Varios bomberos apagan los restos del incendio en el sótano de una mezquita en Eskilstuna, Suecia . EFE
Los ataques a mezquitas están empezando a ser algo común en Suecia. Este año se han cometido 12 asaltos, un promedio de uno al mes. El primer ministro Stefan Löfven ha reconocido que “esto es muchísimo, es algo totalmente inaceptable, y además también ha habido ataques contra sinagogas. Es muy importante que permanezcamos firmes en la defensa de la libertad de religión, para que todos puedan vivir su religión sin miedo. Una amenaza contra esto sería una amenaza contra la democracia”. “El odio hacia los musulmanes se ha intensificado”, comentó Omar Mustafa, directivo de la Asociación islámica de Suecia, en entrevista con la radioemisora estatal SR.
En Suecia, tradicionalmente percibida como un país abierto a los refugiados, estalló una crisis política a principios de diciembre, cuando el partido anti-inmigración Demócratas de Suecia –tercera fuerza en el Parlamento desde septiembre– declinó a respaldar la propuesta de presupuesto presentada por el Gobierno del socialdemócrata Stefan Löfven.
En el país nórdico existe un gran debate acerca de la política de inmigración. Los partidos de la derecha, que cada vez ganan más fuerza, como el ultraderechista Demócratas de Suecia exigen reducir en un 90% la cifra de solicitantes de asilo en el país, propuesta a la que se oponen los partidos liberales, que defienden no cambiar la actual política de inmigración.
Una reciente encuesta refleja que el 43% de los interrogados estaría a favor de acabar con las ayudas económicas e incluso con la estancia de los refugiados en el país.