Revista Opinión

Los Caminos Hacia La Sustentabilidad

Publicado el 15 diciembre 2018 por Carlosgu82

Luego de publicar mi última entrada (https://www.nocreasnada.com/los-tres-sentidos-de-la-sustentabilidad/), me dediqué a buscar en esta página publicaciones que estén relacionadas con el tema y encontré varias, todas muy interesantes.

Quisiera, entonces, intentar con este escrito una mirada de conjunto. Es por ello que he decidido titular esta reflexión “Los caminos hacia la sustentabilidad”, con un triple propósito:

  1. invitar a las lectoras y lectores a conocer los otros trabajos aquí referenciados, y a sus respectivas autoras y autores;
  2. mostrar un esbozo de las diferentes reflexiones y ámbitos desde los cuales muchas personas contribuyen a reforestar los desiertos del mundo y de las almas; y
  3. propiciar un diálogo entre nosotras y nosotros, las autoras y autores aquí involucrados, con miras a hacer de esta plataforma una hermosa comunidad, y a leernos, enlazarnos, comentarnos, apoyarnos, expresarnos nuestros acuerdos y desacuerdos. Estoy seguro que de esa manera seguiremos haciendo camino al andar.

Agricultura

El escrito de Silviasolera7 (https://www.nocreasnada.com/como-lograr-una-agricultura-sostenible-en-el-mundo-4-0/) plantea la interrogante sobre cómo lograr una agricultura sostenible en el contexto de lo que algunas personas llaman la cuarta revolución industrial o el mundo 4.0. Ciertamente, el desarrollo de nuevas tecnologías ofrece oportunidades para introducir cambios socio-técnicos en las formas como producimos lo que comemos, pero también muestran potenciales riesgos.

Coincido con ella que se trata ante una responsabilidad común a todas y todos, y agrego que es -además- una responsabilidad diferenciada (como lo ilustré en Crisis civilizatoria: https://www.nocreasnada.com/crisis-civilizatoria/). Esto lo traigo a colación porque, en mi opinión, procurar una agricultura sostenible implica profundas transformaciones en lo que hoy día es el régimen corporativo de la producción de alimentos.

Por ejemplo, las discusiones en torno a la agricultura climáticamente inteleginte, si bien incorporan elementos como la llamada agricultura de precisión (big data y TIC’s como insumos para el diseño y la implementación de políticas públicas eficientes, eficaces y efectivas), también puede agregar un nuevo factor de dependencia económica y tecnológica (con terribles consecuencias ambientales) como en su momento lo hizo la llamada revolución verde.

Cómo alimentar a una población que crece constantemente es uno de los desafíos de nuestro siglo (véase el segundo de los 17 objetivos de desarrollo sostenible propuestos por las Naciones Unidas). Personalmente, creo que además de ser un asunto de producción, es fundamentalmente un tema de distribución de la comida. Al día de hoy hay suficientes alimentos en el mundo para que nadie pase hambre (más allá del necesario debate sobre si son sanos o no). Así que hay un problema de acceso que no solo tiene que ver con el precio de los rubros agrícolas, sino a las fuentes de financiamiento, al apoyo institucional y/o a la capacitación técnica de campesinas y campesinos, por citar algunos casos.

Las tecnologías pueden ayudar a solventar estas situaciones, por supuesto, siempre y cuando no olvidemos que hay una dimensión política en sus desarrollos. Eso permite comprender y explicar por qué se toman unos diseños y se rechazan otros, al tiempo que ilustra el para qué y el para quién de las innovaciones en términos de conocimientos y prácticas.

Educación

Daynani, por su parte, resalta la necesidad de un proceso educativo que ofrezca un conjunto de conocimientos, valores y habilidades que tienen como horizonte el mejoramiento de las condiciones de vida humana y no humana en el planeta (https://www.nocreasnada.com/la-educacion-la-sostenibilidad-cuanto-al-medio-ambiente-desarrollo-humano/). Está idea de educación para la sostenibilidad, o educación ambiental, enlaza las nociones de justicia social y justicia ambiental, comúnmente vistas por separado. No se trata de combatir la pobreza, por un lado, y solventar los problemas ecológicos, por el otro. Se requieren de esfuerzos integrales que reduzcan las desigualdades socio-ambientales.

Comparto su angustia por lo que define como la dinámica inclemente y catastrófica del desarrollo humano. Quizá yo suprimiría el adjetivo humano y lo dejaría sólo en desarrollo, porque no se trata de un destino fatal de nuestra especie, sino de procesos históricos que podemos direccionar hacia diferentes lados a través de nuestra organización, formación y decisiones.

Desde aquel 20 de enero de 1949 cuando el entonces presidente de Estados Unidos, Harry Truman, pronunció su famoso discurso de los cuatro puntos, la idea de desarrollo emergió con una fuerza de tal magnitud que estableció los términos de las conversaciones entre países, es decir, convirtió -de la noche a la mañana- a unos países en “desarrollados” y a otros en “subdesarrollados”. A partir de esa fecha, ninguna de sus variantes, incluido el “desarrollo sostenible” ha logrado reducir las brechas entre ricos y pobres, ni garantizar un entorno sano para las próximas generaciones.

