01/12/2020 – La presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Ana Merino, descartó de plano la teoría de que los dos menores que desaparecieron la Navidad de 1973, y cuyos restos fueron encontrados cuatro años después enterrados cerca de sus hogares, hayan muerto por un derrumbe de tierra, como propone el periodista Mauricio Palma en un libro que se presentará el 7 de diciembre en La Serena. La dirigenta sostuvo que esa tesis había sido descartada por el propio juez Juan Guzmán que llevó la causa, quien le había señalado a ella que los restos presentaban orificios de bala y que era claro que los dos menores fueron asesinados por una patrulla militar. Indica que esa teoría “está equivocada porque la dictadura quiso tapar todos los indicios de la muerte de estos niños y la madre de Jimmy Christie Bossy tenía todos los antecedentes del crimen de su hijo. Ella murió el año pasado y alcanzamos a poner una última querella. Además, a ella y al padre de Rodrigo los llevaron al regimiento, los tuvieron detenidos y los torturaron y les dijeron que ellos eran responsables de la muerte de los niños. Fue una cosa muy terrible y ella decía después que tenía mucho miedo”. Relata que casi como riéndose de esta madre desesperada, el año 1974, el comandante del regimiento, Ariosto Lapostol, “le mandó una carta de condolencias. Además de haberla torturado, le envía esa carta que fue una burla” Los menores que desaparecieron la Navidad de 1973, son Jimmy Christie Bossy, de 7 años y Rodrigo Palma Moraga de 8 años de edad y según Ana Merino, habría sido una patrulla militar la que mató a los dos menores y escondió sus cuerpos, restos que fueron encontrados sepultados cerca de los tambores de combustibles ubicados en Guayacán, que era el lugar donde se les vio jugando por última vez. “Todo esto lo quisieron tapar simulando un derrumbe y que murieron solos mientas jugaban, pero eso no es verdad”, afirmó Merino.
Fuente: Diario el Día – http://www.diarioeldia.cl/region/rechazan-teoria-vuelco-en-caso-ninos-guayacan
Guayacán, donde ejecutaron a niños
http://lashistoriasquepodemoscontar.cl/guayacan.htm
En recuerdo de Rodrigo Palma Moraga y Jimmy Christie Bossy
El ejército niega todavía que Cheyre esté vinculado con el asesinato de dos niños en Guayacán, Región de Coquimbo, ocurrido en diciembre de 1973. La querella fue presentada por los abogados Hugo Gutiérrez y Juan Bustos en julio de 2001 contra el ex dictador Pinochet, e interpuesta por los familiares de Rodrigo Palma Moraga y Jimmy Christie Bossy, de 8 y 9 años de edad respectivamente. Los menores fueron fusilados por una patrulla militar que custodiaba unos gaseoductos en una población del sector La Herradura (Guayacán), habitada por funcionarios de Impuestos Internos.
“¿Qué saben ustedes…?”
La tarde del 24 de diciembre de 1973, tres niños -Rodrigo Javier Palma Moraga, Jimmy Christie Bossy y Patricio Díaz Gajardo-, jugaban en las cercanías de la población ubicada en la parte superior de los estanques para el almacenamiento de combustible en Guayacán, Coquimbo. El padre de Patricio, al regresar de su trabajo, vio a los niños y se llevó a su hijo a casa. Los otros dos menores quedaron ahí, y no llegaron jamás a sus hogares, cuestión que causó alarma en el barrio. Los vecinos se organizaron en parejas para buscarlos, y se vieron obligados a infringir el toque de queda que, ese día, por ser Navidad, se alargó hasta las 21:00 hrs.
Nelson Díaz, padre de Patricio, y Luis Varas, utilizaron un automóvil. Llegaron hasta la portería de los estanques. Allí se percataron que, extrañamente, no había ningún militar, ni guardia. Los estanques eran custodiados permanentemente por los militares. Horas antes habían constatado la presencia de muchos soldados, que disparaban sus metralletas de manera habitual sin que nadie supiera hacia qué blancos. Claro, a los pobladores les habían dicho que ahí “se podían producir atentados extremistas”, pero nada de eso había ocurrido. El personal que custodiaba los estanques pertenecía al Regimiento de Artillería Motorizado Nº2 “Arica” de La Serena.
Los vecinos, alarmados y frustrados por la búsqueda inútil, regresaron a sus casas. Nelson Díaz y Luis Varas fueron detenidos por una patrulla de militares que les revisaron su auto e, incluso, dispararon sobre el techo del Fiat-600 en que se movilizaban. Contra la muralla y con las manos en la cabeza, fueron amenazados de muerte en caso de moverse. Así permanecieron allí, en espera de alguien de mayor rango apareciera; y eso ocurrió algo después, cuando un capitán les presentó excusas y los dejó en libertad. Como consecuencia de la desaparición de los menores, la vida del barrió cambió radicalmente. La casa de Raúl Palma, padre de uno de los niños, se veía permanentemente custodiada. La población fue cercada y se sometió a las familias de los menores a “arresto domiciliario”. Toda la población fue allanada por militares armados quienes los interrogaron sobre “la desaparición de los menores” y “qué sabían de eso”.
