Escarlata Ojara decía en Lo que el viento se llevó, que ponía a Dios por testigo que nunca más volvería a pasar hambre, con los bifosfonatos parece que volvemos a pasar hambre. Al igual que ocurrió con la Terapia Hormonal Sustitutiva, los bifosfonatos están dejando poco a poco de ser esas simpáticas pastillas que anunciaba crípticamente nuestra Carmen Maura, que se tomaban una vez al día, a la semana o al mes, y que se prescribieron (y se prescriben) como churros, con los consabidos beneficios para los sectores implicados, lo que cada vez está menos claro es el beneficio para los pacientes.
El boletín de Información Farmacoterapéutica de Navarra de diciembre publica una interesante revisión, de la que extraigo las conclusiones:
- A corto plazo, los bisfosfonatos presentan cierta eficacia en la prevención de fracturas vertebrales radiológicas morfométricas, aunque su eficacia en fracturas clínicas es más modesta.
- La eficacia en la prevención de fracturas de cadera a corto plazo es muy dudosa. En caso de que existiera algún tipo de eficacia, sería de escasa o nula relevancia clínica.
- A largo plazo parece que aumentan el riesgo de fracturas femorales atípicas desubtrocánter y diáfisis. También podrían aumentar el riesgo de fractura de cadera en vez de disminuirlo.
- Se ha descrito un patrón radiológico específico para las lesiones óseas producidas por los bisfosfonatos a largo plazo.
- Dado que estos fármacos pueden presentar efectos adversos graves, es urgente aclarar la eficacia real de los bisfosfonatos a largo plazo y evaluar la posibilidad de dejar de usarlos para la osteoporosis.