Revista Diario

Los bebés de alta demanda existen

Por Una Mamá (contra) Corriente @Mama_c_corrient

Soy consciente de que el término bebés de alta demanda no gusta a todo el mundo.

Unos opinan que es una etiqueta, y una etiqueta negativa, y que está mal etiquetar a los niños.

Otros creen, directamente, que es un invento absurdo, quizá de padres exagerados, o con pocos recursos para saber gestionar la intensidad de sus hijos.

Mi opinión ya la sabes: los bebés de alta demanda existen. ¡Vaya que si existen!

Cuando tienes uno, lo sabes.

Si crees que no existen, enhorabuena, es que nunca has tenido un hijo así.

Si tienes dudas acerca de si un hijo tuyo es de alta demanda, también enhorabuena. Te aseguro que si lo fuera, lo sabrías.

El por qué de la “etiqueta” de alta demanda

Personalmente no creo, ni he sentido nunca, que calificar a un bebé o niño como “de alta demanda” sea etiquetarlo.

Entre otras razones porque tiene un uso muy restringido, habitualmente dentro del círculo más íntimo.

Yo no voy por la vida diciéndole a la gente que mi Mediano es un niño de alta demanda. Primero porque no suelo ir contando detalles nuestros alegremente y segundo porque para alguien que no haya leído sobre el tema seguramente le suene a chino. Si sale el tema, suelo emplear otros términos que vienen a decir algo parecido, como que los primeros años fueron muy duros o que dormía tan mal que muchas noches se me caían las lágrimas de desesperación, por ponerte algún ejemplo.

Tampoco me parece una etiqueta porque tu al niño no le dices que es de alta demanda, probablemente si alguna vez se lo comentaras de mayor te preguntaría qué es eso o si ya por edad sospechara de qué va el término, se reiría de manera cómplice… sí, mi Mediano empieza a ser consiente de cómo drena la energía de los adultos 😉

¿Entonces, para qué sirve?

Desde mi punto de vista, sirve para entender que ese temperamento que te tiene destrozado es normal y que no eres un padre espantoso. A tu hijo no le pasa nada y a ti tampoco. Que puedes llorar, que puedes encontrar a otros padres que estén pasando por lo mismo, que puedes perdonarte y perdonarle porque nada malo os pasa a ninguno de los dos. No lo estás haciendo fatal. No es culpa de nadie.

De hecho, que te hayas molestado en buscar información y apoyo ya denota que te interesa el bienestar de tu hijo, que no es poco. Lo que se pretende con el término es tener más información para poder acompañar mejor a tu bebé. Tan simple como eso.

Por otro lado, da igual si el término alta demanda sirve para algo o no, porque no es un diagnóstico ya que no hay nada que diagnosticar. No es un trastorno, no es falta de apego o de compromiso ma-pa/terno, no es un problema de conducta ni nada parecido. Es una forma de ser, altamente sensible, que requiere de unos cuidados y una paciencia tan infinitos que chocan brutalmente con las necesidades más básicas de cualquier ser humano adulto.

¡Por cierto! ¿Sabes cómo lo denominó el Dr. Sears? Porque “alta demanda”, claro, es una traducción del inglés. El término original es “high need baby“, que a mi me gusta mucho más porque me parece bastante más descriptivo y con una connotación más neutra. O serán cosas de lo mucho que me gusta el inglés 😉

En fin, sea como sea. La etiqueta. El término. La descripción. Si a ti te sirve, cógelo. Si no te sirve, olvídalo. Es así de sencillo.

¿Niños intensos, padres con pocos recursos?

Algunas veces he leído que en mayor o menor medida estos hijos intensos no dejan de ser unos niños malcriados por unos padres faltos de recursos.

Como parte de la incomprensión de la gente está el hecho de pensar que un niño de alta demanda es un niño que se porta mal:

  • Que  un bebé necesite contacto, piel, caricias, dormir pegado y mucha teta de ninguna manera puede ser portarse mal.
  • Su extrema sensibilidad no tiene nada que ver con que en público se porten bien o mal, una valoración, por cierto, muy subjetiva en un mundo en el que los niños parece que siempre molestan.

