"Hermano y hermana salen juntos de su casa, cruzan la puerta corredera de cristal de la cocina y salen al patio trasero".
No sé si se juzga un libro por la cubierta pero a mi esta me llamó la atención poderosamente. Hoy traigo a mi estantería cultural, Los chicos de Hidden Valley Road.
Conocemos a Don Galvin y a su esposa Mimi, una familia acomodada de Texas en la que él, padre del año 1965, y ella, ama de casa que incluso cosía la ropa para sus hijos, forman una gran familia de 10 hijos y 2 hijas: 12 hijos en total para esta enorme estampa que convierte en literal la expresión de la gran familia americana. Cuando su hijo mayor empieza a actuar de forma extraña, parece ser él mismo quien se de cuenta de que algo le pasa. Y la tragedia no tarda mucho en comenzar: Donald padece esquizofrenia. Y así, paso a paso empiezan a caer un hermano tras otro en las garras de la enfermedad desconocida hasta que un total de seis son diagnosticados. Una enfermedad que destroza una familia desde dentro tanto por la incomprensión como por la incapacidad para hacer nada, el miedo a la locura y también por los actos que cometen los hermanos enfermos.
Kolner escribe en esta tremenda novela la caída en desgracia de una familia que hubiera debido de ser modélica y que, además, existió. Así el lector va viendo como comienzan las peculiaridades en el comportamiento de los hijos enfermos, que además parece que se van acentuando de hermano en hermano llegando uno de ellos a abusar de forma repetida de sus dos hermanas y convirtiendo así el relato de "los cuerdos" en una pesadilla aún más inimaginable que la poca locura. Y uno a uno empieza la cuenta de los hijos afectados por esta enfermedad y va viendo como la familia se siente maldita, los hijos temen ser el siguiente en caer y los padres se desesperan al no saber qué hacer con lo que les está sucediendo. La medicina no parece estar preparada para el diagnóstico y mucho menos para la prevención y hay opiniones para todos los gustos, una incluso llega a culpar a la madre por la forma en que haya criado a sus hijos, mientras se busca, cada vez con más desesperación una solución al problema que tienen. Kolner no deja la pesadilla y, si bien una se vive de puertas adentro, la del reguero médico no da tampoco muchas opciones de permitir a la familia despertar del mal sueño y es que ni siquiera la persona que parece acercarse más va a ser capaz de tener la solución mágica a una enfermedad que hoy en día sigue siendo en gran parte un enigma. La esquizofrenia, tal y como dice el autor, no se trata de una enfermedad en la que el enfermo desarrolla personalidades, si no que lo que hace es ir despegándose de la realidad hasta que su realidad y la nuestra difieren. Algo tan complicado como suena y un escenario tan asfixiante como para lograr que el lector se revuelva entre las páginas de esta novela. Y es que Don y Mimi verán tratamientos terribles y agresivos que no querrán realicen a sus hijos mientras observan y padecen sus comportamientos erráticos y, por supuesto, mantienen no solo las apariencias si no que intentan no suspender las rutinas que se suponen en una familia. Y esto es precisamente lo que engrandece la novela, el hecho de que, aunque la locura sea un tema vertebral, el autor muestra como la apariencia incluso privada, es importante para que la familia siga en pie y refleja de este modo uno de los motores de las microsociedades americanas de la época.
Kolker deja una novela en la que se alterna la vida familiar con el tema de la esquizofrenia. Habla de avances y retrocesos y realiza un recorrido en el que la familia Galvin fue vital para realizar avances en poco tiempo, pero ni así se ha podido llegar a la cura. Una contribución que fue más allá, por otro lado, de la médica ya que su pesadilla se hizo conocida y eso hizo que un estigma fuera empezado a verse desde un ángulo diferente: ellos daban pena.
Los chicos de Hidden Valley Road es una historia emotiva y asfixiante, la de una familia que quería ser perfecta y vio como sus miembros caían uno a uno en el estigma de la locura. Una novela perturbadora que logra conmover y horrorizar al lector a partes iguales, una novela dura que se centra en la búsqueda del sueño americano de la familia perfecta y en su destrucción. Y es que si hay, o al menos se busca, la Gran Novela Americana, este título debería de llevar la etiqueta de Gran Novela de No Ficción Americana. Tan dura como recomendable.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.