Se convirtieron por excelencia en el símbolo del poder secular que ejercieron reyes, señores y caballeros durante la Edad Media. En España fueron fortalezas de leyenda donde habitaron personajes que han marcado su pasado, desde Guzmán el Bueno hasta el Cid Campeador. Junto a las catedrales góticas, los castillos con más historia de España se erigieron en el hito imprescindible de la representación arquitectónica del Medievo europeo.
Una buena parte de la historia de nuestro país viene marcada por la significación que alcanzaron estos emplazamientos defensivos levantados contra el invasor musulmán o el avance cristiano en el periodo conocido como la Reconquista de la península ibérica.
El castillo nace de la necesidad de defensa de una vivienda, de una familia, de un poblado, de un país... Está ligado a la historia de España, a su arte, y pegado a la orografía de sus más variadas tierras, así como a las culturales que han ido depositando en ellos los distintos pueblos y razas que han vivido en nuestro país. Fortalezas de leyenda existen unas cuantas en la historia de España.
17 fortalezas para visitar
España cuenta con algunos de los castillos mejor conservados del mundo. Su presencia retrotrae al viajero a una época de caballeros, justas y trovadores. Fortalezas como Loarre, Gormaz, Manzanares el Real, la Mota o Calatrava la Nueva ofrecen, además de una lección de historia y leyendas, un recorrido cultural por las poblaciones que las circundan, el carácter de sus gentes, los magníficos entornos naturales de los alrededores y el folclore o las tradiciones del lugar donde se ubican. Resultan de obligada visita.
Tordesillas
Dos de las fortalezas con mayor historia de España se vinculan a los Reyes Católicos. Ambas se localizan en la comunidad autónoma de Castilla y León, en concreto en la provincia de Valladolid. En el castillo palacio de Tordesillas (la conocida ciudad del tratado donde España y Portugal se repartieron en 1494 las tierras conquistadas del Nuevo Mundo), los Reyes Católicos mantuvieron encerrada 46 años, hasta su muerte en el año 1555, a la reina legítima de Castilla, Juana la Loca. El drama turístico de Tordesillas es que de la residencia real construida durante el reinado de Enrique III no queda nada en pie.
Antes, la hija de Isabel y Fernando habitó en el castillo de la Mota, en Medina del Campo, una estupenda fortificación gótico-mudéjar de ladrillo (siglo XIV), que nos remite a una época en que la naciente artillería obligaba a replantear el diseño de los castillos: con amplio y profundo foso que se salva por un puente levadizo, murallas sucesivas, amplio patio de armas y potente torre del homenaje (de 40 metros de altura). En el famoso Mirador de la Reina Isabel de Castilla oteaba sus vastos dominios. Luego, el castillo se transformó en prisión; Hernando Pizarro, César Borgia o el conde Aranda fueron algunos de sus ilustres reos.
En la provincia de Valladolid se suma otra fortificación que no escapa al interés del viajero apasionado por la historia. El castillo de Peñafiel es largo y fino como una daga en la cresta roqueda sobre la que se asienta. Desde muy lejos, en el paisaje llano que abarca las riberas del Duero y el Duratón, la fortaleza y su torre del homenaje avisan que las vides y los trigos tienen dueño. En esta fortaleza se refugió Alfonso I el Batallador acosado por su esposa Urraca de Castilla. También moraron aquí el infante don Juan Manuel (autor de El conde Lucanor y sobrino del rey Alfonso X el Sabio), y el codicioso señor de horca y cuchillo don Pedro Téllez Girón, maestre de Calatrava (siglo XV). Hoy es un museo dedicado al vino.
Castillo de San Esteban de Gormaz
Sin abandonar tierras castellano-leonesas, el viajero llega ahora hasta el pequeño pueblo de San Esteban de Gormaz (provincia de Soria), donde queda deslumbrado por la espectacularidad visual que proyecta el que está considerado como el castillo más antiguo de Europa y también el más largo. Custodiada por una muralla de 1.200 metros de contorno, 28 torres y 400 metros de longitud, la fortaleza de Gormaz fue erigida por los musulmanes en el último tercio del siglo X. Era la plaza fuerte avanzada desde la que los califas lanzaban sus aceifas o expediciones de saqueo, casi anuales, contra los reinos del norte.