Balas militares
Como si el arresto domiciliario no hubiera sido suficiente abuso, los padres de los menores empezaron a ser trasladados a menudo al regimiento, para ser torturados. Mientras tanto se efectuaban intensas búsquedas para dar con el paradero de los niños, participando el Cuerpo de Bomberos de Coquimbo, carabineros e Investigaciones con una brigada de Homicidios que enviada especialmente desde Santiago. Carabineros utilizó perros policiales “expertos en rastreo”. Sin embargo, la búsqueda fue infructuosa.
En agosto de 1978, niños del vecindario -que jugaban en el sector-, encontraron los restos de los menores sepultados a orillas del camino que conduce a la playa La Herradura, cercano a los depósitos de combustible, y a una distancia de, aproximadamente, 100 metros de las casas. Estaban a una profundidad no superior a 20 centímetros, lo que resulta completamente incomprensible dado que en el lugar se buscó afanosamente, incluso con los perros policiales.
“Debido a esto y otros antecedentes presumimos que los cuerpos fueron colocados allí con posterioridad”, señala el abogado Hugo Gutiérrez. En el Instituto Médico Legal de Santiago, se realizaron los peritajes. Los padres fueron citados para la entrega de los restos, entrevistándose con un médico legista, que practicó la autopsia. Les indicó que la causa de muerte era “a consecuencia de impactos de bala de grueso calibre, provocándoles la destrucción del 75% del cráneo”, y agregando que “esos proyectiles los usan sólo el Ejército”. Sin embargo, el médico les señaló que “no podía certificar esa causa de muerte”. “Efectivamente el certificado señala ‘causa de muerte indeterminada'”, agrega Gutiérrez.
En la querella se cita, en calidad de inculpados, a Ariosto Lapostol Orrego, comandante del Regimiento Arica, Juan Emilio Cheyre Espinoza, que en el momento de ocurridos los hechos se desempeñaba como ayudante del comandante Lapostol (su “delfín”), y va dirigida contra Augusto Pinochet y “todos los que resulten responsables”. También se cita a Osvaldo Pincetti (*), que mantuvo secuestrados a los padres de los niños, y al oficial Carlos Verdugo Gómez, que formaba parte de la Unidad Especial de Inteligencia del Regimiento “Arica”.
Se presume que el grupo que estaba de guardia en ese momento, fue el que fusiló a los niños. Después, escondieron los cuerpos para volver a enterrarlos en las cercanías cuando la búsqueda de la policía y los vecinos terminó. Por eso no había ningún militar cuando los vecinos los buscaron en los estanques. Los padres nunca presentaron el caso en ninguna instancia, “por temor. No se califica todavía la participación de Cheyre. Lo citamos en calidad de ‘inculpado’. No sabemos qué participación tuvo, y queremos que declare lo que sabe. Es razonable pensar que él, como ayudante del comandante, supo de los hechos y está al tanto de la participación de la patrulla militar. El ministro Guzmán hasta ahora no ha citado a nadie en el proceso”, señala Hugo Gutiérrez.
Este artículo Arnaldo Pérez Guerra, fue publicado por El Siglo y La Insignia, en marzo del 2002, bajo el título “La responsabilidad de Cheyre”
Maruja Bossy, madre de Jimmy·
Hay momentos que hacen que el alma se desgarre cuando los recuerdos amargos y tristes afloran y es lo que me sucede al comenzar este relato … el año 1973 nuestra familia vivía en la calle Wenceslao Vargas Nº823 de la población Raúl Marín Balmaceda colindante al sector de Guayacán de la Comuna de Coquimbo, cerca de allí estaban ubicados los estanques de Combustibles de la empresas Shell, Copec , por ello después del 11 de septiembre, se puso guardias la mayoría eran conscriptos muy jóvenes del Regimiento Arica, lugar que estaba custodiado para evitar un posible ataque subversivo. https://wikicharlie.cl/w/Jimmy_Christie_Bossy
24 de diciembre de 1973: Mi hijo Jimmy de 7 años como las 15.00 horas fue a casa de un tío a jugar con una prima, a las 16.00 horas regreso se tomó un vaso de leche y se comió un plátano y me dice “ mama, arreglé mi ropa para venir a bañarme como las 6 para estar listo y esperar al viejito pascuero”, volvió a casa de su tío y allí fue a buscarle un vecino Rodrigo Palma, le dice Jim a su tío “jugaré un ratito ya que tengo que volver luego a mi casa”, después de eso no se supo más de ellos.