Lo cierto es que cada vez me dan más pereza estas opiniones que campan a sus anchas por redes como Twitter por cuentas en las que se destila un odio hacia los niños y hacia las familias con niños que dice muy poco de nuestra sociedad. No creo que merezcan dedicarles ni un segundo de tiempo.

Tengo claro que los padres que hemos encontrado en la definición de niños de alta demanda una explicación para el carácter de nuestros hijos somos cualquier cosa menos gente sin recursos emocionales ni compromiso con la crianza. Más bien es todo lo contrario.

Las expectativas de una sociedad que no ama a los niños

No confundamos.

Vivimos en un mundo donde los niños no son bienvenidos. No se valora a la familia, no gustan los niños, todo lo relacionado con ellos resulta molesto, un obstáculo para el desarrollo del adulto, una molestia a evitar.

Con una contradicción enorme se nos mete mucha presión para tener hijos cuando te casas pero luego hay un nulo apoyo para poder criarlos.

Se vende una imagen muy idílica de lo que es tener hijo cuando la realidad de la crianza es otra bien distinta.

Sí, muchos descubrimos con el primer bebé que tener un pequeño es algo que te cambia la vida para siempre y que ni un solo minuto de tu existencia volverá a ser como antes. No es un desafío cualquiera, yo entiendo que para mucha gente sea un reto personal importante y entiendo que también lo sea para muchas parejas.

En una sociedad donde no hay tribu y, por tanto, no hay referentes, nos encontramos con que descubrimos lo que es un bebé teniendo a nuestro primer hijo. Y resulta que los bebés duermen muy poco, lloran mucho, necesitan muchos brazos y mucha generosidad por nuestra parte. Pero lo que esperan de nosotros es que nos despeguemos de ellos cuanto antes y sigamos produciendo como si nada.

Con ese choque tan tremendo entre realidad y expectativas, normal que todos los bebés parezcan demandantes en exceso.

No confundamos ideas
  • Los bebés son demandantes, siempre, porque en ello les va la supervivencia.
  • Y también tienen mucha energía, son tercos, y a muchos les cuesta horrores dormir porque lo encuentran una pérdida de tiempo, y suelen tener rabietas, y muchos tienen un carácter fuerte… y podríamos seguir con los “y” sin extrañarnos de nada porque es lo normal. ¡Vienen así de fábrica!
  • Pero los bebés de alta demanda son bebés que superan con mucho esas necesidades, produciendo una sensación en el cuidador de asfixia casi casi literal.

Mi Mediano nació con los ojos abiertos como platos y sujetando la cabeza.

No quería cerrar los ojos ni para mamar y la primera semana la pasó entera mirándome durante todas y cada una de sus noches, desde las 22 h hasta las 6 h de la mañana, casi sin pestañear. Seré anciana y todavía recordaré su mirada clavada en la mía y su capacidad para estar despierto tantas horas siendo un mico de apenas unos días de vida.

Ese fue el principio de una crianza intensiva que he agradecido todos y cada uno de sus días, aunque algunos haya sentido que no podía más.

Mi opinión sobre el vídeo de Alberto Soler acerca de los bebés de alta demanda

No es la primera vez que comento un vídeo del psicólogo Alberto Soler porque los encuentro muy acertados y es un profesional con el que sintonizo.

Hace unas semanas una mamá me comentaba que le sorprendía que me gustara y le citara de forma habitual porque él negaba la existencia de los bebés de alta demanda.

En concreto, el vídeo negacionista es este:

Si me conoces un poco ya sabrás que rara vez veo que las cosas blancas o negras. Este caso no es una excepción.

No comparto su opinión plenamente pero sí muchas de las cosas que explica en el vídeo. Es más, entiendo dónde quiere ir a parar.

Estoy de acuerdo en…

Asumir que vivimos en una sociedad en la que cualquier bebé resulta excesivamente demandante porque se quiere imponer un modelo de crianza que va contra las necesidades de cualquier niño pequeño.

También estoy de acuerdo en que hablamos poco de los bebés de baja demanda, en cierta medida porque son los bebés que todo el mundo espera tener, los bebés que la sociedad califica como “buenos”. Y a lo mejor deberíamos hablar más de ellos porque mientras que la alta demanda no es mala más que para sus agotadísimos padres, la baja demanda podría ser indicadora de la existencia de dificultades en el desarrollo.

