Noche de copas. Con 18 años, has cogido del armario ropa de salir. Porque con 18 tienes en el armario: ropa de salir y ropa de diario. Camino de la discoteca de moda, donde ponen de música lo que se tercie.
A esa edad se tiene un pelo y un estilo aun rebelde. Y probablemente comerás chaskys y "rufinos" a todas horas y estarás gruesecilla. Esto unido al ron de 3 € en la tienda de José El Cabezón mezclado con "pitiflas". Los camareros de las discotecas o los garitos, si están un poco majos, las que estamos fuera de la barra les vemos como un Adonis, cuando en verdad si no fuera porque hacen Cóctel como Cruise, no le miraríamos ni con telescopio. La belleza de los camareros está sobrevalorada.
¡Y resulta qué lo flipas! ¡Porque te lo has ligado! Tú, con 18 años, al tío de la barra. El de 5 años más que tú. ¡Estás que lo petas! piensas mientras bailas en tu mente y te atusas el pelo. Tu amigas te dicen: "Tía pero ¡cómo molas! Pero es muy mayor ¿no?" Pero a tí, plín, porque eres Ordóñez Dominguín, como dice un buen amigo mío.
Total, que te vas con él en su coche. Entras en su casa y te dice que guardes silencio. ¡¡Qué está su madres!! Amos no me jodas, Maritere. ¡Llévame a un piso de estudiantes con fregonas tiesas o algo!
Habitación, se pone una al asunto y termina. Decide el camarero que se va a dar una ducha. Hasta ahí, correcto. Sale por la puerta del baño con la toalla enrollada a la cintura y ¡¡un gorro de ducha de los de hotel!! Sí, esos que estáis pensando, los de plástico transparente y la gomita blanca.
Corrí como una fan loca de Isabel Marant para H&M escaleras abajo. Con los años descubrí que era gay y que además, se hizo famoso como maquillador.
PD: Amigas, la ficción y la realidad coinciden. Pero no creáis todo lo que os cuento.