Un verano más, los capazos vuelven a acompañarnos en jornadas de playa y sol, durante paseos curiosos por calles y mercados, hasta convertirse en habituales compañeros de la celeridad de nuestra vida diaria.Los capazos vuelven a sus orígenes, humildes y sencillos, para mostrar la materia prima desnuda sin pintar ni cubrir; donde los entrelazados, trenzas y pleitas modelan cestos inspirados en los recipientes propios del campo: cuadrados como la "cebera" o alargados como la "capacha". Convirtiendo en todo un boom el capazo circular y todas las versiones en tamaño mini, ideales para acompañarnos por la noche. Pero nuestro espíritu coqueto sucumbe a la amalgama de colores y aplicaciones de la artesanía de los pueblos indígenas y los cubrimos de pompones, cuentas, bordados, espejitos, flecos...Nos encanta recuperar la tradición de los capazos, la cercanía de materiales naturales y sencillos que evocan nuestra niñez, recuerdos de juegos infantiles en rincones que dejan de sernos ajenos cada verano...sensaciones que nos transportan a nuestro paisaje más rural, porque su centenaria sabiduría le permite seguir guiñándonos cada verano, bajo la cualquier forma y versión.

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Esparteame para Leandro Cano

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