Cuando eres un bebés te apropias del mundo a través de las palabras. Decides que la luna es la luna después de apuntar al cielo y balbucear con una sonrisa “luna”. Lugo creces, te explicas, dialogas, expresas, convences, discutes, negocias, acuerdas, Y cuando envejeces, o eso dicen, te reconcilias con el mundo que te rodea a través del silencio.
Los años y las palabras mantienen una relación inversamente proporcional. Y es difícil darse cuenta. En qué momento tus declaraciones de amor pasan de ser carta de varios folios a resumirse en un te quiero. O cuándo aprendes a cambiar los reproches y las discusiones por sencillos “tenemos puntos de vista distintos”. Hasta dónde guardamos las palabras que tenemos dentro para no dañar y a cambio hacemos un trueque con el silencio.
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Silencio