En el año 975 se presentó ante sus murallas el rey leonés Ramiro III, aunque tuvo que retirarse sin conseguir tomar la fortaleza, que pasó de manos cristianas a sarracenas en diferentes ocasiones. Después de 1509 el castillo fue ocupado definitivamente por los cristianos. Se dice que uno de sus alcaides fue el Cid por concesión de Alfonso VI. Durante siglos fue corraliza de ovejas y en el siglo XIX desempeñó algún papel secundario en las guerras carlistas.
La Orden de los Caballeros Templarios jugó, durante la Edad Media, un papel decisivo militar en la reconquista cristiana de la península ibérica. Como valerosos guerreros y poseedores de encomiendas y haciendas por buena parte de nuestro territorio, los templarios pertrecharon insignes fortificaciones con el fin de combatir al infiel musulmán. Dos claros ejemplos de ello son los castillos de Ponferrada y el de Peñíscola.
Tanto el de Ponferrada como el de Peñíscola son grandes dimensiones, la fortaleza leonesa pasó en 1211 a manos templarias por donación del rey Alfonso IX. Los caballeros de la orden religioso-militar construyeron un primer recinto y castillo para proteger a los peregrinos que realizaban el Camino de Santiago. Tras la disolución del Temple ejecutada por el papa Clemente V a instancias del rey de Francia en 1312, el castillo pasó a manos de los Reyes Católicos y, en 1558, a las del marqués de Villafranca.
También propiedad de los templarios fue el castillo de Peñíscola (Castellón), otra impresionante fortaleza emplazada sobre un promontorio rocoso que domina toda la zona que la rodea. Gran parte de la recia construcción del castillo se llevó a cabo en el siglo XIII. Con posterioridad, otra orden militar hispana, la de Montesa, y el controvertido Papa Luna completaron la magnífica obra.
En la fortaleza de Peñíscola se refugió y vivió sus últimos años Benedicto XIII, el español Pedro Martínez de Luna al que, después de nombrarlo papa durante el Gran Cisma de Occidente, lo descabalgaron del cargo en el Concilio de Constanza. Pero solo abdicó forzado por el rey de Aragón. En la fortaleza siguió firmando como papa hasta su muerte en el año 1423. En la lista oficial figura como antipapa.
Castillo de Calatrava la Nueva
A otra orden militar que también defendió con ímpetu los territorios cristianos en la frontera de Sierra Morena, la de Calatrava, perteneció el castillo de Calatrava la Nueva (Aldea del Rey, Ciudad Real), que fue impulsado por los reyes y nobles que habían derrotado a los sarracenos en la popular batalla de las Navas de Tolosa (1212), aquella que marcó el inicio del fin del dominio árabe de la península. Fue una de las más fuertes e inexpugnables fortalezas de su tiempo desde donde se controlaba la ruta entre Toledo y Córdoba. No en vano llegó a alcanzar los 50.000 metros cuadrados de superficie.
Castillo de Montiel
Si el viajero prosigue su ruta histórica por los castillos de España, no debe alargar demasiado su recorrido para llegar, también en la provincia de Ciudad Real, hasta Montiel, recoleta localidad manchega que aparece citada en El Quijote. Entre los puntos de interés de Montiel sobresalen, sin duda, los restos del castillo de la Estrella (del siglo IX) donde pelearon, en 1369, don Pedro I el Cruel, y su hermanastro, don Enrique II de Trastámara.
El duelo acabó con la muerte del primero. Una traición histórica de la que trascendió una frase: "Ni quito ni pongo rey pero ayudo a mi señor". Aquella fue una contienda bélica que, con un escenario como Montiel, se enmarcó en la Guerra de los Cien Años y en su conflicto satélite, la Guerra Civil de Castilla, considerada como la primera guerra civil española de la historia.
Castillo de Alarcos
La visita histórica en tierras ciudadrealeñas puede finalizar con la visita al importante enclave ibérico de Alarcos. Los musulmanes emplazaron aquí un castillo, ocupado por Fernando VII. Los cristianos lo modificaron y emprendieron una obra que no estaba terminada cuando se perdió de nuevo ante los almohades. Ante él se dio la gran batalla de 1195, que lleva su nombre, donde los musulmanes aplastaron al ejército castellano de Alfonso VIII y ocuparon la fortaleza y las de su entorno, tomando incluso la de Calatrava la Vieja. Fue recuperado en 1212, días antes de la batalla de las Navas de Tolosa, abandona por su guarnición ante su incapacidad para hacer frente al gran ejército cristiano.
