Las villas de Borgoña y de Francia dan la bienvenida a los Archiduques
Con semejante comitiva que acompañaba a los archiduques de Austria, obviamente el viaje tenía que ser lento. Cada villa por donde pasaban o pernoctaban quería homenajear a tan ilustres visitantes. En Mons estuvieron tres días; Doña Juana fue muy agasajada, pues era su primera visita, y la población le obsequió con dos jarras de plata doradas y una copa llena de florines de oro. La parada suposo que tardaran más de una semana en llegar a Valenciennes, donde también fue halagada la princesa de España, que recibió como regalo una palangana y una fuente de plata.
Tras dejar atrás Cambrai, entonces territorio del ducado de Borgoña, el 16 de noviembre de 1501 alcanzaron la frontera francesa. En San Quintín, región de Picardía, fueron bien recibidos por los principales de la ciudad, quienes les agasajaron con unos espléndidos fuegos artificiales . A continuación, Felipe y Juana fueron hasta la iglesia para besarle la cabeza al santo.
La Basílica de San Quintín hoy en día
Después de tantas bienvenidas siguieron el camino hacía la capital del reino con parada obligada en Saint Denis, panteón real francés, donde escucharon misa cantada por sus chantres y les fueron enseñados los requicarios y sepulturas de los monarcas galos; con especial orgullo les mostraron la "taza de esmeralda allí guardada", ya que sentían por ella un particular aprecio "más que ninguna otra cosa de su tesorería".
Interior de la Basílica de Saint-Denis
Panteón de los monarcas franceses Carlos V (1338-1380) y Juana de Borbón (1338-1378) y de Carlos VI (1368-1422) e Isabel de Baviera (1370-1435).
El recibimiento en París
Al día siguiente, el 25 de noviembre, la comitiva llegó a París. Felipe pretendía impresionar a los parisinos con una entrada triunfal: colocó a doce pajes a caballo, vestidos con terciopelo carmesí, jubones de seda negra con brocados y sombreros blancos, portando bien hachas, bien alabardas. A media legua de la ciudad salieron a recibir a los archiduques las autoridades civiles y religiosas, y después recorrieron las calles para el regocijo del pueblo.
Saludado también por las autoridades de la universidad y del parlamento, el archiduque asistió a un Te Deum en Notre Dame y, como si del soberano se tratara, se le ortorgó el derecho a impartir la justicia.
En suma, fue un grato recibimiento para los archiduques verse colmados de tantas atenciones. Sucedieron también las fiestas con banquetes y bailes en los que participó Doña Juana.Bibliografía:
Zalama, Miguel Á. Juana I. Arte, poder y cultura en torno a una reina que no gobernó. Centro de Estudios Europa Hispánica, 2010.
http://www.kimiko1.com/research-16th/TudorMen/index.html