Revista Cultura y Ocio
"Lo primero que pensó Nóra cuando le llevaron el cadáver fue que no podía ser de su marido. Durante un largo instante miró a los hombres que cargaban con Martin en sus sudorosos hombros bajo el frío cortante y pensó que el cuerpo no era más que una imitación despiadada; un remedo, cruel de tan parecido. Martin tenía la boca y los ojos abiertos y la cabeza inclinada sobre el pecho, pero no había vida en él. El herrero y el labrador le habían llevado un animal muerto. No podía ser su marido. No era él en absoluto."
Leí Ritos funerarios apenas salió al mercado sin tener muy claro lo que me iba a encontrar. Tras ese fantástico debut, no he podido esperar a leer la segunda novela de su autora. Hoy traigo a mi estantería virtual, Los buenos.
Cuando Nóra enviuda de manera repentina nadie sabe que será el primero de una serie de hechos inexplicables. Además, Nóra queda a cargo de su nieto, un niño con necesidades especiales, y va a necesitar ayuda para criarlo, mejor escondido de los vecinos. Por eso aparece Mary en esta aldea remota plagada de supersticiones. De hecho ya hay un rumor sobre la existencia de un niño "cambiado" al que nadie conoce. Ante eso, la abuela intentará por todos los medios revertir ese cambio acudiendo a quien sea necesario.
Los buenos, "la buena gente" es el término con el que se conoce a las hadas en el folklore irlandés. Pero claro, se alejan mucho estas hadas de las madrinas de Cenicienta, por ejemplo. Para ellos, hay otro mundo paralelo en el que viven estos "Buenos vecinos" y pueden, además, caminar entre nosotros. Nance, la curandera de la novela de Kent, afirma que son capaces de mirarnos con un conocimiento que puede deshacer a un hombre. Sus hadas no son precisamente bondadosas, sino que son irracionales. Explico esto porque Los buenos, está ambientada en el suroeste irlandés a mediados de los años veinte, en un ambiente rural con acceso a una cultura mínima en el que el folklore, las creencias y las supersticiones dominaban a las gentes. Es más, la novela está basada (como ya sucediera con Ritos funerarios) en un caso real sucedido en la zona.
Es impresionante como desde las primeras páginas la autora consigue meternos en el ambiente de la novela, y que casi podamos pasear por sus páginas. La historia, dominada por mujeres, arranca con la muerte del marido de Nóra, quien está cuidando a su tullido nieto desde la prematura muerte de su hija mayor. El bebé nacido aparentemente sano, es un niño mudo cargado de problemas que más que llorar aulla. Y no tarda en correrse la voz diciendo que las hadas se llevaron al verdadero nieto de esta mujer, dejando a un niño cambiado en su lugar. Por eso Nóra acude al sacerdote, quien no le ofrece más remedio que la fe, y también a la curandera local, en quien deposita todas sus esperanzas. Como digo, una novela de mujeres, cuyo tercer vértice es la chica que coge Nóra para ayudarla en su cuidado al niño. Y es que, al final, la ignorancia y el miedo a lo desconocido, dominan gran parte de la novela.
Tengo que decir, que pese a la magnífica habilidad descriptiva de Kent, este libro no ha alcanzado el nivel del primero. Se lee con facilidad y la historia es fácil de seguir, pero me ha dado la sensación de estar ante personajes demasiado simples, casi encorsetados en su papel del que no se les permite salir en ningún momento. Me hubiera gustado, por ejemplo, conocer a Nóra más allá que como víctima de su propia vida, exactamente igual que hubiera agradecido un cura que cayera en un cliché menos manido que el de la severidad. Y es que, estoy convencida de que determinados estereotipos existen porque posiblemente sean habituales en la vida real, pero cuando leo me gusta que las historias posean un poquito más de complejidad, alguna sorpresa. Entiendo que Los buenos es una forma que tiene la autora de reflexionar sobre quienes son merecedores del uso de este término, pero no da las armas suficientes al lector como para que sea una pregunta que le haga reflexionar. El resultado, por tanto, se queda en una novela entretenida que no deja el poso suficiente como para alcanzar lo que yo considero una buena historia. O quizás lo que sucede es que cualquier libro que venga detrás de Ritos funerarios y sea comparado con él, va a tener muy pocas posibilidades de salir bien parado.
Y vosotros, ¿os gustan los libros basados en acontecimientos reales?
Gracias.