Revista Diario

Los chistes de Dios

Por Eugenioolivares
A veces, Dios nos cuenta un chiste que entendemos y nos reímos. Un día vamos con toda la familia a una cena en casa de unos amigos. Se nos ha hecho tarde y estoy nervioso ("Otra vez llegan tarde los de siempre", dirán). Ya están todos dentro del coche y al ir a arrancar, el vehículo ni se inmuta; se ha quedado sin batería. La primera reacción es darse a todos los demonios. Después, entiendo el chiste: no pasa nada, ¿por qué doy tanta importancia a cosas que no la tienen?.
Pero en otras ocasiones, no entiendo los chistes que me cuenta Dios. "No lo pillo", le suelo decir. Y me acuerdo que cuando era pequeño, tampoco entendía muchos chistes que contaban los mayores. El motivo era sencillo: yo era un niño. Pasados los años, recordaba algunos y, al comprenderlos, soltaba una carcajada. Eran muy buenos, aunque no tanto como el que Dios me contó hace unos días y aún no he pillado.

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