Revista Cultura y Ocio

Los calvarios monumentales de bretaña

Por Diodenorl @diodenorl

En la región francesa de Bretaña, a caballo entre los siglos XVI y XVII, el fervor religioso de una sociedad ignorante, la riqueza creada por el comercio del cáñamo y el lino, y la rivalidad entre los pueblos dieron lugar a una creación arquitectónica y artística única en el mundo: los cercados parroquiales (enclos paroissiaux). Se trata de unos peculiares recintos que engloban varias construcciones religiosas separándolas del mundo profano con un murete (de ahí su nombre): la iglesia, el osario, la capilla funeraria, un arco triunfal y el calvario. Era un sencillo modo de impresionar a las débiles mentes del pueblo ignorante de aquella época. Se reparten por toda Bretaña, pero sobre todo en el departamento de Finisterre, el más occidental de la región, y entre todos ellos destacan siete por sus impresionantes calvarios. Son los llamados siete calvarios monumentales de Bretaña.
Vamos a centrarnos en los dos más famosos, los de Guimiliau y Saint-Thégonnec, y luego describiremos brevemente los otros cinco.
         
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Guimiliau significa en bretón -una lengua minoritaria de la familia céltica- villa de san Miliau (en Bretaña abundan los santos locales de nombres pintorescos envueltos en la bruma de la leyenda). Como es de esperar, la iglesia del pueblo está dedicada a este santo. Al llegar al recinto nos encontramos con un arco triunfal, cuya función era simbólica, pues antaño estaba cerrado por una verja y no se podía atravesar. Para ello los lugareños debían usar unos escalones construidos al lado por los que franqueaban el murete que cerca el recinto. De este modo, las personas podían pasar, el ganado no. La función del murete era también clara: separar el mundo sagrado y de los muertos del mundo profano y de los vivos.

LOS CALVARIOS MONUMENTALES DE BRETAÑA

Guimiliau: vista general del calvario y la iglesia

Traspasado éste, vemos ante nosotros el –posiblemente- mayor calvario del mundo, entre la iglesia y la capilla funeraria, donde se llevaban los cadáveres para velarlos antes de enterrarlos. Ésta última es cuadrangular y de formas renacentistas. Pero volvamos al calvario: en general podemos definirlo como un crucificado acompañado por otros personajes. Habitualmente dos, la virgen y san Juan, aunque puede aparecer María Magdalena o en segundo plano los dos ladrones, Dimas y Gestas. Así podemos verlo en infinidad de representaciones pintadas o esculpidas en todo el mundo, y muy raramente aparecerá alguien más. Sin embargo, en los calvarios monumentales de Bretaña, los personajes se multiplican llegando a una exuberancia sorprendente. Decenas de figuritas, hasta las 200 que podemos ver en el calvario de Guimiliau.


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Guimiliau: uno de los cuatro lados del calvario. Abajo vemos la visitación, el lavatorio y la anunciación

Los calvarios bretones se componen de una gran base sobre la que se disponen todos los personajes. Delante, un pequeño altar para ofrendas u oficios litúrgicos y encima, la compleja crucifixión. Todo el conjunto mueve a la perplejidad, pero sin duda los lugareños debían de verlo como algo normal, pues lo usaban con frecuencia. Sin duda, había una gran ostentación en ellos, pero también tenían una función didáctica, pues los curas podían adoctrinar a sus ignorantes y analfabetos vecinos sobre toda la mitología cristiana, simplemente con la ayuda de una vara para señalar.


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Calvario de Guimiliau: huida a Egipto. Obsérvese el niño, que parece un señor de 40 años en miniatura, y san José vestido a la última moda bretona del siglo XVI

El calvario de Guimiliau es de una extrema complejidad, si bien todas las escenas son fácilmente comprensibles para quien conozca los personajes principales de la mitología cristiana en su versión del Nuevo Testamento. Esta biblia de piedra nos cuenta las fantásticas aventuras del protagonista, Jesucristo, desde su nacimiento hasta su muerte, aunque las presenta sin ningún orden cronológico. Tendremos que hacer el giro completo al calvario para ir desentrañándolas una a una. Está realizado en dos niveles, cada uno por un artista diferente. Las figuras de arriba son más expresivas y dramáticas, y también de mayor tamaño. Las de abajo, sin embargo, tienen más gracia y finura, aunque también más ingenuidad.

