Pablo Iglesias en el cierre de campaña para las elecciones autonómicas. / Dani Gago
" data-orig-size="2048,1357" aperture="aperture" />(foto Dani Gago)
“Yo no sé lo que es el destino, caminando fui lo que fui”. Con los versos de la canción El necio, del cantautor cubano Silvio Rodríguez, Pablo Iglesias puso punto y final a su camino político. Mejor dicho, a su camino en política institucional. Porque Iglesias ya venía haciendo política antes de convertirse en secretario general de Podemos. Y como ya ha dejado caer, seguirá haciéndolo desde otros espacios.
Sobre Pablo Iglesias se han escrito y se están escribiendo centenares de artículos, opiniones, análisis…Su relevancia histórica en la política de este país está fuera de toda duda. Durante los últimos 7 años ha sido protagonista total y absoluto de una etapa que se ha cerrado esta semana. Iglesias no despierta indiferencia. Se le ha querido y se la ha odiado. Se le ha encumbrado como líder y se la vapuleado mediáticamente. De necios, como la canción, sería restarle mérito a su irrupción desde 2014. 7 años frenéticos que han provocado un terremoto político sin precedentes en democracia. A saber, el origen de nada más y nada menos que el fin del bipartidismo o la cristalización del primer Gobierno de coalición de la historia de este país. No es poco, pese a quien quiera vender su trayectoria como un fracaso sin más matices.
Y es que claro, depende del prisma con el que se miren los acontecimientos. Cierto es que la relevancia parlamentaria, a todos los niveles, de Podemos es hoy muchísimo menor que la que tuvo en sus inicios. Cierto es que el partido se ha ido desgajando progresivamente y que las peleas internas y tramas palaciegas han ido marcando el día a día de la formación morada desde hace unos años. Y cierto es que la despedida se produce de una manera cuanto menos accidentada, dejando la vicepresidencia para presentarse como candidato en Madrid y, pese a mejorar levemente sus resultados, no lograr su objetivo de que el bloque de izquierdas derrotara a Ayuso.
Echando la vista atrás, los hitos de Podemos comienzan verdaderamente en las elecciones europeas de mayo de 2014. El partido había surgido ya meses antes. Iglesias previamente ya había “traspasado las líneas enemigas” saltando como tertuliano a diferentes espacios televisivos. Lo que vino después es historia política. Como ya hay abundante bibliografía, mejor y peor, sobre el recorrido de Podemos, me permito resumir la trayectoria política de Podemos usando un puñado de canciones.
2014: Asaltar los cielos y el miedo va a cambiar de bando
“Hay que dejar alguna señal para los historiadores”, le dijo Iglesias a Errejón en los camerinos del Palacio de Vistalegre. Era octubre de 2014 y se celebraba el Congreso fundacional del partido. La expectación era máxima. Titulares, muchos. Como aquello de “tres secretarios generales no le ganan las elecciones a Rajoy o Sánchez, uno sí”. Eran los tiempos en los que Echenique y Teresa Rodríguez representaban la corriente crítica. Iglesias, junto a Errejón, consumaron su indiscutible liderazgo. Y aquello que se llamó “maquinaria de guerra electoral”.
Karl Marx estuvo presente en Vistalegre. “El cielo no se toma por consenso, se toma por asalto” fue quizás una de las frases más recordadas. Un mes después saldría a la venta el disco “La estanquera de Saigón”, del grupo valenciano de rap Los Chikos del Maíz. Una banda que también ha ido retratando un momento político y con la que Iglesias guarda una relación especial. “Por nuestros abuelos, no vine a ser marginal, yo vine a asaltar los cielos. Sin miedo, sin nada que perder, no nacimos para resistir, nacimos para vencer”, decía el estribillo de Los invisibles.
Así explicaba Nega, integrante del grupo, unos meses después esa “coincidencia”. Él nos la copió y pasa con muchas. Había escuchado los temas antes de que se publicara el disco. Es una declaración de intenciones políticas importante. No estamos aquí para resistir, con el discurso de que si sacamos cinco concejales nos va bien. Estamos en un momento de emergencia social en el que no podemos salir a empatar o perder. Hay que salir a ganar, y si no quédate en tu casa. Yo apuesto por la gente que salga a ganar, la que dice que hay que gobernar. La frase enlaza también con la de “no nacimos para resistir, nacimos para vencer”, que se la copiamos tanto Pablo como yo a Otegi, aunque tenga muy mala prensa decirlo. Es una frase que representa muy bien los tiempos en que vivimos y lo que debe significar la izquierda hoy día”.
