Bruna da Silva, Jorge da Silveira e Isabel Pires, tras ser detenidos.
En el domicilio del trío criminal, la policía encontró un libro de 50 páginas titulado “Las revelaciones de un esquizofrénico”, escrito por el detenido, que cuenta con estudios superiores y es experto en artes marciales. En dicho libro se explicaban los detalles de las acciones del trío y además contaba con dibujos ilustrativos. También se relataba que el asesino escuchaba voces y su obsesión por matar a mujeres. Al parecer, registró la obra ante notario, por lo que fue puesta a disposición de la policía, quien inició la investigación y un especial seguimiento sobre Negromonte y su secta.Una vez detenidos, los tres confesaron los crímenes a la policía, alegando que lo habían hecho por la “purificación del mundo y reducción de su población”. También declararon que su objetivo era sacrificar a tres mujeres por año. Los cuerpos de las dos víctimas fueron encontrados en el jardín de la vivienda. Tras acabar las labores de investigación en el domicilio, vecinos de los caníbales prendieron fuego a su casa en señal de ira y repulsa. Para llevar a cabo los crímenes, captaron a las mujeres con el pretexto de ofrecerles trabajo como niñeras y fueron elegidas porque “un espíritu les advertía que eran malas personas”, según confesión de los acusados.
La niña de cinco años que convivía con el grupo criminal era al parecer hija de una de sus víctimas, asesinada en 2008 en la ciudad de Olinda, a la que dieron muerte estando la pequeña –que entonces contaba 18 meses- presente. Luego, la estuvieron alimentando con la carne de su madre muerta, durante unos días.
Posteriormente, se les acusó de asesinar a un total de siete mujeres, aunque en el juicio solamente se pudieron probar tres. Jorge da Silveira fue condenado a 23 años de prisión, e Isabel y Bruna, a 20 por la justicia brasileña en noviembre de 2014.