Cerca de las 19 horas fui a buscarle y nos los encontré, pregunté a muchos vecinos y amigos pero no lo habían visto, bajamos a la playa pues la playa La Herradura está muy cerca y como las 20.30 horas di cuenta a Carabineros, me contestaron que debía estar en alguna casa, cosa imposible porque mi hijo nunca se quedaba en casa ajena, como había toque de queda me dieron un salvoconducto para salir a buscarlo, pero eso no fue posible porque al querer salir en la puerta de mi casa los militares, me dijeron que me entrará o de lo contrario “me matarían”. Los carabineros, cuando hice la denuncia me dijeron que había que esperar 48 horas, yo pensando que podría ser un rapto, les pedí que cerrarán la carretera, pero me dijeron que eso no se podía hacer.
25 de diciembre de 1973: fui al lugar donde “curiosamente 4 años más tarde apareció el cadáver de mi hijo y su amigo”, no había nada extraño , todo estaba igual me subí sobre una piedra pues andaba sola, mi esposo en aquellos años estaba en el norte llegó como 4 días después y mis otros dos hijos todavía eran pequeños para que me acompañaran, miré a todos lados, di aviso a Investigaciones; estaba el Inspector Valdés, que nos ayudó mucho en su búsqueda, también el capitán Sergio Contador de Carabineros, fueron días de mucho dolor y angustia sin saber nada de nada.
Los primeros días del año 74 llegaron los militares Carlos Verdugo Gómez. Fernando Polanco Gallardo, Juan Emilio Cheyre a quien nadie llamó y estuvieron en casa haciendo muchas preguntas, allanaron todas las casas de la población Víctor Domingo Silva a cualquiera hora de la noche, preguntando “dónde estaban los niños”, “que habían hecho con ellos” e incluso a mi hermana que vivía en Santiago también le revisaron su casa. Quienes después fueron llamados a declarar. (van documentos adjuntos de su declaración) como también el Teniente Coronel Eduardo Cruz Adaros.
11 de enero de 1974: llegaron a mi casa los militares diciendo que el Comandante Ariosto Lapostol me necesitaba, al llegar allí al Regimiento me pidieron el carné y me llevaron por un pasillo, me vendaron la vista, me colocaron en una camilla me amarraron y me empezaron a dar agua tibia azucarada con varias capsulas y tabletas, fueron 12 pastillas, cuando se me corrió la venda estando en la capilla me di cuenta que la persona que me estaba dando las pastillas era el doctor Díaz Pacci, rápidamente me amarraron de nuevo la vista, tocaban una música muy suave, cada vez me preguntaban que “ donde tenía los niños”, fueron interminables las veces que me hicieron la misma pregunta, hacían girar la camilla, eso me produjo mareo, deseos de ir al baño, pero ellos seguían preguntando la misma pregunta, me dolía todo el cuerpo, lo único que deseaba es que esa interrogación terminará, pero nada pasó, a mi marido le decían que yo estaba con el Comandante Lapostol…cosa que no era así ya que estaba sometida diariamente a interrogaciones.
Después de varios días mi marido me fue a buscar con un amigo y me encontró en una pesebrera, estaba muy sucia con la misma ropa, solo me pude bañar cuando regrese a casa, días después me dio un infarto producto según el médico de las pastillas ingeridas durante el interrogatorio, pase una semana en el hospital, posteriormente estuvimos un mes sin salir detenidos en mi propia casa, la vecina nos pasaba víveres para comer así pasaron los días con interrogaciones. Mis otros hijos que en ese entonces tenían 14 años el mayor y la chica 12, cuando ocurrió esto en diciembre fueron llevados por una amiga donde permanecieron hasta marzo del 1974.
Cosa irónica que después de 4 años el Señor Ariosto Lapostol, al encontrar los restos de mi hijo y Rodrigo nos hizo llegar a la familia una carta donde nos manifestaba su pesar por tan lamentable hecho y nos pareció burla pedirnos, que Dios nos ayude a sobrellevar este hecho, pues durante esos 4 años ellos sabían el destino de los menores y nunca nos hicieron saber. Patricio Varela un locutor muy conocido de la Radio Minería, nos ayudó mucho, cada noche ceca de las 22.00 horas al comenzar un programa que él hacia… decía _ Donde esta Jimmy y Rodrigo ,esto lo repitió casi un año.
Cuando los militares llegaban a mi casa, en reiteradas ocasiones nos pedían plata para combustible, había que servirle café, se aprovechaban de la ocasión para pedir cosas. En una oportunidad llego un militar, no recuerdo el nombre pero se hacía llamar Marcelo, me pidió fotos de Jim para verlas y al final se las llevó todas, sin decirme nada; pensé que luego las traería pero eso nunca ocurrió. Sufría de dolores de cabeza constante por todas las cosas que me estaban sucediendo, no saber que le había sucedido a mi hijo y amigo, saber que esa noche de su desaparición se habían escuchados balazos, baje más de 25 kilos, mi matrimonio se iba deteriorando porque en aquel entonces mi esposo no me ayudaba en la búsqueda incesante que yo hacía de mi hijo. Durante esos años no hubo parte donde no fui e incluso viaje a la Argentina donde me encontré con letreros con las fotos de los dos pequeños.