Otra frase que resonó mucho aquel otoño de 2014 fue aquello de “el miedo va a cambiar de bando”. Algo que se convirtió también en un lema activista en las calles. “No tenemos miedo. El miedo lo empiezan a tener otros como JP Morgan. No es ya que el miedo esté empezando a cambiar de bando, es que la sonrisa está empezando a cambiar de bando. Cuando os insulten, cuando mientan, cuando difamen, sonreíd porque vamos a ganar”, dijo en noviembre sobre el escenario del Teatro Nuevo Apolo en un acto que sirvió para formalizar los nombres que conformarían la primera dirección del partido.
De nuevo, entran en escena los raperos valencianos. En este caso, junto a Habeas Corpus en el proyecto Riot Propaganda. A principios de 2013 habían lanzado su primer disco. Incluía este tema, El miedo va a cambiar de bando.
2015: Del “cambia, todo cambia” al debate interminable sobre la confluencia
Algo estaba removiéndose y cambiando en la política estatal. El centro de Madrid estaba colapsado. Desde un poco más arriba de la Cibeles ya costaba caminar. Un 31 de enero del año 2015, parece la prehistoria política, se celebró la denominada Marcha del Cambio. Una impresionante demostración de fuerza. Desde el escenario, el grupo Rojo Cancionero, junto a Lua, interpretaban el conocido clásico popularizado por Mercedes Sosa. “Cambia, todo cambia”. Miles repetían. “Cambia, todo cambia”.
Desde luego, en lo electoral, algo cambió. Podemos apostó por “candidaturas de unidad popular” en las elecciones municipales. Y lo que pasó en primavera fue histórico. Primarias, negociaciones, programas, listas, sistemas de primarias, Dowdall, que si coalición, que si partido instrumental, que si agrupación de electores, que si los fichajes en las listas. Y más primarias. Desde luego, aprendimos bastantes cosas…Y Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid. Y Xulio Ferreiro, Kichi, Pedro Santisteve, Ada Colau, Martiño Noriega…Fueron los (fugaces) tiempos de aquello de que “el pueblo unido jamás será vencido”. Podemos, esta vez en “solitario” pero con muchos fichajes externos, irrumpió también con fuerza en muchos parlamentos autonómicos.
Pero el 2015 postelectoral nos entretuvo con el interminable debate sobre la confluencia. Surgió el proyecto Ahora en Común, en el que participaba IU. La relación IU-Podemos es clave en toda la historia de Pablo Iglesias. No hay que olvidar que él venía de ahí. Y que Podemos se presentó en sociedad proponiendo al entonces partido liderado por Cayo Lara unas primarias abiertas para las elecciones europeas de 2014. Tampoco hubo entendimiento para el proceso electoral de diciembre de 2015. Pero estaban las confluencias periféricas (En Marea, En Comú) como punta de lanza (y de líos internos, por qué no decirlo).
Fueron tiempos de acusaciones entre corrientes, entre partidos. En los medios, en redes sociales, en mítines. Algo de lo que la izquierda sabe mucho. Que si yo tengo razón, que si tú no…Reproches cruzados que se pueden simbolizar con un tema de Kiko Veneno que luego versionó Muchachito Bombo Inferno. “Si tú no me hubieras tirado la nevera, yo jamás te hubiera tirado el molinillo de café. Si tú no me hubieras tirado el sofá, yo jamás te hubiera tirado el mueble cama. Así estamos los dos en el hospital escayolados, en vez de estar haciendo el amor, tras la cortina de un cine de verano”.
2016-2017: las grietas
El año anterior había acabado con un éxito electoral sin precedentes en las primeras elecciones generales del partido morado (y sus confluencias periféricas). Pero nos vimos abocados a una repetición electoral, los números para formar Gobierno no daban. El PSOE se cerró a un pacto con los de Iglesias y estos a favorecer un pacto Sánchez-Rivera.
