La institución que ha sido blanco de más calumnias y ataques infundados a lo largo de la historia es sin duda la Iglesia católica, y esto no debe extrañarnos, pues siendo la Iglesia una obra de Jesús, siendo ésta su Cuerpo mismo para anunciar el Evangelio al mundo, es lógico que será odiada y atacada. Ya nuestro Señor Jesucristo nos había advertido que todo y todos los que estuvieran relacionados con Él serían odiados como Él lo fue:
«Si el mundo los odia, sepan que antes me odió a mí. No sería lo mismo si ustedes fueran del mundo, pues el mundo ama lo que es suyo. Pero ustedes no son del mundo, sino que yo los elegí de en medio del mundo, y por eso el mundo los odia». (San Juan 15, 18-19)
Sin embargo no deja de ser importante que siendo seguidores de la Verdad (Jesús), hablemos con la verdad al mundo y aclaremos los ataques como del que hablaremos a continuación.
La hostia blanca y redonda, ¿representa al “dios sol”?
Dentro del mundo que conocemos como “protestantismo”, hay de todo. Desde aquellos hermanos separados que fieles a su tradición “reformada” se encargan de vivir su fe en Jesús a su modo, hasta para quienes su único sentido de existencia es atacar enérgicamente todo el tiempo a la Iglesia católica con toda clase de tergiversaciones doctrinales e históricas.
En este segundo grupo están quienes afirman que la Iglesia católica utiliza una hostia blanca y redonda para administrar la Sagrada Comunión porque en realidad, de manera oculta, lo que hacemos los católicos es “adorar al dios sol”, ya que, a decir de estos grupos fundamentalista anti-católicos, el catolicismo no tiene nada que ver con Cristo sino con los cultos de la antigua Roma pagana y más atrás aún al paganismo egipcio.
Evidentemente esa es una teoría del todo absurda y disparatada, si tanto quisiéramos adorar al dios sol (el cual, por cierto, no existe), lo haríamos sin más miramientos, ¿para qué tendría que haberse molestado la Iglesia católica en desarrollar una doctrina y una teología cristiana tan profunda y que hunde sus raíces en las Escrituras judeo-cristianas y en toda la cristología de los Santos Padres de la Iglesia, reflexionada y discutida en sendos Concilios Ecuménicos que alcanzaron definiciones sobre la Trinidad, la Divinidad de la Persona de Nuestro Señor Jesucristo, sus dos Naturalezas (humana y divina), etc., si el único motivo fuera “ocultar” nuestro supuesto “culto al sol”? Es totalmente irracional tomarse en serio una teoría así de absurda.
Pero vayamos al punto: ¿Por qué recibimos la Sagrada Comunión, el Cuerpo de Cristo, en una hostia redonda y blanca? ¡Porque exactamente eso mismo es lo que consagró Jesús en la última cena!
Así es, cuando la Escritura nos dice que Jesús “tomó pan y lo bendijo”, ¡lo que tomó de aquella mesa fue un pan blanco y seguramente era redondo!
¿Cómo lo sabemos? Porque los judíos comen la cena de Pascua con pan ácimo, que no es otra cosa que pan de trigo sin levadura, es decir, lo mismo que nuestras Hostias en la Santa Misa, pan de trigo sin levadura.
A este pan sin levadura los judíos lo llaman Matzá y puede observarse en las siguientes imágenes que corresponden a la cena del Séder de Pésaj judío:
Mesa dispuesta para la cena de Pascua judía.
Familia judía celebra la Pascua con panes sin levadura.
Como se puede observar en las imágenes, los judíos siguen elaborando este pan redondo y sin levadura, muy parecido a la Hostia grande y redonda que consagra un sacerdote católico en la Misa. La única diferencia estriba en que por su preparación, en el Matzá quedan algunas marcas oscuras producto del tostado que adquiere la masa, pero los ingredientes, tanto en el Matzá judío como en la Hostia cristiana son los mismos, únicamente harina de trigo con agua. Así es que la Hostia que usamos los cristianos en Misa tiene su origen directo de la Matzá de los judíos.
Los judíos, la fiesta de Pascua y el pan sin levadura.
¿Pero cómo saber que aquello que Jesús tomó de la mesa y que bendijo era un pan sin levadura? ¿Lo dice acaso la biblia? Los evangelios no nos dicen que el pan era ácimo, pero los escritores no tenían ninguna necesidad de aclararlo, puesto que era obvio que si estaban comiendo la cena de Pascua, el Pésaj judío, el pan que había sobre la mesa tendría que haber sido pan sin levadura, pues otra clase de pan en esa celebración judía está totalmente prohibido.
