La música es beneficiosa para los bebés y los recién nacidos son capaces de reconocer canciones infantiles que escucharon en el vientre de su madre, lo que confirma la escucha prenatal y receptividad cerebral de bebés.
Investigadores de la Universidad de Salzburgo que realizaron un experimento con mujeres embarazadas, que hicieron escuchar a sus bebés en el útero dos canciones infantiles alemanas, dos veces al día a partir de la semana 34 de embarazo, a través de unos altavoces colocados en sus abdómenes. Cuando nacieron los bebés eran capaces de distinguir el ritmo y sonidos de estas canciones infantiles que escucharon de otras que no les resultaban familiar.
Con tan sólo dos semanas después del parto, cuando los recién nacidos escucharon las canciones infantiles que habían oían en el útero, su actividad cerebral determinó que estaban familiarizados con las canciones y les prestaban atención.
A los bebés les resulta más fácil seguir las canciones infantiles que escucharon por primera vez en el útero. Los investigadores descubrieron que las canciones infantiles desconocidas provocaban una respuesta eléctrica cerebral más intensa en los bebés, lo que sugiere que hacían un mayor esfuerzo cognitivo al escucharlas.
Durante el experimento, los investigadores también alteraron el ritmo de las canciones infantiles que ponían a los bebés. Por ejemplo, las reprodujeron al revés y las modificaron para que no contuvieran sonidos de alta frecuencia. Resultó que los bebés tenían que hacer más esfuerzo para seguir las canciones infantiles alteradas que las originales, lo que sugiere que son capaces de diferenciar entre las grabaciones.
Los autores de esta investigación, publicada en el sitio web bioRxiv, concluyeron que los bebés pueden reconocer las canciones infantiles que escucharon antes de nacer. Lo que confirma la escucha prenatal y receptividad cerebral a la música, como si sus cerebros ya estuvieran equipados para diferenciar un sonido de otro.
Escucha prenatal música Mozart y receptividad cerebral
La exposición prenatal a la música de Mozart es objeto de creciente interés e investigación. Un estudio del Institut Marquès de 2018, afirma incluso que los bebés en el útero tienen preferencia por la música clásica de Mozart. Diversos estudios han sugerido que la exposición prenatal a la música, especialmente a las composiciones intemporales de Mozart, puede tener un impacto estimulante y formativo en el cerebro en desarrollo del feto.
Las investigaciones en el campo del desarrollo prenatal y de la primera infancia han indicado que los patrones intrincados y armoniosos de la música de Mozart, pueden resonar en el sistema auditivo en desarrollo del feto, sentando potencialmente las bases para una mejora de la percepción y la sensibilidad auditivas tras el parto. Las cualidades rítmicas y melódicas de las composiciones de Mozart pueden crear un entorno auditivo rico y atractivo para el feto, provocando respuestas y actividades neurológicas que contribuyen al perfeccionamiento y desarrollo de las capacidades auditivas y cognitivas del bebé.
Se cree que la exposición prenatal a la música de Mozart proporciona al feto una fuente de estímulos sensoriales enriquecedores, que potencialmente sentan las bases para sus primeras experiencias e interacciones con el sonido y la música. La naturaleza intrincada y estructurada de las composiciones de Mozart tiene la capacidad de cautivar el sistema auditivo en desarrollo del feto, fomentando su sensibilidad a los estímulos musicales y contribuyendo al cultivo de un paisaje auditivo rico y matizado en el útero. Esta exposición temprana a las cualidades complejas y armónicas de la música de Mozart puede desempeñar un papel formativo en la configuración de las preferencias, sensibilidades y receptividad auditivas tempranas del bebé, sentando las bases para una futura predisposición al disfrute y la apreciación de la música.
La exposición sistemática a las composiciones estructuradas y melodiosas de Mozart durante la gestación puede proporcionar al feto una base para la interiorización y la respuesta a los patrones rítmicos, lo que puede tener implicaciones para su compromiso futuro con la música y las actividades rítmicas tras el nacimiento. Esta exposición sensorial temprana y formativa constituye un aspecto único e influyente del entorno prenatal del bebé, que puede sentar las bases de su desarrollo perceptivo y cognitivo temprano de forma profunda y duradera.
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