Coincido en que los bebés de alta demanda, de serlo, forman parte de un porcentaje de niños muy minoritario (se estima en torno a un 10%). Algo que es lógico, porque si todos fueran AD el término habría perdido sentido.

No estoy de acuerdo en…

Darle valor a una encuesta en Facebook. Porque por mucho que esté realizada por padres, es imposible conocer las circunstancias concretas de esas familias y si de manera previa a ser preguntadas conocían a qué nos estamos refiriendo con alta demanda.

Como explicaba antes, tal y como están las cosas en nuestra sociedad, cualquier bebé que no sea un bebé seta puede ser calificado como bebé excesivamente demandante, por lo que no me sorprende para nada el resultado de la encuesta. Menos aún con el público tan heterogéneo que debe seguir a Alberto Soler.

Por otro lado, el resultado concreto de esta encuesta hecha de manera informal no creo que pueda llevarse mucho más allá de lo anecdótico. Lo que contesten a vuela pluma un puñado de padres (aunque sean unos cuantos miles) no influye en absoluto en la realidad de que existe un pequeño porcentaje de bebés que sí presentan unas características claramente diferentes y reconocibles frente al resto.

Es como si mañana hacemos una encuesta en Facebook y la mitad votan que la Tierra es plana. Eso no cambia la realidad de que la Tierra sea redonda, por muchas personas que – vaya usted a saber por qué –  se han decantado por responder a esa pregunta de esa manera en ese momento concreto.

Tampoco estoy de acuerdo en que baste con explicar a los padres que esos rasgos del carácter de su bebé son normales porque claramente exceden con mucho a la media y, desde luego, exceden de lo que un adulto es capaz de soportar sin perder la cabeza. Los padres de un niño de alta demanda, si han llegado a ese término, es porque ya tienen claro lo que necesita un bebé normal y lo muchísimo más que necesita su pequeño. Necesitamos una tribu, apoyo, empatía.

Y qué hacemos con los que negacionistas

En general, cuando empiezas a criar deberías priorizar que te resbalen las opiniones de los demás. Porque bastante duro es ya de por sí como para que encima venga la gente de fuera a ponerte en duda. ¡Que lo harán constantemente, hasta en la cola del pan!

Como esto no es un diagnóstico, realmente carece de importancia. Es algo que nos cambia a nosotros, como padres. Nos ayuda a enfocarlo de otra manera. Compartiendo con otros padres, encontrando información, leyendo los relatos de otras familias que han pasado por lo mismo. Sirve para crear grupo, para entender que no lo estamos haciendo rematadamente mal ni ellos tienen ningún problema.

A mi los negacionistas no me ofenden. Casi me alegro por ellos, que no les ha tocado vivir la crianza de esa forma tan dura, que te lleva a la desesperación día tras día y que pone a la pareja en jaque. Me alegro porque si tener un recién nacido es duro, este aterrizaje en el mundo no es fácil de encajar.

Los bebés de alta demanda existen. Y yo tengo uno

A ti que me estás leyendo te digo que no te estás volviendo loca. Bueno, igual sí 😉

Pero tus percepciones no están equivocadas. Así que, si no lo habías hecho hasta ahora, ya puedes ir aliviando esa culpa e intentando aferrarte al día a día hasta que la tempestad pase. Centrarte en el presente te ayudará a agobiarte menos.

Porque, sí, como todo en la crianza, esta etapa tan dura irá pasando.

No te prometo que dure poco, porque este carácter es para siempre. Pero sí te aseguro que con el paso de los años se irá modulando y será algo más llevadero.

También te aseguro que la conexión que tendrás con tu hijo AD será realmente especial y que terminarás conociéndole tan bien que tu misma te sorprenderás algunas veces.

Y algún día ese drenaje tan intenso de tu energía te empezará a parecer mejor y, quien sabe, igual incluso acabas teniendo otro bebé.

La entrada Los bebés de alta demanda existen se publicó primero en Mamá (contra) corriente.


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