Castillo de Olite
Navarra también ha tenido mucho que decir en la historia de España. Erigido como uno de los reinos medievales de mayor importancia de Europa en su tiempo, del poderío que alcanzó da fe el no menos fascinante castillo de Olite, localidad que llegó a ser capital del reino. Nada más arribar a la comarca de la Zona Media, entre la Navarra montañosa y el Valle del Ebro, el viajero aficionado por la historia nota la presencia de su palacio real, su edificio más emblemático y principal reclamo turístico. Su fundador, Carlos III el Noble, fue rey de Navarra entre 1361 y 1425, pero nació y se crió en suelo francés.
Entre 1402 y 1424 afrontó la construcción del Palacio Nuevo, que, junto con la capilla de San Jorge, actualmente en ruinas, es la parte visitable del recinto. Su antecesor, el Palacio Viejo, adosado a sus muros, es un Parador Nacional. En esta insigne fortaleza se reunieron las Cortes navarras en varias ocasiones. En 1439 se celebró la boda del príncipe de Viana con Inés de Clevés. También sirvió de prisión a Blanca de Navarra. Conquistada Navarra en el año 1512 por Fernando el Católico, Olite y su castillo fueron perdiendo importancia.
Castillo de Chinchilla
Algunos castillos de nuestro territorio peninsular también cumplieron la función de prisiones o cárceles. Una de las fortalezas más destacadas que sirvió para tal fin es la manchega de Chinchilla (Albacete), construida en el siglo XV por el marqués de Villena sobre una fortificación árabe anterior de cuyo primer recinto restan todavía vestigios.
En las mazmorras del castillo, de enormes dimensiones, adaptado a la meseta ovalada del cerro que le sustenta, estuvo preso César Borgia, el hijo del Papa Alejandro VI y jefe de los ejércitos de los Estados Pontificios, acusado de la muerte de su hermano, el duque de Gandía. También adoptó el papel de cuartel para las tropas napoleónicas durante las guerras de Sucesión (siglo XVIII) e Independencia (siglo XIX).
Castillo de Xàtiva
Como cárcel de Estado también se reconvirtió el castillo de Xátiva (Valencia), cuna de los dos únicos papas oficiales que ha tenido la Iglesia Católica: Calixto III y Alejandro VI, de la familia de los Borgia. Después de la conquista de Jaime I y la creación del Reino de Valencia, la fortaleza cumplió la función no solo de defender la ciudad sino de ser asimismo prisión de la Corona de Aragón. Entre otros reos célebres allí estuvieron los nietos de Alfonso X el Sabio (los infantes de la Cerda), Jaime de Aragón o el Duque de Calabria. La Guerra de las Germanías dañó sus murallas y en 1707, tras ser ocupada por Felipe V durante la Guerra de Sucesión, la ciudad y el castillo fueron incendiados.
Castillo de Manzanares el Real
Ya en tierras de la capital de España, quizás el castillo de mayor relevancia histórica sea el que todavía permanece hoy en perfecto estado de conservación. La impresionante fortaleza de Manzanares el Real (siglo XV) participa de una doble condición: se trata de una gran fortificación defensiva y al mismo tiempo una residencia palaciega. En ella se combinan los elementos góticos, mudéjares y renacentistas, que forman un conjunto de gran belleza y personalidad. A la vista está. Declarado Monumento Histórico Artístico, en el castillo de Manzanares se celebró en 1982 el acto de constitución de la Asamblea y la redacción del Estatuto de Autonomía de la Comunidad de Madrid.
De cariz más artístico, aquí se rodó buena parte de El Cid, la superproducción cinematográfica que protagonizaron Charlton Heston y Sofía Loren. El padre de uno de los grandes escritores del Renacimiento español, Íñigo López de Mendoza, conocido como Marqués de Santillana, fue el encargado de fundar este hermoso castillo.