Los militares, parasicólogos se sumaban a la búsqueda, recuerdo a uno de estos parasicólogo llamado Goyo que vivía en La Serena pero trabajaba para los militares y había otro mayor que ayudaba a los militares para interrogar a los detenidos, también fue traído a mi casa – un hombre ordinario y grosero- supe después con los años que estaba preso en Santiago.
En una oportunidad fui a Santiago a ver a Patricio Varela, el locutor que antes mencioné, también íbamos a ver una vidente que le decían Aquima, esta mujer me interrogó, y en esos momentos llegaron, no sé si eran militares y me llevaron a una casa, donde me interrogaron; llegue toda mojada porque estaba lloviendo, al lugar, me tuvieron amarrada y toda la noche escuche el sonido de una gota de agua que caía en un tarro y además alumbraban la casa a cada momento; estuve allí toda la noche , al día siguiente me golpearon y así fue todo el día, hasta que en la noche me soltaron, llegue a la casa de unos amigos me dieron algunos medicamentos y llamaron al médico, a los días siguientes estando ya más repuesta del resfrío y los golpes propinados regrese a Coquimbo, quiero agregar que en ese interrogatorio estuvo Manuel Contreras, como yo en ese entonces no le conocía pero después por las fotos que se expusieron de él, lo reconocí, también en esa oportunidad me dieron tabletas que me dejaban muy mal.
Hoy después de 37 años recordar todo esto es muy doloroso para no solo por la pérdida de mi hijo que durante 4 años no supe que le había sucedido, también por todos los vejámenes a que fui sometida, por querer saber su paradero siempre con la ilusión de encontrarle.
14 de agosto de 1977: tenía una reunión en el Centro de Madres al que concurría, estando ya lista para ir, de repente no sé porque motivo no me dieron deseos de asistir, que es lo que les dije a unas amigas cuando me vinieron a buscar… en el intermedio ocurrió que unos chicos al estar encumbrando volantines, buscaron algo para ponerle de cola y encontraron enterradas unas lanas pero al tirarla asomo un huesito; los niños, taparon la ropa y avisaron a su padre quien llamo a carabineros… cuando yo supe eso pensé inmediatamente en los niños, me fui caminando al lugar, que quedaba muy cerca de casa ya que en esos momentos me había cambiado a un edificio de departamento que es donde hoy resido… y observe que sacaban un pelo largo, pensé que era una niñita, pero cuando levantaron la ropa pude reconocer una chaleco que yo le había tejido a Jimito, me devolví a mi casa y volvimos al lugar con mi hijo, estábamos muy preocupados, angustiados y tristes por este hallazgo, estaba el detective Valdés, Carabineros y gente del PEM que estaban picando para sacar los cuerpos. Había un carabinero chico y gordo que no me dejaba pasar, yo que estaba muy delgada no sé de donde saque fuerza para tomar al carabinero de las manos y darlo vuelta, lo tire al suelo y el detective Valdés le dice que me deje pasar pues era mi hijo el que habían encontrado, al sacarlo los detectives se llevaron los restos y me pidieron que fuese a Investigaciones a las 19.00 horas, al concurrir me mostraron toda su ropa y no cabía duda era de mi hijo. Al día siguiente sacaron a su amigo Rodrigo y los cuerpos fueron llevados a Santiago.
Después de un año de estar en Santiago sus cuerpos, mi marido y el papá de Rodrigo los fueron a buscar allí; había un médico que les dijo “yo estoy castigado y me tienen acá en el Instituto Médico Legal y la autopsia que hice me es imposible escribir la verdad me pidieron que pusiera muerte indeterminada en consecuencia que los niños los mataron con balas de grueso calibre que solo los militares la usan”. Incluso quiero acotar que en el certificado de defunción figura que fueron muertos en Santiago. Pero va adjunto un certificado de traslado de cadáver a Santiago.
Y se presume que el grupo que estaba de guardia en esos momentos fueron los que fusilaron a los niños, después escondieron los cuerpos para volver a enterrarlos cuando la búsqueda de la policía, familiares y vecinos finalizó.
Se retiraron los cuerpos, fueron envueltos y se trajeron como un paquete cualquiera; cuando llegaron se llevaron a una funeraria llamada San Luis acá en Coquimbo, se realizó una misa, fue muy triste todo, había mucha gente al paso de la carroza hasta llegar al cementerio, porque fue un acontecimiento muy comentado por la prensa durante bastante tiempo y causo bastante conmoción en el puerto el encontrar los cuerpos en el lugar donde ya se había buscado antes.
A contar de este acontecimiento mi vida cambió, una gran tristeza me invadió ,sabía que ya no lo vería nunca más, que mi pequeño hijo nunca más estaría con nosotros, sus hermanos sufrieron mucho, gracias a Dios que les fue bien en sus respectivos colegios y hoy son muy buenas personas y profesionales.
