Revista Historia

Los "batiports" de L'Hospitalet, donde historia, inundaciones y malos olores se dan la mano

Por Ireneu @ireneuc

Al ser la parte más antigua de L'Hospitalet (con permiso de Santa Eulalia), cuando paseamos por la calle Mayor podemos ver, si nos fijamos, toda una serie de pequeñas cosas que nos hacen retroceder a un pasado y a unas circunstancias que poco o nada tienen que ver con las actuales, pero que son parte intrínseca de lo que ha sido y es esta ciudad. Seguro que se habrá fijado en las (pocas) casas antiguas que aún no han sido derribadas, en su antigua alineación, en su fuente, en los azulejos del Vía Crucis ( ver Las elevadas y supervivientes baldosas del Viacrucis de L'Hospitalet)... y, demasiadas veces, en el mal olor que desprenden las cloacas en esta zona tan céntrica. Pues bien... ¿se ha fijado en las guías de hierro que tienen en la puerta algunas de estas viejas casas? Pues, aunque le parezca mentira, en estas antiguas estructuras relictas -conocidas como guardapuertas en castellano o " batiports " en catalán-se juntan la historia de Hospitalet, su geología, su geografía y la razón de que, a veces, huelan mal sus calles.

Por mucho que las nuevas generaciones lo desconozcan, uno de los principales peligros que tradicionalmente ha tenido L'Hospitalet han sido las inundaciones. El hecho de ser un pueblo con una riqueza brutal en agua subterránea ( ver El metro, un pozo escondido y el río subterráneo de la estación de L'Hospitalet-Av.Carrilet ), ubicado a caballo de la llanura deltaica y los contrafuertes de Collserola y a poco más de 2 kilómetros del río (por algo se llama "de Llobregat"), ha hecho que, en época de lluvias intensas, la zona pusiera a más de uno los pelos como escarpias. Seguro se habrá dado cuenta que, viniendo de Cornellà por la calle Mayor, al pasar la plaza de la Remonta, primero bajas un poco, a la altura del Ayuntamiento es plano y luego vuelve a subir hasta el Casino del Centre. Esta forma no es casual y marca la existencia de una cubeta o zona deprimida que, históricamente, ha dado muchos dolores de cabeza a los habitantes de esta parte del barrio del Centre.

Debido a la proximidad de Collserola, las rieras que atraviesan el término municipal de L'Hospitalet descienden por sus laderas con un desnivel muy fuerte. Ello provoca que, cuando hay tormentas, el agua baje muy rápida, arrastrando gran cantidad de barro y piedras poco erosionadas que se depositan tan pronto como el cauce pierde pendiente. Antes de la época romana, dejaban su carga de sedimentos directamente en la costa (que se encontraba a la altura de la Carretera Provincial - ver El invisible y superviviente mojón histórico de la calle Enric Prat de la Riba ) formando pequeños deltas, llamados conos de deyección. Sin embargo, conforme que avanzó el delta del Llobregat en los últimos 2.000 años, las rieras dejaban su carga de sedimentos en cuanto tocaban el llano, formando relieves que se encontraban por encima del nivel del delta y dejando espacios entre los conos de deyección muy susceptibles de ser inundados.

De esta manera, la zona situada actualmente alrededor del Ayuntamiento se encontró limitada por el cono de deyección de la Riera de la Creu (por eso el Casino está más alto que la casa consistorial) y por el otro por el cono de deyección de la Riera de l'Escorxador (por eso la Plaza de la Remonta está en alto), formando una especie de anfiteatro que quedó abierto hacia la plana deltaica... y con un problemón para los habitantes que fueron ocupando el lugar conforme que se desarrollaba la antigua Vía Augusta. Y es que, a cada tormenta, si las rieras se desbordaban, la zona se volvía una auténtica piscina con un drenaje muy deficiente hacia el delta por su falta de inclinación. No en vano el casco antiguo (la calle Xipreret - ver La larvada guerra fría de los "corralons" de la calle Xipreret ) se sitúa topográficamente unos metros por encima del fondo de esta cubeta (serían antiguos, pero no tontos).

Con la consolidación durante la Edad Media y Moderna del poblamiento a lo largo del Carrer Major, vinieron los problemas graves de inundación de la zona, ya que afectaban no solo a los campos, sino también a las numerosas viviendas que se iban construyendo. A este inconveniente se tenía que sumar el hecho de que, además del riesgo de desborde de las rieras, la furia de las avenidas del río Llobregat se hacían sentir en todo el delta. Unas inundaciones que llegaban al espacio de la actual plaza del Ayuntamiento por la parte abierta al delta y que se sumaban a la lluvia y al desborde de las rieras.¿Y cual fue la respuesta de la gente? Hacer las casas con un par de escalones por encima del nivel de calle y, por si no fuera suficiente protección, poner unas tablas en la puerta que impidieran la entrada del agua al interior de las casas: las guardapuertas o "batiports".


Durante el siglo XIX y buena parte del XX este problema siguió bien vigente, habida cuenta que el peligro de arroyada del río y de las rieras continuaban bien vivos. Ello era así porque, si bien se construyeron toda una serie de colectores pluviales que llevaban el agua de escorrentía siguiendo las rieras y aprovechando la red de acequias del Canal de la Infanta, el hecho de ser un delta excepcionalmente plano (con tan solo un 0,1% de pendiente) impedía el funcionamiento correcto de los drenajes en caso de aguaceros. Debido a este problema, la mayoría de las casas tenían pozos ciegos donde verter sus aguas negras, habida cuenta que el terreno llano no era propicio para hacer cloacas al uso. No obstante, a partir de mediados del siglo XX la cosa iba a cambiar bastante.

La llegada masiva de población a L'Hospitalet hizo que el problema de inundaciones por lluvias o por avenidas del río fuera cada vez más grave (no es lo mismo inundar un campo que una manzana de casas), por lo que se mejoraron los drenajes que llevaban el agua de escorrentía y de residuos domésticos hasta el río o el mar ( Vall del Poble-Escorxador y Riera de la Creu, en el caso del Centre). Mejoras que no fueron del todo efectivas hasta que no se construyeron los pantanos de la cuenca del Llobregat -Sant Ponç (1957), La Baells (1976) y Llosa del Cavall (1998)- que permitieron regular las desastrosas inundaciones que tradicionalmente asolaban el Baix Llobregat. No en balde, la última avenida que llegó a poner bajo el agua la plaza del Ayuntamiento se produjo en 1971 ( ver La Marrada, el meandro olvidado de Cornellà-El Prat ).

Desde entonces, y aun cuando el mismo problema que afectaba el Centro también afectaba al barrio de Sant Josep y a partes de Santa Eulalia debido a la Riera dels Frares ( ver La Riera dels Frares, la inadvertida riera saltarina de L'Hospitalet ), el Torrente Gornal y la Riera Blanca, las obras de mejora de los pluviales que drenan todo el término de L'Hospitalet han dejado el problema de inundaciones de la ciudad en un lejano recuerdo. Ello ha hecho que, si bien las zonas más conflictivas no puedan evitar dar algunos problemas en caso de tormenta, o se produzcan olores por el estancamiento del alcantarillado debido a la baja pendiente, los antiguos " batiports " y su función salvadora sean un testimonio histórico de un tiempo pasado y una problemática que, afortunadamente, no debiera volver a repetirse.


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