Cuando los chicos a los que entreno se quejan del árbitro suelo decirles que protestar es de pobres. Y de maleducados. Pero sobre todo de pobres. Evidentemente no me refiero a ningún tipo de pobreza económica. Es una pobreza personal, una falta de autocrítica, una externalización del error. Los celos también son cosa de pobres. De pobres de confianza. Igual que la pobreza económica, no suele ser merecedor quién la padece. Es decir, la persona que tiene celos no ha escogido esa opción. Y esto es importante porque muchas veces parece que los celos son una decisión. Ahora tengo, ahora no. Ya no quiere tener más. No funciona así. No es tan sencillo. La cultura en la que vivimos favorece la aparición de los celos. Los construye. He tenido profesores que defendían abiertamente la postura de que sin celos no hay amor. En la universidad. Claro, si crees en las medias naranjas, las almas gemelas, las simbiosis y un sinfín de gilipolleces varias es normal tener celos. Joder si solamente existiese una media naranja habría que matar por ella. La vida se empeña en demostrarnos que no es así. Lo explicaré con números. Si salgo a la calle y veo un promedio de unas 20 chicas que me atraen físicamente con las que tendría un vinculo eróticofestivo (acostarse de manera irregular). He de calcular que un 80% no se fijarán en mi. Me quedan 4. Siendo bastante negativo digamos que de esas 4, solamente me plantearía una relación lúdicoformal (quedar con más regularidad) con 1. Hablamos, de unos cálculos pesimistas y nos está saliendo 1 al día. 30 al mes. Sin ayudarnos de plataformas ni de apps que multiplicarían esas opciones por mil. Es evidente por tanto que posibles parejas HAY. Otra cosa es que no haya AHÍ, en el sitio de siempre (me sorprende mucho la de gente con estudios superiores que no distingue hay, ahí, ay ni a ver o haber). Vuelvo a los celos. Lo principal es que si tu pareja quiere follarse a otras personas ya lo estará haciendo. No tienes que ocuparte ni un segundo en pensar en ello. Porque en lo que debes poner la energía es en a) alegrarle b) escucharle y c) satisfacerle. En todos los sentidos. Sabiendo siempre que es libre, si se quiere ir, se irá. Tu labor por tanto es convertirte en su mejor opción. En el fondo las cosas dependen de ti. Pero el árbitro,a veces, se equivoca. @alvarosaval