a Fórmula 1 es como una gala automovilística, ya que es la máxima categoría de competición. Su prestigio y popularidad ha ido creciendo con el tiempo. No sólo son carreras en las pistas, también es una competencia, cuerpo a cuerpo, por mejorar la tecnología. Algunos avances logrados por los ingenieros de las escuderías se han traspasado a los usuarios de autos normales. El freno de disco es un ejemplo (hasta algunos modelos de bicicletas usan un disco de frenado).
Para mi, no sólo los autos son atractivos en este deporte tuerca de elite, también lo son el trabajo en equipo de las escuderías y cómo, con el correr del tiempo, han transformado la carrocería en un importante espacio de publicidad (todos recordamos a Marlboro en el alerón). Esto sin pensar en cómo, una escudería, es capaz de enaltecer tanto a la fábrica de su motor, como de la carrocería. Hay marcas de autos que son de bajo perfil en la venta de autos comunes, pero en la Fórmula 1 están en los primeros lugares. Tal como en muchos deportes, los espacios publicitarios se venden incluso hasta en las imágenes que transmiten las cámaras que van detrás del piloto. El merchandising asociado a líneas de productos y sus respectivas licencias, ayuda a solventar los gastos del placer de la velocidad.
No hay duda que la pasión también está presente en el rubro. El desarrollo de la Fórmula 1 está marcado por el profesionalismo y compromiso de todos los equipos. Ganadores o no, ponen una gran seriedad de su parte y así recorren el mundo. Es triste ver que uno de los técnicos comete algún error en una entrada a los pits y pierden milésimas de segundos, o, en el peor de los casos, segundos. Si no fuera por las restricciones que pone el reglamento técnico, estos autos literalmente volarían. Aún así, a pesar de lo espectaculares que son los accidentes a gran velocidad, en la mayoría de los casos, los pilotos salen ilesos.
Una carrera es un gran desafío para el piloto y su cerebro. La velocidad de reacción, la templanza y la concentración, junto a cómo el cerebro es capaz de regular su temperatura en carreras que duran horas, son un buen ejemplo de cómo nos hemos ido adaptando a nuevos retos.
Aunque ganar una carrera parece simple, requiere de una gran estrategia y liderazgo. No basta la habilidad personal de los pilotos, también una buena aerodinámica que disminuya la resistencia al avance y el empuje del auto hacia abajo.
Un auto de Fórmula 1 es capaz de acelerar de 0 a 100 Km/h en poco más de 2 segundos. Llega a 160 Km/h en 3,6 segundos y a 200 en 5,6 segundos.
Un Gran Premio puede llegar a consumir 1.200 litros de combustible en un equipo. También 70 litros de aceite para el motor y otros 30 para la caja de cambios.
Michael Schumacher (el piloto ganador de 7 campeonatos) tomó un taxi en el 2007 para ir con su familia al aeropuerto. Para no llegar tarde, tomó el volante y condujo el mismo. El asombrado taxista comentó después que Schumacher “hizo unos adelantamientos increíbles e iba rapidísimo en las curvas”. Por algo el Príncipe de Dubai le regaló una isla cuyo valor asciende a 7 millones de euros.
La Fórmula 1 seguirá en la retina de los fanáticos de la velocidad y los fans, a pesar de que el costo es alto, vale la pena continuar para ver hacia qué avances nos conducirá.