Cuando hablamos del Krafla no es una referencia a un volcán sino a una caldera volcánica con unos 10 Km. de diámetro y una zona por la que la lava ha ido saliendo a la superficie de casi 90 Km. de largo. En este lugar podemos visitar 4 de los grandes atractivos de la zona del Lago Myvatn: la zona geotermal de Námafjall, el cráter del volcán Askja, el cráter del volcán Víti y las coladas de lava negra todavía caliente por las que podemos pasear a los pies del volcán Leirhnjúkur.
Como pueden ver, para nosotros es una visita obligada del norte de Islandia ya que en pocos lugares del mundo se puede observar el poder del interior de la Tierra con tanta claridad como aquí.
Cuando visitamos el Krafla estaba el país en aviso por la posible erupción bajo el glaciar del volcán Bárðarbunga así que no pudimos ir a ver el Askja pero disfruamos del resto.
Después de pasear entre las pozas de lodo hirviente y las fumarolas a los pies del Námafjall nos dirigimos hacia el norte para adentrarnos en la caldera del Krafla. Antes de llegar nos encontramos con dos estampas muy curiosas, una de ellas es pasar bajo las tuberías de la central geotérmica a modo de pórtico y la otra es esta curiosa ducha en medio de ninguna parte.
Siguiendo hacia el norte nuestra primera visita es al cráter del Víti, famoso por su lago de color verde en su interior. Hay una ruta que bordea el cráter pero ese día hacía mucho viento y preferimos no hacerla.
Después nos dirigimos hacia el volcán Leirhnjúkur y a las coladas de lava.
¿Qué pasó aquí exactamente? Pues una serie de erupciones muy importantes. Dos de ellas con nombre propio.
La primera de ellas ocurrió entre los años 1724-29 y se la conoce como los Fuegos de Myvatn. Se abrieron un montón de fisuras de las que emanaban auténticas fuentes de lava, algunas tan grandes que se dice que se veían desde el sur de la isla (aunque lo dudo).
La segunda fue más reciente en el tiempo y se la conoce como los Fuegos del Krafla y ocurrió entre 1975-84. En esta erupción se abrieron fisuras desde el centro de la caldera hacia el norte con una longitud de unos 11 Km. y empezaron a expulsar grandes cantidades de lava. Unos 35 Km. cuadrados quedaron bajo la lava de las sucesivas erupciones entre esos años.
Según nos acercamos al Leirhnjúkur se ve como sale el vapor de las grietas de la ladera del volcán, teñidas de color naranja por su actividad hidrotérmica.
Aquí encontramos un pequeño lago de azufre así que pueden imaginarse el penetrante olor a huevos podridos que emanaba de él. En este punto agradecimos que soplara el viento.
En este punto se puede ver el campo de lava negra inmenso que continua hacia el norte hasta donde llega la vista, algo impresionante.
Hay varias rutas que se pueden realizar y nosotros cogimos una que nos lleva hasta la cima del Leirhnjúkur. Por el camino nos encontramos con zonas donde de la lava sale vapor caliente y agujeros en el suelo de donde emana un calor espantoso, y para acompañarnos un viento que te congela la cara.
Merece la pena subir hasta la cima por las vistas.
Un consejo a los más atrevidos, no se salgan del camino porque no es seguro. Se pueden caer en algún agujero y fastidiarse una pierna y tampoco es que la zona esté llena de gente a la que pedir ayuda, el camino está muy bien señalizado y sólo hay que seguirlo.
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