De Jupin nos gusta su vocación por el reciclaje. Sus creaciones podrían haber protagonizado cualquier película de aquella ciencia ficción ochentera de serie B que nos sumergía en atmósferas chatarreras habitadas por robots de segunda mano y androides inadaptados. Estos encantadores hermanos pobres de C3PO y R2D2 tienen forma de aspiradoras humanizadas, teteras con cabeza valvular, maniquís pensantes y transistores con corazón de metrónomo. Retrofuturismo para todas las edades.




Existe un mundo habitado por engendros tubulares y hombres de hojalata que juegan a parecer humanos. Y está al lado del nuestro.
