El "caprichito" del Rey.
El otro regalo del rey, según Peñafiel.
Pese a estar destinada a su disfrute personal, el rey no pagó de su asignación una cinta mecánica cuyo modelo se encuentra entre los más caros y exclusivos del mercado. Y eso que su “salario” llega a más de ocho millones de euros anuales. Fue el Patrimonio Nacional el encargado del gasto que asegura la salud física del Rey. La Casa Real asegura que la máquina fue adquirida cumpliendo los requisitos legales, ya que está instalada en un pequeño gimnasio del Palacio de La Zarzuela que utiliza la Familia Real. El rey –asegura el diario digital “El Confidencial”– eligió una cintas mecánica que cuenta con varios dispositivos de seguridad para evitar accidentes, pantalla de televisión con TDT y conexión a Internet, salidas para iPod y iPhone y reproductor de fotografías. El precio final fue de 14.065,26 euros –y eso, tras aplicar un descuento del 18%–, cantidad que fue abonada por Patrimonio Nacional a la empresa Thomas JR Distribuciones, que tiene la exclusiva de la marca Technogym Home. Según asegura el mismo diario, esta máquina no fue lo único que adquirió el rey en la misma tienda, aunque no se ha filtrado más información, ya que Zarzuela obliga a firmar un contrato de confidencialidad a cualquier proveedor real para evitar filtraciones.
Nuria Buenaventura, diputada de IU-ICV, presentó hace varios días, en el registro de la Cámara Baja, una pregunta dirigida al Ejecutivo para que éste justifique las razones por las que el monarca no pagó de su bolsillo la exclusiva Run Now, máquina de gimnasio de última generación. La diputada de IU-ICV preguntaba al Gobierno por qué ha sido Patrimonio Nacional y no la propia Casa del Rey quien ha pagado los más de 14.000 euros de la cinta de correr. “¿Le parece razonable al Gobierno, en un momento de austeridad presupuestaria, invertir esa cantidad de dinero casi obscena?”, reza la pregunta, que el Ejecutivo deberá responder por escrito. Y añade Buenaventura, en un tono casi burlón: “Si el Rey tiene necesidad de hacer ejercicio, ¿no podría dar paseos por los jardines de La Zarzuela en lugar de dilapidar más de 14.000 euros en una cinta mecánica?”. A la diputada de IU-ICV le parece “vergonzoso” gastar fondos públicos en los “caprichos” del monarca.
El periodista Melchor Miralles escribe en el artículo “La cinta del Rey en tiempo de crisis” que el presidente del Congreso, José Bono, se puso en contacto con Buenaventura para pedirle que reformulase la cuestión, retirando comentarios “descorteses”. La diputada de ICV ya avanzó que no tiene inconveniente en plantear la pregunta en otros términos. Pero que ella deseaba saber, como muchos ciudadanos, por qué ha sido Patrimonio Nacional y no la Casa Real quien ha efectuado la compra en un momento de crisis y de austeridad presupuestaria. Miralles recuerda al señor Bono y a la Mesa de la Cámara que descortés es falto de cortesía, y la cortesía es el conjunto de reglas con las que las personas se muestran respeto y consideración entre sí en el trato social. “Considerar ‘obsceno’ ese gasto o creer que supone una dilapidación del dinero público no me parece descortés; considero que es absolutamente atinado, porque es un derroche, un despilfarro, un malgasto de dinero público sin prudencia ni medida, innecesario y desproporcionado. Incluso me parece más descortés poner pegas de ese tipo a un parlamentario”.
Por otra parte, y como colofón de esta serie de despropósitos sobre los caprichitos reales, Jaime Peñafiel, otro periodista, se ha hecho eco, según Vanitatis, de El Confidencial, en el Suplemento “Crónicas”, de un misterioso y enorme paquete que, días atrás, llegaba a La Zarzuela, procedente de uno de los emiratos del Golfo Pérsico. Se trataría de un Rolls Royce Phantom Drophed Coupé, un modelo exclusivo con embellecedores de oro –signo diferenciador de los jeques del petróleo para distinguirse de los vehículos que los ricos pasean por Abu Dhabi o Kuwait–. La dádiva, valorada en 550.000 euros, se habría efectuado con motivo de la reciente visita del monarca a Kuwait a finales del mes de febrero. Un regalo que, a juicio de Peñafiel, “no se puede aceptar”. “Pero devolverlo supondría una afrenta. Debería cederlo a Patrimonio Nacional”.