“Los caminantes: Necrópolis”: La saga de zombis de Carlos Sisí se pone todavía más interesante

Volvemos a una Málaga repleta de zombis en “Los caminantes: Necrópolis” para más dosis de acción y terror en un libro superior al primero

“Los caminantes: Necrópolis” es la segunda parte de la saga de zombis creada por Carlos Sisí que me tiene enganchada actualmente. Nada más terminar la primera entrega de esta serie de libros que narra el intento de sobrevivir de un grupo de personas en Málaga en pleno apocalipsis zombi, me lancé a leer esta segunda novela que me ha gustado todavía más que su predecesora.

Si ya has leído “Los caminantes” puedes seguir adelante sin miedo con la lectura de mi reseña de “Necrópolis”, pero si no lo has hecho todavía lo mejor será que pares aquí, porque es inevitable que desvele alguna información de su final para poder contextualizar esta historia. Dicho esto, vamos allá.

Tras encontrar una vacuna que otorga aparentemente inmunidad frente a los muertos vivientes y que ahora Juan Aranda está testando en su propia sangre para garantizar su seguridad antes de inocularla al resto de compañeros, se abre un nuevo mundo de posibilidades para los supervivientes afincados en Carranque, Málaga. Pero todo se complica cuando Aranda decide marchar en una expedición solitaria y el campamento base se ve atacado por otros despiadados supervivientes, al mismo tiempo que el padre Isidro logra escapar del cautiverio al que le tenían sometido para realizarle pruebas. Ahora, nuestros protagonistas vivirán nuevos y peores peligros, separados por las circunstancia, a la par que entran en escena otros personajes que hacen más dinámica esta historia ya de por sí frenética.

Y es que hay que quitarse el sombrero ante la trama que Carlos Sisí nos regala en “Los caminantes: Necrópolis”. Este libro empieza contando cómo se vivió la pandemia zombie en otros lugares para volver nuevamente a los personajes que dejamos en Carranque tras el ataque del padre Isidro. Pero, como ya he mencionado antes, el enfoque se abre presentando a otros supervivientes con sus propias historias. Además del personaje de Reza y su grupo de cazadores (los nuevos villanos humanos en este libro) encontraremos a Gaby y Alba, dos niños que logran escapar del ataque zombi que acabó con sus padres para refugiarse en las zonas comunes de su urbanización. Los pasajes dedicados a estos chicos son mis favoritos del libro por varios motivos: para empezar, es muy interesante conocer la perspectiva infantil ante todo lo que está ocurriendo y las artimañas de unos críos para sobrevivir a tan cruel realidad. Para seguir, el personaje de Alba posee el don de la premonición y este recurso le aporta mucha más intensidad a la micro historia de los niños y, por último, me ha encantado el escenario y situaciones protagonizadas por los pequeños como la macabra escena del zombi latente en el fondo de la piscina de la comunidad o la aparición del perro extraviado de alguien. Muy intenso todo, te lo aseguro.

Nada te prepara, desde luego, para todo lo que ocurre en este segundo libro, con mucha más acción, peligros, dramatismo, situaciones de estrés y descubrimientos que agitarán la vida de unos supervivientes a los que, a estas alturas, ya les has cogido cariño, lo cual es un error porque, obviamente, lo más probable es que haya más de una pérdida por el camino… El final deja bien alto el pabellón y te obliga a empezar con la tercer novela del tirón a raíz de un recurso narrativo que, de verdad, me parece magistral por parte del autor. Además, la reflexión en lo que a la condición del ser humano respecta está más que servida, dotando a una historia de acción y terror de un componente psicológico.

Pues ya lo sabes: respira hondo, prepárate para todo y ponte cuando puedas con la lectura de “Los caminantes: Necrópolis”, pero tampoco desdeñes otras obras maestras de Carlos Sisí como “Nigromante”, “Alma” o “Varsovia”, porque este autor es demasiado bueno para perdérselo. Yo en nada pretendo volver por aquí con mis impresiones de la tercera parte de la saga de “Los caminantes”. ¡Nos leemos!

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