Revista Opinión

Los Camellos magos de Oriente

Publicado el 06 enero 2014 por Icaro @ateneo

Esta noche, Jano e Ícaro, especialmente Jano, me han pedido, como cada noche, un cuento. Un cuento de Reyes Magos -ha dicho Jano, al que con sus seis años el mundo anda obsesionado en hacerle creer que existen los Reyes Magos. Un par de años más y el mundo se empeñará, en todo lo contrario,  llegados a no poco más de sus ¿ocho, nueve años? le querrá demostrar que la ilusión no existe. Así de golpe. Hasta los niños que ya saben que los Reyes son los padres (sic) participan en el ritual y respetuosamente, de forma casi sacra, mantienen el secreto siguiendo el mandado de los adultos. El niño se hace eco de las mentiras de los mayores y poco a poco comienza a formar parte del mismo tinglado.

Mónica Manrique, psicoterapéuta y formadora, apunta que el descubrimiento» es mejor enfocarlo desde lo que ganan, en lugar de desde lo que pierden. «Podemos pensar que ellos pierden la ilusión y la inocencia de la infancia y que nosotros perdemos a nuestros “pequeños”. Pero será mejor transmitirles que se hacen mayores y ganan madurez, pidiéndoles colaboración para seguir manteniendo la ilusión en los que vienen detrás. Puede que el niño sienta cierta frustración en un primer momento, pero pronto se sentirá cómodo en su nuevo rol».

Y lo peor es la que la ilusión existe, evidentemente y la magia. Lo que no existe es SU magia, la que asocia regalos a juguetes, la mágia que engaña al niños, la magia caritativa que quiere un juguete para cada niño pobre. Aunque el niño pobre no tenga casa;  pero que en esta noche tan especial, que evidentemente es una fiesta religiosa, cada niño tenga un jugete y así limpiar las conciencias de los autenticos reyes vagos: los adultos.

Por no hablar de la realidad  o/y la misma realidad que se vive dónde cuenta la leyenda que unos magos fueron a llevar regalos a Jesulín. Hoy en la Agencia EFE se puede leer que unos niños palestinos han escrito una carta a la ONU para que les devuelvan una pelota que ha caido en territorio ocupado por Israel. 

El cuento.

Al igual que durante toda la semana, he contado un cuento de Reyes Magos. El cuento, resumido brevemente, dice algo así:

(No incluyo las interrupciones de Jano, que constantemente anda preguntando por una y mil cosas)

Los tres Camellos Magos de Oriente.

Había una vez tres camellos, dos hembras y un macho. Eran camellos salvajes que rara vez habían tenido algún contacto con seres humanos. Cierto día fueron capturados por unos ladrones y los tres camellos entraron a formar parte de un grupo inmenso de no menos de un centenar de camellos y caballos, todos ellos robados. Así pasaron muchos días y noches, recorriendo rutas, aldeas y dunas, hasta llegar a algún poblado donde los ladrones vendian los animales al mejor postor.

Una noche apareció un grupo de ladrones, en vez de caballos y camellos, llevaban a hombres, mujeres y niños, todos con los pies encadenados. Los ladrones querían venderlos como esclavos. Ahora el grupo era más numeroso

Finalmente llegó el turno a nuestros tres camellos magos que fueron comprados por un mercader que también compró  a tres hombres jovenes. El mercader hizo cargar a los camellos con pesadas cargas, mientras los tres hombres debían hacer el camino a pie. Los camellos eran muy tozudos y a la minima oportunidad decidieron escapar del mercader que además de no alimentarles no hacía más que pensar en el dinero que podría conseguir vendiendo a los tres jovenes en el mercado.

Los hombres acompañaron a los camellos en su huida, durante el día se escondian entre las dunas y emprendian la marcha al llegar la noche, así era mucho más dificil que pudieran ser capturados nuevamente.

Una noche llegarón a un poblado, los seis estaban muy cansados y refugiaron en el pesebre del poblado donde se daba de comer a los animales. Hombres y camellos durmieron juntos entre el calor de la paja durante toda la noche.

De repente, una de las camellas, la más joven, comenzó a moverse, y moverse mucho, parecía muy inquieta. Luego se recostó en el suelo. Uno de los jovenes gritó !está embarazada! y además pare que se pondrá a parir. Los tres jovenes se miraron sorprendidos sin saber muy bien lo que hacer. No era necesario, en menos que canta un gallo nace un camello.  El bebé camello, poco a poco fue saliendo de su mamá, solito sin ayuda de nadie. En unos minutos el recien nacido ya había conseguido ponerse en pie, mientras su madré lamía su cuerpo y comenzaba a darle de mamar.

Faltaba poco para amanecer, todos dormian en el pesebre. En el cielo cayó una estrella fugaz.


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