Pero algún lector exigente se podría preguntar por qué tendríamos que pensar que es tan obvio inferir que era pan ácimo lo de la última cena, y para esto sí hay una respuesta literal en la biblia:
En Éxodo 12 están escritas las instrucciones detalladas y precisas de la celebración de la Pascua para los judíos y es Dios mismo quien estipula que en esta cena ha de comerse pan sin levadura, como podemos leer en Éxodo 12, 8:
«Esa misma noche comerán la carne asada al fuego; la comerán con panes sin levadura y con verduras amargas.»
Así que está claro que si Jesús estaba celebrando la Pascua junto a sus apóstoles, tendrían que haberla estado celebrando tal como estaba estipulada en las Escrituras, con panes sin levadura.
Y aunque el versículo anterior no nos dice nada sobre la redondez de los panes ácimos, otro capítulo del mismo libro de Éxodo nos deja ver con claridad que la forma común que los judíos daban a los ácimos era redonda:
"Toma del canastillo de los ázimos que está delante de Yahveh un pan redondo, una torta de pan de aceite y otra, untada de aceite." Éxodo 29, 23.
Y aunque actualmente algunos judíos preparan un Matzá pequeño y rectangular, el tradicional y más usado por siglos y siglos es el redondo.
La Cena del Cordero en la Iglesia cristiana.
La Santa Misa, para nosotros los católicos, tiene su origen y su institución en la última cena, cuando, a la hora de la copa de bendición, Jesús toma el pan de la mesa y lo bendice, consagrándolo y dándolo de comer a los apóstoles como su propio Cuerpo, y bendiciendo la copa y dándoselas a beber como su propia Sangre, y dándoles la misión y la instrucción de hacer lo mismo en memorial suyo (clic aquí para ver el sentido sacrificial del memorial eucarístico).
Jesús le da un sentido completamente nuevo a la Pascua bajo la Nueva Alianza, pues ahora al ser Él mismo el Cordero que se ofrece por el perdón y la liberación de la esclavitud del pecado, no hay ya necesidad de matar y comer un animal, sino que Él mismo se ha convertido en nuestro Cordero, nuestra nueva Pascua, bajo los signos visibles del pan y del vino (ver aquí una exposición más profunda sobre la Eucaristía y la última cena por parte del ex-pastor Scott Hahn).
La celebración de la cena de la Pascua judía conlleva la presencia de un Cordero y de panes ácimos, y estos panes son una parte central de la celebración, como lo dice una propia página judía que citamos a continuación:
"Uno de los elementos más importantes de Pesaj es la matzá; un pan al cual no se le dejó leudar. Es el elemento más importante del séder (el rito de Pesaj), y el elemento alrededor del cual todas las mitzvot (prácticas judías) de Pesaj giran". (https://www.enlacejudio.com/2018/03/12/se-una-matza-kosher-pesaj/)
Esta centralidad del pan ácimo es llevada a su plenitud en la institución de la Eucaristía por parte de Jesús. Cordero y pan ácimo permanecen presentes en la Cena del Señor, la Cena del Cordero de Dios, con la variante de que el Cordero y el Pan ácimo son un mismo elemento. Jesús mismo establece que a partir de la inauguración de la Nueva Alianza la característica esencial de la Cena no sería comer un animal común sacrificado, sino el pan ácimo, porque una vez consagrado, ese pan pasa a ser Su Cuerpo, o sea, el Verdadero Cordero, el Cordero de Dios que se nos da como alimento de vida eterna.
Muchos protestantes siguen sin entender cómo podemos pensar que comemos verdaderamente el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía. Y es que los hermanos separados necesitan comprender la manera magistral en que Jesús le dio sentido a las cosas. Primero anunció "el pan que daré es mi carne" (San Juan 6, 52) y luego encontró la forma "civilizada", racional y humanamente aceptable y agradable de darnos su carne, no a través de trozos de carne cruda sangrando, sino mediante un elemento que a todos nos es familiar, aceptable a nuestra razón y que forma parte de la alimentación humana cotidiana, el pan.
En resumen, el origen de la Hostia empleada en la Misa no tiene absolutamente nada que ver con dioses paganos, sino que tiene sus raíces bien sólidas en la celebración de la última cena de Jesús con sus apóstoles, lo que a su vez proviene de las instrucciones y las descripciones dadas en el libro del Éxodo.
Autor: Alfredo Rodríguez