Es increíble la fascinación que tienen por él muchos antifranquistas.
El 18 de julio es un día que sigue teniendo mucho significado más allá de lo estrictamente histórico. Sorprende que, siendo ya muy pocos los españoles que celebran la fecha (con nula relevancia en los medios), sean tantos los que se agarran a aquellos terribles sucesos para marcar distancias, para exhibir y presumir de superioridad moral, para demostrar su pureza ideológica… Es una evidencia que no debería necesitar recordatorio, pero Franco murió hace 42 años y la guerra terminó hace casi 80. Sin embargo, no son pocos los españoles que parecen frustrados por no poder llevar a juicio al general golpista, así como a los que se pusieron de su parte y a los que cometieron todo tipo de barbaridades al amparo del régimen. Tal es su obsesión con el personaje que da la impresión de que lo necesitan, de que sin él se quedarían sin discurso, sin su único argumento, de manera que podría parecer que su objetivo es acabar con Franco y el franquismo hoy.
El caso es que cuando el calendario señala 18 del 7 hay criaturas políticas que se prodigan en actos, gestos y aspavientos encaminados a que todo el mundo vea cuán antifranquistas son. Por ejemplo, en algunos estamentos oficiales de Mallorca colocaron las banderas a media asta para recordar ese día de julio del 36 y para dejar claro que condenan y abominan todo lo que vino tras aquel fallido golpe de estado. Sin embargo, no abren la boca ni organizan ninguna acción en contra de la intentona golpista de octubre de 1934, y si tienen que referirse a ésta, será para elogiarla; pero aunque haya mentes a las que les resulte imposible reconocerlo, ambos fueron auténticos golpes de estado con, eso sí, consecuencias diferentes.
El algunos lugares de Cataluña los secesionistas han colocado carteles con una imagen de Franco y una leyenda en la que éste recomienda no votar en el referéndum anticonstitucional anunciado para el próximo uno de octubre… Por un lado, de alguna manera, vuelven a darle protagonismo, y por el otro se niegan a saber, a conocer que F. F. no careció de ‘cómplices’ en muchos sectores de la sociedad catalana, cosa que queda demostrada por la cantidad de medallas, distinciones y honores que, en vida, le procuraron casi todos los estamentos políticos, sociales, deportivos y culturales de Cataluña durante gran parte de los cuarenta años; y no se le agasajó y aduló por obligación o por miedo, ya que muchísimos ayuntamientos y entidades de otras partes de España jamás le concedieron nada, sino por adhesión, por convencimiento. Un ejemplo evidente es que el Barça le otorgó dos medallas de oro del club y el Real Madrid ninguna.
Asimismo, en muchos lugares de España hay políticos de nuevos partidos que prometen que, si ganan, juzgarán a los “asesinos, torturadores, colaboradores… franquistas” aun cuando están todos muertos o son muy muy mayores y, por tanto, sería poco menos que imposible cumplir tal promesa. Sin embargo, jamás han dicho la más mínima palabra de condena hacia los asesinatos terroristas y jamás han hecho un gesto de apoyo a las víctimas; al revés, tanto políticos como simpatizantes de esos nuevos partidos dejan bien claro (en la red o en la prensa) lo que exigen para los asesinos y lo que desean a las víctimas. En definitiva, condenan aquel totalitarismo y aplauden otro.
Franco y el franquismo son, para muchísimos españoles, tan necesarios como la Segunda Guerra Mundial y los nazis para el cine (los soviéticos son, en pantalla, unos ‘malos’ menos ‘atractivos’ cinematográficamente hablando, tal vez porque de ellos se sabe mucho menos que de los nazis, puesto que sus campos de concentración siberianos no fueron liberados, ni sus archivos abiertos, ni juzgados sus criminales). Y del mismo modo que cientos, tal vez miles de películas tendrían que haber buscado otro tema si no hubiera ocurrido nada en Europa entre 1933 y 1945, muchos miles de españoles se habrían quedado sin discurso y sin referencia sin un F.F.
CARLOS DEL RIEGO