2016 comenzó a vislumbrar algunas grietas en el partido morado. Pasaron cosas un poco raras que luego estallarían más adelante con la destitución de Sergio Pascual como secretario de organización. Para muchos, el principio del fin en la relación entre el “errejonismo” y Pablo Iglesias. Paralelamente, parece que las cosas entre IU y Podemos iban mejor. Llegó el famoso “pacto de los botellines” en la primavera de mayo. No obstante, el resultado de aquel 26-J tampoco fue todo lo exitoso que parecía en un momento. El foco se puso ahora en la relación de Unidas Podemos con el PSOE.
Madrid, siempre Madrid, anticipaba ya una quiebra gorda en el partido morado. La historia, ya la saben. Vistalegre 2 supuso el enfrentamiento político entre las propuestas políticas de Errejón e Iglesias. No fueron momentos sencillos en la vida interna de la izquierda. Los acontecimientos, cruces de reproches, mensajes cruzados se sucedían. No cesaron ni en Nochebuena. Se usaron palabras muy gruesas aquellos días.Iglesias salió victorioso de la segunda asamblea ciudadana de Podemos, ya en febrero de 2017. Y nos dejó la que creo que fue la última vez que se abrazaron, al menos en público pero intuyo que también en privado, Iglesias y Errejón.
Tres canciones se me vienen a la mente al recordar esta sucesión de hechos. Por un lado, los míticos Eskorbuto. Eran tiempos en los que se empezaba a barruntar que Podemos había perdido el rumbo original. Se hablaba, para criticar a Iglesias, que se había olvidado de los orígenes y que mucha gente había sido apartada de su lado. Los relatos, claro, difieren según quienes sean los protagonistas. El caso es que aquello de “cuidado, os avisamos, somos los mismos que cuando empezamos”, que cantaba la banda punk, cobró fuerza.
Y es que los equilibrios empezaban ya a ser imposibles. Como lo personal es político, también se dieron rupturas importantes en ese plano. Como cantaba Iván Ferreiro hace unos años en una ambigua canción y de múltiples interpretaciones. “Y yo siento que no voy. Que el equilibrio es imposible cuando vienes. Y me hablas de nosotros dos”:
Y claro, Madrid. Siempre Madrid como punta de lanza de todo. Del éxito sin precedentes de una candidatura como Ahora Madrid al origen y epicentro de la ruptura que luego sería definitiva. Y escenario de la despedida de Iglesias que ahora nos ocupa. Pongamos que hablo de Madrid.
2018-2019: moción de censura y Gobierno de coalición
2018 fue el año de (otro) momento histórico. Ocurrió a finales de mayo. Previamente el aparato del PSOE había perdido las primarias. “Con Rivera no”, gritaban los militantes socialistas a las puertas de Ferraz al encumbrar a Pedro Sánchez. “Cabrones, estas primarias las habéis ganado vosotros”. Es el mensaje que le mandó un dirigente del PSOE a Iglesias, tal y como él mismo contó en un mítin hace unos días. “Los números dan”, se hartó a decir Iglesias durante meses. Él también intentó una moción de censura contra Rajoy. El PSOE, que tanto se había negado a pactar casi cualquier cosa con Podemos, cedió. La moción salió adelante. Adiós Rajoy. Podría parecer mejor o peor la jugada, pero ganó Iglesias. Rosendo Mercado le dedicó a su barrio una canción llamada El Ganador, que viene al pelo. “Quítese la venda cuando tenga la ocasión, súbase la cuesta y si lo aguanta de un tirón, dé la vuelta al ruedo recogiendo la ovación”
Hasta esos momentos, Vox era una fuerza extraparlamentaria pero que comenzaba a tener cierta visibilidad y presencia. Su ascenso se confirmó en diciembre de ese mismo año en las elecciones andaluzas. Iglesias, tras los buenos resultados de la formación ultraderechista formuló una frase habitual en el movimiento antifascista: “Alerta antifascista”, dijo. Esas dos palabras, además, dan título a una conocido canción del grupo de hardcore Sin Dios.
2019 iba a ser un año intenso. Comenzaba con la consumación definitiva de algo que cualquiera que conociera el partido por dentro sabía que era inevitable. La ruptura total con Errejón. Surge, con el llamado “pacto de las empanadillas” entre el que iba a ser candidato autonómico de Podemos y la por entonces alcaldesa, Manuela Carmena. Madrid, siempre Madrid.
