Revista Diario
Me quedan pocos años de Reyes Magos. No. No me he expresado bien. Me quedan pocos años de chantaje con los Reyes Magos. Que el Terro cada vez se los huele más. Porque Susanita sigue viviendo por ahora en los mundos de Yupi, pero su hermano es de lo más inquisitivo. Que como hacen para ir por todas las casas. Que por qué a los ingleses no les llevan regalos, que qué han hecho los pobres ingleses. Que como se llaman sus camellos. ¿No tienen nombre los renos de Papá Noel? Entonces, ¿cómo no van a tener nombre los camellos? (Que sepáis que, a partir de ahora, los camellos de los Reyes Magos en mi casa se llaman Tragón, Almendrado y Dulce. Sí, ya sé que los nombres están un poco influenciados por la "jartada" de comida navideña, pero había que salir del paso, oigan). Así que, como no creo que sobreviva a muchos años de interrogatorio, este año decidí aprovecharlo al máximo. - Que no me quiero poner esos zapatos - decía el Terro, enfurruñado - Que parezco tonto con ellos. - Pero, Terro, si son zapatos de hombre, como los de papá. - Que no, que no. - Uy, qué mal que te estás portando - empiezo a decir. De pronto, miro con sorpresa a la ventana - ¡MIRA! - grito - He visto una capa morada. Seguro que eran los Reyes Magos mirando por lo mal que te estás portando. Él mira a la ventana. Baja la vista al patio donde nuestras tortugas (Zuky y Menta) toman plácidamente el sol. Y luego vuelve a mirarme con la ceja levantada. - Pues las tortugas lo habrán flipado - me contesta - Vaaaaale, me pongo los zapatos.