2001
En el año 2001 fuimos a Santiago con mi hijo Esteban y los padres de Rodrigo ,el otro menor ejecutado, a interponer una demanda contra Augusto Pinochet, demanda que sería llevada a cabo por el abogado Hugo Gutiérrez Gálvez y Juan Bustos Ramírez, ambos abogados de Santiago domiciliados en Phillips 40, Ofic. 68 de Santiago. Se le cancelo un dinero al Sr. Gutiérrez. Hay documentos adjuntos de estas acciones.
2002
Posteriormente el año 2002 el Juez Sr. Juan Guzmán vino a La Serena y nos interrogaron en Investigaciones de La Serena a mí y a Esteban mi hijo mayor, cuya declaración va adjunta.
26 de abril de 2002: Este viernes se ordenó la exhumación del cadáver de mi hijo, todo esto fue muy difundido por la prensa local, nacional e internacional. Se adjuntan documento aclaratorios donde indican que los cuerpos presentaban fracturas de costillas y heridas profundas de cráneo, lo que confirmaría lo ya sabido que fueron asesinados por balas militares.
Sus restos fueron llevados nuevamente a Santiago retornando tres meses después,
Y se recordó que en la autopsia fueron obligados a firmar el certificado de defunción, que la causa de muerte era “indeterminada” el año 1977, y ponen lugar de fallecimiento Santiago.
Lo triste en este caso que nunca ha existido la voluntad de llegar a la verdad en este caso y que se hayan creados historias inverosímiles para justificar lo injustificable, posteriormente a esta exhumación, y a la investigación que se realizaba, el máximo tribunal determinó que el caso que seguía el Juez Juan Guzmán lo siquiera el Juez Jorge Zepeda quién nunca dilucido absolutamente nada, quedando nuevamente este caso la más completa impunidad
Nos cuesta pensar que es posible que haya sido por que el Señor Juan Emilio Cheyre Espinoza ocupaba la Comandancia en Jefe del Ejército, por ello este alevoso crimen ha pasado a ser uno de los tantos hechos deleznables sin resolver, que se cometieron, pero que en este caso, cobran mayor relevancia por ser dos seres inocentes que nada justificaba la acción realizada, y donde la victima paso a ser la familia por todas las infamias que se cometieron contra ellas.
Quiero manifestar que en el lugar donde se cometió esta ejecución se está construyendo un espacio de área verde que se llamará “Mirador de Los Ángeles en honor a estos menores para, valorar la vida y para que nunca más vuelva a ocurrir atrocidades así en nuestro país y en ninguna parte del mundo.
Entrevista con Eugenia Moraga Pinto, madre de Rodrigo Palma Moraga: «a los niños les pegaron, los maltrataron, se los llevaron y los ejecutaron»
Publicado 25 diciembre, 2016
«Yo quedé sin lágrimas, quedé seca de llorar, quedé con los ojos secos, pero dije no, tengo que mantener esto muy cuerdo para poder luchar. Para poder sobrellevar todo lo sucedido y poder llevarlo dentro. No puedo hacer imposible la vida de la hija que quedaba y de mi marido que estaba sufriendo lo mismo que yo. Me dije, si desespero a tal punto y me vuelvo loca, le estaré dando más trabajo a mi marido del que ya estaba sufriendo él”.
Con estas palabras, Eugenia Moraga Pinto comienza el relato sobre la muerte de su hijo Rodrigo Palma Moraga (8 años), asesinado junto a su amigo Jimmy Christie Bossy (9 años) el 24 de diciembre de 1973 en el sector de Guayacán en la ciudad de Coquimbo. A 41 años de este brutal asesinato por parte de militares genocidas, estuvimos conversando con la madre sobre lo realmente sucedido aquella víspera de navidad, sobre su dolor y su constante lucha por la búsqueda de «Verdad y Justicia» para su hijo. Reproducimos parte de esta conversación que releva detalles de la muerte de Rodrigo y Jimmy no difundidos por ningún medio de comunicación masivo. De esta manera Fuga de Tinta rinde un homenaje a Rodrigo Palma y Jimmy Bossy, pequeñas víctimas del terrorismo de Estado vivido en nuestro país.
FDT: ¿Cómo ha sido sobrellevar este dolor por tantos años en espera de saber la verdad sobre lo ocurrido con Rodrigo y obtener justicia?
Kena: Mira lo sobrellevamos entregándonos mucho a la espiritualidad. El yoga me ha ayudado mucho, aunque yo soy de religión judía, ambas son muy parecidas. Mis amigos son muy católicos, pero se pueden llevar ambas religiones de buena manera. Nosotros los judíos siempre hemos dicho «ni perdón, ni olvido», lo traemos en la sangre, viene en nuestros genes. Yo soy una mujer de carácter muy alegre, mi marido es muy pasivo, entonces quizás ahí formamos el equilibrio. Si no estaríamos los dos acompañando al hijo, en circunstancias que yo siento que él me está acompañando a mí. Yo siento que Rodrigo vino a enseñarnos eso, y todavía lo hace y tiene mucho que enseñarnos.
