Sinopsis Editorial:
Alemania, mayo de 1938. El fantasma del nazismo amenaza Europa pero Felicia, fuerte e inconformista, maneja con decisión el timón de su familia y su empresa. A su hija Belle no le importa la política, solo piensa en su carrera en el cine y en el hombre de sus sueños, con quien espera casarse muy pronto. La ceremonia se celebrará en la casa familiar de Lulinn y asistirá toda la familia salvo su madre, que ha decidido acompañar a su socio judío hasta la frontera. Al poco tiempo Susanne, su otra hija, recibe una propuesta de matrimonio de un joven oficial de las SS.
Ninguna de esas tres mujeres imagina el descenso a los infiernos que se avecina. Su país será arrasado y dividido, y el mundo entero librará una lucha feroz por la supervivencia. Cuando por fin llegue la paz, solo los más afortunados reaparecerán entre las ruinas de un paisaje devastado por las bombas.
Pues por aquí os traigo ya la segunda entrega de la serie (La estación de las tormentas), de cuyo primer volumen os hable hace nada AQUÍ. Al tratarse de una serie, os diría que si tenéis intención de leerla y todavía no os habéis animado con la primera entrega, sería mejor dejar de leer esta reseña desde ya. Intentaré no hacer spoilers, pero en estos casos es complicado. También os digo que se puede leer si haber leído el primer libro, porque la autora va haciendo aclaraciones sobre hechos y personajes pasados durante la narración siempre que es necesario, peeero... a Felicia hay que conocerla desde el principio, sin duda.
Habíamos dejado a Felicia Degnelly brindando con su familia el primer día de 1930 mientras recordaban a quienes ya no estaban. Después de sufrir, como todo el mundo, pérdidas personales y materiales tras la Primera Guerra Mundial poco a poco han intentado recomponer su situación pensando en la próxima generación y en esta segunda entrega la autora da un salto de ocho años y arranca la narración en la primavera de 1938. Seguimos en Alemania donde los judíos empiezan a tener complicadísimas las cosas, y la sombra de una Segunda Guerra Mundial planea en el horizonte.
Por supuesto Felicia, será también protagonista de este libro, pero el tiempo ha pasado y no solo por ella, sus dos hijas son ya dos mujeres. Belle, la mayor es actriz y está punto de casarse con otro actor mucho mayor y Susanne, la pequeña, se enamora de un oficial de las SS con quien también está deseando contraer matrimonio y formar una familia.
Aunque ahora Felicia es una mujer de cuarenta y dos años, sigue pensando que las guerras no van con ella y que es un tema que no debería afectarle demasiado (salvo que pueda sacar beneficio económico de ello). Ha vivido muchos altibajos, pero ahora las cosas le van bien, tiene una fábrica textil, pero su socio es judío y pronto las cosas cambiarán sin que ella pueda hacer nada para evitarlo. A pesar de todo lo que tuvo que sufrir junto a su familia y de todo lo que perdieron por el camino, su forma de ser no ha cambiado y todo parece indicar que Belle, su hija mayor, será bastante parecida a ella... más o menos. Tampoco ha cambiado nada uno de sus principales objetivos en la vida que es conservar a toda costa Lulinn, la finca familiar en la Prusia Oriental, lugar de encuentro de familia y amigos y que conserva gracias a su ex marido (no puedo decir más).
Lulinn era los campos de maíz hasta donde alcanzaba la vista en verano y, en invierno, orondos montoncitos de nieve sobre las vallas de la dehesa; era arándanos en otoño, y el olor de hojarasca y setas; era los gansos salvajes en el cielo, volviendo del sur como primeros mensajeros de la primavera. Lulinn: robles centenarios y lupinos silvestres, las sombras color gris azulado del bosque en el horizonte, el aroma pesado de jazmín en el viento y de pan de comino recién horneado que llegaba desde la cocina del sótano. La abigarrada rosaleda ante el portal, el tabletear de los zuecos de madera cuando los criados y las chicas de servicio comenzaban muy de mañana el trabajo cotidiano, el susurro del follaje de los frutales del huerto y las suntuosas camas de plumas, blancas como la nieve, que siempre olían tan bien porque Jadzia, el ama de llaves polaca, secaba las sábanas de lino al aire libre después de lavarlas y estas se impregnaban del aroma de heno fresco, flores y hierbas.
