Ellos lo tienen más fácil. Y ni siquiera me refiero a que cobran entre un 20% y un 30% más que nosotras. Ni siquiera les echo en cara que no sufran el síndrome premenstrual ni el menstrual. Lo que más me duele es que ellos tienen uniforme para todo: para ir a las bodas, traje y corbata; a trabajar, vaqueros y camisa; noche veraniega, chanclas y camiseta. Y pocos se arriesgan a cambiar el status quo.
Lo último que me indigna es que tienen hasta práctico uniforme de aeropuerto. Y no puede ser más sencillo.
Sin complicaciones. Vaqueros, camiseta y unas chanclas con estilo. Lo que me enciende de verdad es que no sólo es cómodo, sino que además, funciona.
En complementos, menos es más. Unas gafas Ray-Ban estilosas, un anillo de plata y directos al avión.
Mientras, nosotras seguiremos llevando unos calcetines en el bolso por si hace frío, una camiseta de tirantes por si hace calor, un panamá monísimo por si nos pillan los paparazzi a nuestra llegada... ¿a que va a resultar que tenemos lo que nos merecemos?