FDT: Tomando la historia no contada de la muerte de Rodrigo ¿qué crees tú que ha pasado para que este silencio se haya hecho presente durante todos estos años?
Kena: Ha sido una historia muy poco contada, ya que los medios de comunicación no nos lo han permitido porque los personajes que están involucrados tienen una red de protección grande. En ese entonces ya estaba en televisión Mario Kreutzberger, Don Francisco, y yo recurrí a él para que me ayudara a contar esta historia, porque entre judío y judío nos apoyamos, y tampoco pudo, siendo en esa época un personaje de la televisión.
Este fue un crimen tan espantoso, siempre dicen este es un caso emblemático, no se sí existirá otra caso tan emblemático, no sé si se les ocurre pensar en otro más emblemático, ya que fue un 24 de diciembre. Con mi esposo estuvimos en la exhumación de Jimmy y de mi hijo junto con el juez Guzmán y la antropóloga Isabel Reveco. A los niños les pegaron, a Jimmy el proyectil de guerra le voló el cráneo, se lo borraron. Estaba esta parte de atrás (hace un gesto tocándose la parte posterior del cráneo), pegado con tela, pero toda la cara voló. Cuando nos entregaron los cuerpos, yo me llevé a Rodrigo al cementerio Parque del Mar en Con Con porque tenía miedo de que me lo quisieran robar, en el Instituto Médico Legal tenían la orden de no entregar su cuerpo. Esto fue un crimen muy brutal.
FDT: Efectivamente esta es una historia callada, silenciada ¿qué sucedió ese 24 de diciembre?
Kena: Ellos estaban donde hoy está el memorial, no estaban abajo en los estanques como se ha dicho. Ellos jugaban arriba donde está el memorial como todos los días con varios niños. Entre ellos, la vecina que después de 3 años, estaba jugando y encontró el bracito de Jimmy.
Esto fue a pleno sol, porque deben haber sido las 5 y media a seis de la tarde, cuando yo salgo a buscar a Rodrigo al antejardín. Estaba mi suegra que había venido a pasar la Navidad con nosotros, ella me dice ya había bañado a Claudita (hermana), y que llamen a Rodrigo para bañarlo y cenar temprano por todo lo político que pasaba y por el toque de queda que era a las 11 de la noche. Yo salgo al antejardín a buscar a Rodrigo y no estaba, salgo por la calle, lo busco y no está, empiezo a preguntar y nadie sabía nada, empieza a pasar la hora y Rodrigo no aparece, sale mi marido, ya nos empezamos a movilizar toda la manzana y en eso sabemos que la señora Maruja Bossy, empieza a buscar a Jimmy. Él era de más carácter y se atraían, Rodrigo era más retraído, ellos siempre jugaban entre todos a la vuelta de nuestra casa. Llegó la noche, me amanecí caminando por la playa y no me di cuenta de todo lo que había caminado hasta que me vi descalza, con un pantalón blanco y una blusa floreada, lista para la cena. Me miro y corro donde Sergio Contador que era Teniente de Carabineros y que nos conocíamos, vivía muy cerca de la escuela donde iba Rodrigo. Esa noche salimos todos a buscar, estuvo personal del Gope y mucha gente. Ellos estaban con otro niño, Patricio, pero su padre pasó poco antes y se lo llevó a la casa y le dijo a Rodrigo que se fuera también. Él le dijo «sí tío ya no más», fueron esos segundos donde todo cambió.
Ellos iban a la escuela D-43 con Claudia, estaban felices en ese colegio. En Santiago, a mí me apuntaron con metralleta, a Rodrigo le tocó ver mucho, incluso los cadáveres en el río Mapocho. Mi marido se vino en comisión de servicio como Jefe de Avaluaciones del Servicio de Impuestos Internos de la región. El día que desaparecieron, yo les avisé a Carabineros y a Investigaciones de la desaparición de los niños. Ése mismo día llegó la gente del servicio de inteligencia y ellos se hicieron cargo de todo, se instalaron meses en mi casa.
Ellos jugaban todos los días a la vuelta de nuestra casa y ahí mismo fue donde la vecina, que era niña también, jugando a tirar una lana del suelo para su volantín, la tira y sale un hueso, era el brazo de Jimmy. Ya habían transcurrido 3 años y 8 meses desde que habían desaparecido.
FDT: ¿Cómo fue ese momento?
