Calderón escribió cinco autos relacionados con Toledo
. El primero en orden cronológico (aunque no nos consta documentación precisa) debió de ser Psiquis y Cupido, hacia 1640, que más adelante reescribiría en una segunda versión para las fiestas de Madrid.
A las fiestas del Corpus toledanas de 1643 pertenece Llamados y escogidos, y a 1644 corresponden los de La humildad coronada y El socorro general; y, por fin, en el marco de las celebraciones por la canonización de San Fernando se escribe El santo rey don Fernando (primera parte, que es la que afecta a Toledo).
La relación de estas piezas con Toledo es de diversa índole. La de los cuatro primeros estriba fundamentalmente en haber sido escritos para representaciones de esta ciudad, sin que el argumento tenga conexión directa con la capital imperial.
No obstante, con gran ingenio, Calderón establece una serie de referencias, basadas sobre todo en la etimología que atribuye a Toledo o Toletot (procedente según la poética calderoniana del sirio, caldeo o hebreo) que significa 'junta de muchos, unión de naciones, unión de gentes'.
Sobre todo en El socorro general, cuyo argumento refleja la guerra de Cataluña, esta etimología de Toledo le sirve para aludir a la Unión de Armas procurada por Olivares y rechazada por los catalanes, y a la vez para identificarla conla Iglesia 'unión de fieles', de manera que Toledo se erige, por partida doble, como
arquetipo de fidelidad a la Corona y a la Iglesia, plaza de armas de la fe. El mismo motivo aparece en Psiquis y Cupido y en La humildad coronada (y también, aunque más marginalmente, en Llamados y escogidos, vv. 1073-1077) y funciona siempre como engarce con el espacio urbano en el que se representa el auto, y con su público.
En el caso de El santo rey don Fernando, aunque no fue auto hecho para su representación en Toledo, los motivos toledanos son mucho más densos: parte del argumento guarda relación con tradiciones de la ciudad (como la del judío Eleazaro) y con la construcción de su catedral. La segunda parte de este auto ya no tiene nada que ver con Toledo.
Los argumentos se sacan de numerosas fuentes y materias sin sometimiento a límite alguno; el asunto, revelado por medio de la interpretación alegórica del argumento, es siempre la exaltación de la Eucaristía (o, si se quiere, el gran tema de la Redención humana que culmina en el Sacramento).
Fuente: http://cvc.cervantes.es/literatura/criticon/PDF/087-088-089/087-088-089_065.pdf
Revista Cultura y Ocio
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