Fue año electoral también. Y de los grandes. Generales en abril. Autonómicas y municipales en mayo. Y repetición de las generales en noviembre. Iglesias seguía empeñado en que los números daban. No se bajaba de la idea de formar Gobierno de coalición. Se le criticó mucho aquello de que se pidiera los cargos primero. Pero luego dijo que si él era un obstáculo, no formaría parte de ese anhelado Gobierno. El resto, ya saben. Horas después de las segundas elecciones, las de noviembre, se firmaba un preacuerdo para el primer Gobierno de coalición de la historia de la democracia. Iglesias, vicepresidente.
Y claro, esa asociación, en principio imposible, tuvo que forzarse. No había mucha más alternativa. O como cantaba Evaristo, Socios a la fuerza.
2020: de pandemia y acoso
El histórico Gobierno no tuvo prácticamente tiempo de ponerse en marcha con normalidad. Llegó la pandemia. Iglesias llegaba a la vicepresidencia ya con una experiencia acumulada de casos judiciales abiertos (en 2017 hice un artículo contando que ya había por aquel entonces 14 querellas archivadas, luego perdí la cuenta) de campañas dirigidas, de insultos, de bulos…La situación se fue agravando con el paso del tiempo. Toda España pudo ver en directo durante días y días manifestaciones a las puertas de su casa. Intentaron tomar imágenes de dentro. Un tipejo que dice ser periodista está, por otra parte, pendiente de juicio por supuestamente acosar a sus hijos pequeños en busca de no se sabe muy bien qué. Otro tipejo que se dice periodista fue de forma chulesca al colegio electoral donde votaba Irene Montero para preguntarle dónde estaba su hija. Cualquier persona con un mínimo de honestidad debería reconocer que la campaña del odio y del acoso contra él ha sido evidente. Mediáticamente y socialmente. Y lamentablemente creo que han conseguido su objetivo. La figura de Pablo Iglesias despierta un odio difícilmente comparable a otros políticos. Su discurso de despedida fue en esa línea. Ya no suma. Se ha convertido en el “enemigo público número 1”, como cantaban los Cicatriz.
Y luego están los medios. Lo de “señalar” a periodistas. Se puede estar más o menos de acuerdo con la estrategia comunicativa que tiene Podemos. Sobre todo, si les es realmente útil para sus intereses hacer o decir ciertas cosas. Pero 7 años después, los llantos desconsolados por la libertad de prensa son sobreactuados e intencionados. Parece que por una ley de corporativismo no escrita los periodistas son (somos) intocables. Algunos no estamos en esas, y la mala praxis hay que denunciarla desde los propios compañeros de profesión. Porque nos están dañando a los demás. Los medios han sido un tema recurrente y troncal en la carrera política de Iglesias. Desde el principio hasta el final. Y claro, uno se vuelve a acordar de Evaristo. “Esta prensa, ¿quién la paga? Manipula la realidad, retocando, recortando, deformando la verdad”.
2021: el, ¿inesperado? adiós
Lo que llevamos de año lo tienen más fresco. Mientras se seguía lidiando con la pandemia, Iglesias sorprendió en marzo anunciando que abandonaba la Vicepresidencia para ser candidato en Madrid. El resto, lo conocen. La campaña fue intensa y comenzaba con una intensificación del antifascismo. En las palabras y en las calles. Para recuerdo simbólico, la imagen en Coslada mirando a la cara directamente a un grupo de neonazis que lo esperaba. Ese día tuiteó un clásico de Reincidentes con un mensaje claro: Nazis nunca más.
La culpa de todo, para mucha gente, la seguía teniendo Pablo Iglesias. Se ha confundido hasta la saciedad su responsabilidad y competencias con las residencias de mayores. Él, pese al desgaste, se lo ha tomado a broma en algunas ocasiones. Tirando de ese humor, los Def Con Dos le dedicaron esta canción.
Dicen los que más han estado cerca de él en los últimos tiempos que estaba cansado, que el desgaste personal era mucho. Y es que ante la deshumanización que la extrema derecha ha hecho de su persona, conviene recordar que ante todo es eso, una persona. Que ha formado parte de la historia. De nuestra historia. En solo 7 años. Tan joven y tan viejo, que cantaba Sabina.