Es en el marco de estos debates donde Daynani introduce un término que puede parecer un sinónimo y, sin embargo, creo que se trata de algo completamente diferente: el ecodesarrollo (https://www.nocreasnada.com/educacion-la-sustentabilidad/). Esta palabra fue acuñada por el economista polaco, nacionalizado francés, Ignacy Sachs. Recuerdo siempre que un profesor me dijo en una clase que si hubiésemos tomado los caminos del ecodesarrollo y no del desarrollo sustentable (de la Comisión Brundtland de las Naciones Unidas), nuestra historia ambiental quizá fuera otra.

Dentro de lo que hasta el momento conozco sobre ambos conceptos, la diferencia radica en el que el desarrollo sustentable sigue anclado a una forma “business as usual” de entender la “viabilidad económica”, mientras que el ecodesarrollo supone una reorganización del conjunto de nuestras relaciones sociales en torno a los tiempos de los ecosistemas, y no a los tiempos de la rentabilidad de los capitales invertidos por las empresas (púbicas, privadas o mixtas). Una educación para el ecodesarrollo demanda redefinir nuestros conceptos de tiempo, espacio, materia y energía, entre otros.

Turismo

Finalmente, en estos tiempos de redefiniciones, Joel Campuzano nos comparte sus reflexiones sobre las posibilidades de vincular la sustentabilidad con el turismo (https://www.nocreasnada.com/turismo-sustentable-en-serio/). Con genuina preocupación sobre algunas de las terribles consecuencias de la masificación de esta actividad (contaminación, apropiaciones de tierras para resorts, prostitución, aumento del consumo de agua y energía, etc.), él nos muestra que un aspecto crucial de esta resignificación es el esfuerzo mancomunado entre comunidades, empresas privadas, ONG’s y gobiernos locales. Estando de acuerdo con su argumento, yo resaltaría el rol de las comunidades locales y la articulación a diferentes escalas de gobierno.

Aquí también cobra relevancia las preguntas del por qué y para qué necesitamos repensar la actividad turística (https://www.nocreasnada.com/turismo-sustentable-para-que/). En ese sentido, procedo a citar textualmente las palabras del autor: “el turismo por muy frívolo que a veces se perciba es una actividad de gran poder transformador, con él podemos destruir o construir, es nuestra decisión tomarlo en cuenta para desarrollar nuestras comunidades, regiones o países”.

Esto requiere de un enfoque ético que dignifique la vida de todas y todos los actores involucrados, así como la garantía de la conservación de los ecosistemas con los cuales estamos en constante interacción. Al respecto, Joel rescata los principios de la Bioética (autonomía, beneficiencia, no maleficiencia y justicia) y describe cómo los mismos están presentes en uno de los documentos fundantes del marco regulatorio internacional sobre el turismo (https://www.nocreasnada.com/turismo-sustentable-una-vision-desde-la-bioetica/).

Personalmente, secundo estas reflexiones y principios, y es por ello que aprovecho la ocasión para compartir una preocupación. Creo que al igual que en otros ámbitos de la vida humana que están en un proceso de transiciones hacia la sustentabilidad, el tema de la escala u órden de magnitud es importante para garatizar la continuidad del tejido de la vida.

Pensemos, por ejemplo, en el parque nacional Yosemite, el primero del mundo, ubicado en California, Estados Unidos. Es un hermoso lugar que está constantemente expuesto a flujos masivos de turistas durante las cuatro estaciones del año. Esto, de entrada, supone un aumento sistemático del consumo de recursos como agua y energía, así como todo lo que implica la hotelería dentro del parque (sería interesante calcular la huella ecológica en los parques nacionales más visitados del planeta). Además, si a las personas que pernoctan dentro del parque (en las cabañas, hoteles o carpas que hay allí) le sumamos las personas que vienen de las posadas que están poco antes de llegar al lugar, podemos apreciar que este parque-referencia para el mundo recibe constantemente factores de estrés ecosistémico.

Ello supone un doble dilema: por un lado, el aumento de los costos con la intención de disminuir el flujo masivo de turistas, terminaría haciendo elitesca esta actividad; y por otro, paralizar este sector económico en comunidades que cuentan con paisajes, culturas e historias para su aprovechamiento como medio de sustento, supondría un progresivo desmejoramiento de las condiciones de vida de los habitantes locales. De manera que, el desafío del turismo sustentable nos pone en una encrucijada del tamaño de los retos civilizatorios que tenemos por delante.

En todo caso, el camino se hace al andar.

Reflexión final

Por supuesto, hay muchos otros ámbitos en los cuales vamos caminando los senderos de la sustentabilidad. Esto es sólo una pincelada. Lo que vienen realizando las personas cuyos trabajos he referenciado aquí son esfuerzos que van en la dirección de lo que la filósofa ambiental Joanna Macy llama las tres dimensiones del Gran Giro: las acciones de sostenimiento (campañas en defensa de la Tierra), el giro en la consciencia (diferentes formas de sentir y pensar) y los sistemas y prácticas de soporte vital (nuevas economías y estructuras sociales).

Gracias por acompañarnos en este viaje y proceso transformacional.

[La imagen de la entrada fue descargada de cuddlesanctuary.com]


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