Kena: El día que los encontraron yo estaba en mi casa con una amiga preparando las cosas y llega mi marido más temprano de lo habitual. Él iba todos los días a almorzar, pero ese día llego como a las 11 de la mañana. Yo le dije a mi amiga: «tan temprano que llegó y yo no he preparado el almuerzo». Lo primero que pensé fue que lo habían exonerado nuevamente y le digo “viejo te echaron otra vez de la oficina” y me dice que no. Entonces yo inmediatamente supe que se trataba de Rodrigo, y él me dijo que sí. Pedí a Dios y a mi maestro que me ayudaran en ese momento. Yo me había fortalecido en espíritu y físicamente con mi maestro de yoga, eso me ayudo a soportar todos esos años, él nos enseñó mucho de la manera de la filosofía, por qué estamos acá, cuál es nuestra misión y la de cada uno. Ese día todo estaba raro, nadie me aviso que habían encontrado unas osamentas, mi marido llega a la casa y va donde estaba la gente, yo me quedé en casa con mi guagua. La hija de otros vecinos, al sacar una lana del suelo encontró un hueso y cuando la tira saca el brazo de Jimmy, se empezó correr la voz y todos los vecinos llegaron. Raúl les pidió que no movieran nada hasta que llegara la policía a levantar las osamentas y llegó gente del POHJ con la orden de levantar los huesos con pala y llevárselos con un arnés, de esa forma.
Si hubiesen estado los huesos ahí todo ese tiempo, los 3 años y 8 meses, debiesen haber estado con la piel seca, porque ahí es salino. Yo soy enfermera, entonces sé que hubiese quedado momificado, no hubiesen estado los puros huesos blancos y lavados, y todos revueltos. Después la antropóloga tuvo que darse el trabajo de separarlos. Mi marido vuelve y me dice «vieja encontraron a Rodrigo, están sacando las osamentas, los encontraron a 30 centímetros… a 30 centímetros» (repite Kena).
FDT: ¿Qué explicación les dieron a ustedes de lo que había pasado, porqué los restos de ambos niños aparecían después de todos este tiempo y en un lugar en que habían buscado tanto?
A mí nadie me dijo nada, en un principio nos acusaron de auto secuestro. ¿Qué padres harían eso?, ellos eran nuestra felicidad. A Raúl se lo llevaron ilegalmente diciendo que el comandante del regimiento quería conversar con él, yo les dijo «pero que él venga a mi casa» y me dicen que no. El teniente me dijo: «también estará mi comandante» (Ariosto Lapostol), me dijeron «le prometemos que a las 4 de la tarde estará de vuelta en su casa», y yo tenía miedo. A las 12 de la noche llegaron de nuevo a mi casa para decirme que Raúl estaba aún ocupado.
Al otro día me levanto temprano con Claudia y supimos que a mi marido lo exoneraron después de todo esto. Nosotros estábamos sin dinero. Decían que él era comunista porque ayudaba a la gente pobre en la oficina cuando llegaban y no sabía leer los formularios.
Los estanques siempre estuvieron custodiados por patrullas militares porque decían que los miristas los podían hacer volar. Nunca nadie hubiese hecho eso, porque significaba matar a hermanos, hubiesen volado medio Coquimbo, nadie es tan estúpido para hacer algo así. La patrulla pasaba todos los días por ese sector donde está el memorial, varias veces cuando cambiaban de turno. Ese día estaban todos bebidos y los disparos se escucharon durante todo el día en la cuadra de atrás, en el sector de los estanques. Esa tarde, seguramente pasó la patrulla y algo le deben haber dicho a los niños, yo creo que ellos no dijeron nada o les dijeron algo, no sé, pero algo pasó que los militares se bajaron de la patrulla y les pegaron “hasta decir basta”. Yo fui a la exhumación de los dos, con mi hijo menor ayudamos a armar los cuerpos, Rodrigo tenía costillas culateadas, costillas quebradas, fueron las palabras de la antropóloga Reveco. Rodrigo tenía el coxis baleado con proyectil de guerra, ella cree que se puso por delante de Jimmy, quizás en un instinto de protegerlo. Pero igual el proyectil le llegó a Jimmy en la cabeza y con eso murió. Lo que yo siempre he querido saber es si él habrá sufrido, si habrá quedado con vida por mucho tiempo. Yo todavía tengo una conchita que Rodrigo tenía en su mano, que con el sufrimiento la apretó tanto que se le incrusto en el dedo y se la sacamos cuando lo encontramos. Yo quiero creer que no sufrió, científicamente sé que el dolor es una sola vez como dice mi marido, después el cuerpo ya no siente, pero sufro pensando en el dolor que debe haber sentido.
Alguien vio esa noche que en un vehículo militar echaban bolsas, como cuerpos, entonces creo que los niños en el estado en que estaban, quebrados, culateados, se los llevaron inmediatamente. Por eso hay dos tipos de tierra en el cajón en que nos entregaron los cuerpos. Cuando los encontraron, después de los 3 años y 8 meses, costó mucho tiempo para que nos los entregaran. Siempre nos daban excusas, que no valía la pena, que aún no se hacía la autopsia, hasta que llegamos con una orden para que lo entregaran. En el cajón, que era muy pequeño, había estos dos tipos de tierra. Una tierra era salina y la otra de Vicuña. Al juez Guzmán nunca lo dejaron ir a Vicuña, a él lo amenazaron, él tenía identificada la patrulla pero nunca supo los nombres de quienes iban allí, yo no creo que no sepan quienes fueron.