Charlotte Link
Fotografía Wikipedia
La verdad es que yo no soy lectora de historias bélicas y no es que esta lo sea, aunque la autora nos trasladará en muchos momentos a escenarios durísimos, pero la descripción de algunas escenas en el frente me han parecido magníficas.
Consigue ponernos en la piel de los soldados alemanes que deben entrar en Rusia, cuando saben de sobra que no lograrán sobrevivir al terrorífico y helador invierno ruso, es como si la euforia de Hitler por sus victorias lo hubiera hecho sentir inmortal y estaba seguro de poder con todo, pero no era él el que tenía que cruzar un inmenso terreno helado y aunque muchos lo hicieron convencidos de la victoria, muchos otros lo hicieron por obligación y nunca entendieron por qué iban a morir tan lejos de su hogar.
...casi todos tenían, como poco, los dedos helados, otra consecuencia de la irreflexión con la que había comenzado aquella campaña hacia el este: todos sabían, también en el alto mando del ejército alemán, que en invierno los soldados rusos solían llevar botas al menos dos números más grandes, que rellenaban de paja y periódicos como protección contra el frío. Los alemanes no lo habían considerado necesario y sus botas encajaban a la perfección. No les cabía ni una brizna de paja.Igualmente describe muy bien el momento en que los rusos acaban entrando por la Prusia Oriental en su avance hacia Berlín y cómo algunos alemanes, como la familia de Felicia, estaban seguros de que sus ejércitos los frenarían, que no tendrían que abandonar sus mansiones, que pasarían de largo... en fin, que me ha gustado muchísimo cómo transmite los diferentes pensamientos de cada uno, sus dudas, sus miedos, el terror a equivocarse, a abandonar lo que ha sido suyo durante generaciones, el no saber si podrán volver si finalmente deciden dejarlo todo atrás.
Al igual que en el primer libro, además de la propia historia en sí, que es magnífica, las dos cosas más destacables de la novela, son los personajes y la ambientación.
Felicia me ha vuelto a conquistar, creo que es de los mejores personajes que he tenido el gusto de leer. Ella nunca ha sido una madre cariñosa para sus hijas y no deja de ser una persona interesada y calculadora, pero al final, siempre está ahí para los suyos, independientemente de lo que tenga que hacer (aunque a veces le cueste aceptar algunos consejos y acabe pagando un alto precio). Yo espero que siga teniendo peso en la tercera entrega de la serie, pero todo dependerá del año en el que empiece esa historia y los años que tenga Felicia entonces.
También me ha dado pena perder a algunos personajes a consecuencia de la guerra igual y sin embargo hay otros que se han salvado que no me hubiera importado dejar atrás, así que... ¿tendrán un peso importante en la tercer parte?
Destacaría también a Alex Lombard, un personaje que diría tiene más peso que en la primera entrega y cuya capacidad para intuir lo que va a ocurrir y tomar las decisiones adecuadas es primordial en más de un momento. Alex vigila por el bienestar de Felicia y los suyos, y en muchos momentos he deseado gritarle a ella... ¿por qué no le haces caso?
La verdad es que esta novela es una montaña rusa de emociones Son tantos los personajes a los que el destino les tiene reservadas sorpresas, a veces muy desagradables, que acabas involucrándote en sus vidas y empatizando y sufriendo con y por ellos. De nuevo ha sido un placer sumergirme en la pluma de Charlotte Link y desde el momento en el que cerré el libro, se ha convertido en mi favorito de la autora. No sé qué nos deparará la tercera parte de esta trilogía y me da pena pensar que cuando se publique ya habré olvidado mucho de esta entrega, pero aún así, será un placer leerla.
Puedes leer un fragmento de "Los aromas perdidos" AQUÍ