Castillo de Loarre
El amante del buen cine recordará las primeras escenas de la película El reino de los cielos, ambientada en la época de las Cruzadas. Pues se rodaron en el castillo de Loarre y sus alrededores, a 35 kilómetros de Huesca, atalayando su hoya transitada de caminos y las ricas vegas que alimentan a la comarca. Loarre está considerado como el mejor castillo románico de Europa (siglo XI) Sobre unos posibles cimientos romanos asentados sobre el mogote calizo que le sirve de pedestal se levanta una fortaleza roqueda de planta irregular y doble muralla guarnecida con torres cilíndricas.
En su interior, con el ábside integrado en la línea defensiva, la iglesia de Santa María (siglo XII), es de tres naves, bóveda de cañón, capiteles románicos e insólita cúpula. El castillo fue construido en el siglo XI por el rey Sancho III para servir como avanzadilla fronteriza, desde la que organizar los ataques contra Bolea, situada en la llanura que domina la construcción. En 1287 fue saqueado por Pedro de Ayerbe y en 1413 asediado por Fernando I de Antequera. Lo defendió la abadesa de Trasobares con mercenarios ingleses y franceses reclutados por su hermano, Antonio de Luna, partidario del conde de Urgel, Jaime de Aragón.
Palacio de la Aljafería
De la misma comunidad autónoma sobresale por encima de muchos otros a nivel nacional el castillo-palacio de La Aljafería en Zaragoza. El viajero que lo visite debe prepararse para el encuentro con mil años de historia en una sola pero fascinante pieza, compuesta de dos recintos: el exterior, que es de perfil bajo, son las murallas de la época de Felipe II, y el interior, el de perfil alto, son los muros y torres de la Edad Media, en su etapa de los reinos musulmanes, de la Corona de Aragón e hispánica.
Levantado en el siglo VIII por los musulmanes, el castillo fue tomado en 1118 por Alfonso el Batallador, que lo convirtió en residencia real y bastión militar. La parte palaciega fue ampliada por los reyes de la Corona de Aragón. Los Reyes Católicos añadieron una planta a esta zona. Los disturbios de Aragón en 1591 movieron a Felipe II a dar guarnición a la ciudad. Su ingeniero Tiburzio Spanochi construyó un recinto amurallado en torno a la Aljafería que, en tiempos de Carlos III resultó reconvertido en cuartel.
Castillo de Almodóvar del Río
Más al sur de la península, el viajero reconoce la que quizás es la fortaleza mejor conservada de toda Andalucía. Desde el castillo cordobés de Almodóvar del Río, situado en el cerro de La Floresta, se obtienen una de las mejores vistas que existen de la Vega del Guadalquivir. Y, como todo castillo que se precie, tiene su propia leyenda... La de la Princesa Zaida. Según cuentan las crónicas del lugar, hace casi mil años que la princesa musulmana Zaida se refugió en esta fortaleza. Huía de los almorávides, que asediaban Córdoba.
En Almodóvar esperó en vano a que su amor, el príncipe Al Mamum, escapara del asedio. El 28 de marzo de 1091, el alcázar cordobés cayó y el príncipe fue asesinado. También se dice que el rey Pedro III el Cruel o el Justiciero guardaba aquí sus tesoros. Perteneció a los Fernández de Córdoba, a la Orden de Calatrava y de nuevo a la Corona. Fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1993.
Castillo de Bellver
Las islas Baleares, como parte de la relevancia militar y política que alcanzaron cuando integraban la Corona de Aragón, cuentan también con un claro ejemplo de castillo con historia. La fortaleza de Bellver, de planta circular, es quizás la obra más representativa de este reino, levantada por Jaime II para establecer su corte. Pedro IV de Aragón la tomó y la usó como prisión ara la familia real depuesta. Juan I y su esposa Violante se refugiaron en ella, huyendo de la peste, en el año 1394.
En el siglo XVI el castillo fue sitiado y asaltado por los agermanados. Después será artillado y se empleará contra los ataques de piratas turcos y berberiscos y se utilizará como punto de distribución de los condenados a galeras. En el siglo XIX Bellver se utilizó como prisión. En ella hubo ilustres personajes como Jovellanos; el general Lacy, fusilado aquí tras su rebelión en Barcelona contra el absolutismo de Fernando VII, y los franceses presos en Bailén.