Yo puedo perdonar todo, a mí no me interesa saber quién los mató, pero quiero saber por qué y quienes fueron. Porque desde el tercer día que Rodrigo despareció, con mi marido supimos que fue la patrulla militar, fueron los militares. Era 24 de diciembre, imagine a esos niños después de tanto golpe, quebrados enteros, molidos, Jimmy sin cráneo. No iban a llegar con niños así al hospital, no, entonces simplemente los ejecutaron, les pegaron, los maltrataron, se los llevaron y los ejecutaron. A la antropóloga Isabel Reveco la amenazaron con sus hijos para que no pusiera nada en el informe de la autopsia, para que no hablara. Cuando retiramos el cuerpo de Rodrigo fuimos con un gremialista de impuestos internos como testigo y el doctor nos dijo «éste es el certificado real, pero este es el que tenemos que presentar, si quieren dar sepultura a sus hijos firmen éste». Firmamos el que nos dijo para que nos entregaran a los niños, pero nosotros ya sabíamos que había otro certificado que es el real. Al tiempo, fuimos a ver al médico y ya no trabajaba allí. La última vez que a Rodrigo lo levantaron (exhumaron), que ha sido tres veces por las investigaciones, el médico en Santiago nos dijo lo que se puso en el certificado no es la realidad, no es la verdad.
En ese entonces, el gobierno estaba dispuesto a pagar la sepultura judía de Rodrigo que costaba 7 millones de pesos, yo le dije al rabino que no tenía esa plata, yo le dije esto es aberrante. Finalmente, yo había comprado en el Parque del Mar, pero el Ministro del Interior de esa época estaba muy interesado en ayudarme, porque le convenía. Yo trabajé mucho, mucho, para juntar dinero para llevar finalmente el caso a la Corte Interamericana de La Haya y decir que esto fue de los militares de acá, los responsables estaban acá.
FDT: ¿Cuándo hablas de responsables, quiénes son ellos?
Kena: En primer lugar me refiero a Ariosto Lapostol que era el que mandaba, en segundo lugar Juan Emilio Cheyre que era su brazo derecho. Yo por la gente que conocía acá en La Serena en esa época, había gente cercana a Cheyre y él quería entrar al círculo de estas personas. Después de esto nunca más insistió, a mi nunca me ha querido dar la cara, nunca. Le he mandado a decir de todo y nada. A mi no me interesa que me digan «fueron ellos los que dispararon», yo sé que no fueron los que mencionó porque ellos mandaban y el «pelao» que no hacía caso lo daban de baja, todos sabemos eso. Ellos son víctimas, pero si ese día estaban bebidos y les pegaron a los niños, eso no lo acepto.
FDT: En términos judiciales, ¿en qué está el caso hoy?
Kena: Vamos bien, Hernán Fernández es nuestro abogado. En términos de justicia con mi marido no miramos la plata, una vez el juez Guzmán me dijo «Kena a tu hijo no lo vas a ver más, es una realidad dura, pero es la realidad, solo estará en tu recuerdo, en tu mente, tú lo llevas en tu retina, pero a los que lo hicieron hazle justicia». Eso miro yo, la justicia. Por ello existe un juicio criminal y a la par el juicio civil, esperamos terminar con el criminal y comenzar inmediatamente con el civil y obtener una reparación que nos permita realizar un mejor trabajo en la «Agrupación de Ex Menores de Prisión Política y Tortura» donde participo. En el civil hemos sido una espina esperando y comenzando por Ricardo Lagos, que para mí ha sido lo más nefasto, comenzó gobernando con la derecha y sigue con la derecha, es íntimo amigo con Cheyre. Me deben mucha plata, pero esa plata no la quiero para mí. Si nos tienen que pagar que nos paguen, nosotros somos «viejos sin casa», vendimos nuestra casa para el juicio, por eso si tienen que pagar que paguen.
FDT: Mirando otras situaciones que ocurrieron con niños en esta época, ya sea como testigos o víctimas directas como Rodrigo, ¿cómo ves la relación entre infancia y dictadura?, si bien quizás en Chile no existió una política tan explícita de violencia hacia los niños como en Argentina, existen situaciones pendientes.
Kena: Me parece horrible, espantoso. Por eso creo que es importante que nos unamos para trabajar y resolvamos estos casos, trabajando juntos, por eso es importante los recursos. Me parece indispensable trabajar juntas y saber qué paso con todo estos casos y que se haga justicia. Entonces vamos avanzando.
Agradecemos a Kena por su tiempo y fortaleza.