de EGFR responden al tratamiento. De nuevo, es una cuestión de todo o nada.
Un segundo estudio en el que ha participado Vall d'Hebron, publicado en agosto en The Lancet Oncology, ha detectado que otros tres genes condicionan la eficacia de los inhibidores de EGFR. Cuando hay mutaciones en alguno de los tres (llamados BRAF, NRAS y PIK3CA, aunque no se preocupen por recordar los nombres), los fármacos tampoco funcionan. Analizar estos genes, por lo tanto, permitirá seleccionar mejor a los pacientes en los que el tratamiento será eficaz. Pero es algo que aún no se hace de manera rutinaria en los hospitales.
Con el creciente número de genes que va a ser interesante analizar, “los médicos necesitarán orientación sobre qué mirar y qué consecuencias tendrán los resultados de cara a las decisiones terapéuticas”, escribieron Thomas Winder y Heinz-Josef Lenz, de la Universidad de California del Sur, en The Lancet Oncology tras conocer los resultados de este último estudio.
Para prepararse para este futuro en que los análisis masivos de genes cambiarán la manera de tratar el cáncer, el Institut d'Oncologia de Vall d'Hebron (VHIO), dirigido por Josep Baselga, ha creado la Plataforma de Genómica del Cáncer. Para coordinarla, ha fichado a Ana Vivancos, procedente del Centre de Regulació Genòmica (CRG), pionera en España en el empleo de técnicas de secuenciación masiva de genes. “Me atrajo la idea de aplicar estas técnicas más allá de la investigación básica y extender su uso a mejorar la atención a los pacientes en un hospital”, explica Vivancos.
La Plataforma de Genómica del Cáncer cuenta con dos máquinas complementarias para hacer los análisis. Una permite analizar genes ya conocidos, como el gen KRASen pacientes con cáncer colorrectal. La otra, más potente, permite analizar la secuencia completa del genoma de una célula. “La primera nos sirve para buscar cosas que sabemos que pueden estar ahí”, explica Vivancos. “La segunda nos sirve para descubrir cosas nuevas”.
Una de las prioridades de la investigación será mejorar el tratamiento del glioblastoma, la forma más frecuente y grave de tumor cerebral. Según la estrategia de Joan Seoane, investigador del VHIO que tuvo un papel clave en la puesta en marcha de la Plataforma de Secuenciación Genómica, secuenciar células de glioblastoma permitirá comprender mejor este tipo de tumores cerebrales y evaluar si es posible tratarlos con fármacos inhibidores de la hormona TGF beta.
La creación de la plataforma ha sido posible gracias a la Fundación Cellex, líder en mecenazgo científico en Catalunya, que ha donado más de un millón de euros para la adquisición de los instrumentos del laboratorio. “Realizar estos análisis supondrá un ahorro para la sanidad”, destaca Tabernero. “Hemos empezado a hacer análisis específicos para cada tipo de tumor. Por ejemplo, miramos unos genes concretos en cánceres de mama, otros genes en cánceres colorrectales...”. Cada uno de estos análisis cuesta unos 180 euros, mientras que un mes de tratamiento con un inhibidor de EGFR asciende a 4.000 euros. Así, hacer análisis genéticos para no dar fármacos a aquellos pacientes a los que no beneficiarán ayudará a ahorrar. “Tendremos que invertir más en diagnóstico para ahorrar en tratamientos innecesarios”, sostiene Tabernero.

**Publicado en "La Vanguardia"


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