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Calvario de Guimiliau: la adoración de los pastores. No tiene desperdicio: los dos ángeles asomándose para no perderse detalle de la escena, María volcando la cuna instantes antes de que el niño se dé un trompazo contra el suelo, José con la mirada perdida cual vendedor de cupones con bastón y todo, y entre María y el ángel, un señor que pasaba por ahí sin nada mejor que hacer

Llama la atención que los ropajes de los personajes no recuerdan en nada a la época y el lugar en que supuestamente vivieron estos personajes míticos, es decir, el siglo I en Palestina. Todos ellos están vestidos como si fueran bretones del siglo XVI: por ejemplo, san José en la escena de la huida a Egiptolleva los ricos ropajes de un comerciante de telas bretón, y los soldados romanos que prenden a Jesús visten los jubones, corazas y cascos atribuibles a los soldados del rey de Francia que el artista y los lugareños estaban acostumbrados a ver. Esta anacronía era habitual en el renacimiento y el barroco y los ejemplos son miles en toda Europa. Simplemente, el artista adaptaba sus personajes a la mentalidad de sus espectadores (por no decir que ignoraba totalmente cómo habrían vestido en otra época y otro lugar tan lejanos).


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Guimiliau: arquivoltas del pórtico de la iglesia. Noé y su camino de perdición: primero descubre el cultivo de la vid, luego lo vemos muy contento pisando la uva y termina siendo descubierto por sus hijos borracho como una cuba 

También hay que citar a un personaje intruso, pues no forma parte de la mitología cristiana, sino de una leyenda popular bretona. Se trata de Katell Golet (Catalina la Perdida), paradigma de la pelandusca, mujer de múltiples amantes, a quien uno de ellos le pidió que robase una hostia consagrada (¿a quién no le han pedido eso mismo en una noche de pasión…?), cosa que hizo, y al entregársela a su amante éste resultó ser el demonio, por lo cual fue condenada al fuego eterno (ojo: y no por su depravación ni por algún crimen serio; sin comentarios…) En el calvario aparece desnuda (no, no es un error) mientras unos horribles demonios la arrastran al averno para divertirse con ella (pero no como a ella le gustaría…)


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Interior del pórtico de la iglesia de Guimiliau: relieve de la creación. Si Adán, Eva y el dios cristiano ya son la monda, no hay que perder de vista los animales, entre los que hay una langosta y lo que parece un cruce entre león y orangután (¿?)

Veamos ahora la iglesia, que es de formas góticas muy tardías (pues ya es del siglo XVII). Presenta un pórtico delicioso que mezcla las arquivoltas góticas con un frontón y unas columnas renacentistas. En esas arquivoltas vemos muchos pequeños personajes que nos relatan escenas del Antiguo Testamento (abajo) y del Nuevo Testamento (más arriba). Debemos fijarnos en los detalles para ver la ingenuidad medieval que emana de ellas. Así, podremos ver a la serpiente del paraíso con cabeza de mujer; o a Caín con cara de malo de telenovela venezolana y a Abel con cara de monaguillo que no ha roto un plato en su vida; o el arca de Noé llena de cabecitas para que veamos que hay gente y animales dentro; o a Noé borracho después de correrse la gran juerga de su vida… Todas estas esculturas del exterior, así como los calvarios, estaban en el pasado completamente policromados, aunque después de varios siglos a la intemperie ya no quede rastro de ese color.


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El extraordinario órgano barroco de la iglesia de Guimiliau


Pero el interior del pórtico no baja el nivel, pues al lado de un completo apostolado encontraremos un relieve de la creación que parece hecha por un niño de cinco años, donde vemos a Eva saliendo literalmente del costado de Adán y un barbudo (el dios cristiano, claro) tirando de ella para que salga, como si se hubiera quedado atascada (es que la escultura medieval es tremenda…) El interior de la iglesia es muy sencillo en cuanto a formas, se diría que incluso tosca. Sin embargo, el mobiliario, todo barroco, es extraordinario. Por ejemplo, el precioso órgano, o el desproporcionado baptisterio de madera sostenido sobre columnas salomónicas.

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Saint-Thégonnec: arco triunfal (derecha) y capilla funeraria-osario (izquierda)


Pasemos ahora al cercado parroquial de Saint-Thégonnec, a sólo cuatro quilómetros, que repite el mismo esquema. El osario-capilla funeraria es casi idéntico al de Guimiliau, pero en su interior alberga una minúscula cripta con una escena de Cristo muerto rodeado de personajes y ángeles, realizado con estatuas barrocas de gran tamaño. El calvario es de gran riqueza, aunque sin llegar al extremo de sus vecinos: presenta sólo un nivel de esculturas con escenas únicamente de la pasión de Cristo, y colocadas, aquí sí, en orden. No obstante, la crucifixión de la parte superior destaca por su complejidad. Puede apreciarse que fue realizado por un artista de gran calidad y maestría; en las imágenes podemos ver la expresividad de los rostros y la finura de los movimientos y posturas. También él nos dejó un testimonio gráfico impagable de las vestimentas del renacimiento francés.

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La compleja crucifixión del calvario de Saint-Thégonnec: en el centro, una piedad con otros personajes de relleno. De espaldas, los dos ladrones crucificados (abajo), dos caballeros a caballo (más arriba) y Jesucristo crucificado (arriba del todo)


La iglesia también es de formas góticas, aunque posee un enorme campanario barroco. Los habitantes de Saint-Thégonnec no pudieron vencer a sus rivales con su calvario y echaron el resto con su torre, para mostrar su poder a los vecinos de la comarca. También aquí el interior es de gran riqueza: destacan los grandes retablos dedicados a los santos locales de pintorescos nombres (como el titular de la iglesia, que es el mismo que da nombre al pueblo), un majestuoso tríptico, el órgano, y la gran joya de esta iglesia, el espectacular púlpito. Todos ellos son barrocos y policromados.

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Calvario de Saint-Thégonnec: Jesucristo es juzgado. El protagonista del mito, atado, con los ojos vendados y vestido con sotana (¿?), es apresado por soldados romanos con ropajes del siglo XVI. Como son muy malos, se burlan de él y le dicen cosas feas

Como hemos dicho, los calvarios monumentales de Bretaña son siete. Vamos a reseñar brevemente el resto:
  • Plougonven: es el único de base octogonal y el único firmado (Bastien y Henri Priget fueron sus autores). En 1794 sufrió destrozos de la ira revolucionaria. Su figura más conocida es el Diablo de la Tentación, de grotesca expresión, que sin embargo no es original (fue añadido en 1897).
  • Plougastel-Daoulas: sus personajes se reparten entre la plataforma y los laterales y suman casi 200. En 1944 fue gravemente dañado por los salvajes bombardeos anglosajones (seguramente este pueblecito era un objetivo militar de gran importancia…) Hoy luce todo su esplendor tras haber sido restaurado.
  • Pleyben: aunque data de 1555, ha sido varias veces trasladado y retocado. En el siglo XVIII se le sustituyó el basamento por el actual, tan grande que le da un aspecto de arco de triunfo. Tiene cuatro altares para ofrendas situados bajo los arcos.
  • Saint-Jean-Trolimon: es el más antiguo, de 1470. Se yergue a un paso del océano en el fondo de la bahía de Audierne. Su originalidad reside en la virgen en la escena de la adoración de los Reyes Magos, que aparece acostada y con los pechos desnudos.
  • Guéhenno: es el único situado fuera del departamento de Finisterre (concretamente está en el de Morbihan), y por ello es el más oriental. También éste fue saqueado por los revolucionarios en 1794 y restaurado en el siglo siguiente por dos abades escultores. Como particularidad, este calvario introduce la presencia de cuatro profetas del Antiguo Testamento.

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Interior de la iglesia de Saint-Thégonnec

Los calvarios monumentales de Bretaña constituyen una creación original y única de esta región francesa. Además de mostrarnos cómo era, vivía y pensaba una sociedad del pasado, también nos sorprenden por su atrevimiento y nos conmueven por su maestría mezclada con dramatismo y grandes dosis de ingenuidad. Todo ello en unos pueblecitos de gran encanto situados en una esquina del continente europeo.


Texto y fotos © LAGARTO ROJO 
Permitida su reproducción previa autorización y  siempre que se cite su procedencia.
Para más información:http://www.7calvaires.fr/ (en francés)http://www.vacaciones-bretana.com/
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