Revista Cultura y Ocio

Los cinco grandes cafés literarios del mundo

Publicado el 25 marzo 2011 por Hellman
Los cinco grandes cafés literarios del mundo
Desde Borges hasta Saramago.
De taller en taller, primero como asistente y ahora como coordinador, he comprendido la fuerza inigualable de los cafés literarios. Las mejores charlas literarias se encuentran allí, en los bares, en las cantinas, en los cafés. Aquí los cinco grandes cafés literarios del mundo:
1. Gran café de Oslo
A pesar de ser lugar de encuentro d anarquistas y artistas plásticos que se escapaban de la Europa industrial, Henrik Ibsen fue su cliente más conspicuo. Llegaba siempre después del mediodía, pedía un sándwich y escribía. Tanto que pasar por el Grand Café y espiar al dramaturgo fue una atracción turística del Oslo de la época.
2. Le lapin agile de Montmartre
Antes de convertirse en el hogar de la alegre bohemia de Montmartre fue llamado Guarida de los Ladrones y El Cabaret de los Asesinos. A principios del siglo XX allí se encontraban Picasso, Braque, Modigliani, Gillaume Apollinaire y Max Jacob, entonces desconocidos.
3. Café Tortoni en Buenos Aires
Dice la leyenda que debe su nombre a un café en París que reunía a la élite cultural del siglo XIX. A partir de 1926 la Agrupación de Artes y Letras se congregaba en el subsuelo y por sus mesas pasaron Alfonsina Storni, Roberto Arlt, Ortega y Gasset y Jorge Luis Borges.
4. The Algonquin de Manhattan
En los años treinta, la primera camada de periodistas del New Yorker, su editor Harold Ross y escritores como la ácida Dorothy Parker se reunían en el bar del Hotel Algonquin, a pocas cuadras del edificio de la revista. Conformaron The Vicious Circle (el círculo vicioso), también conocido como la Mesa Redonda del Algonquin, famoso por sus almuerzos y borracheras.
5. The Foreign Correspondents Club en Hong Kong
Su inauguración en 1949 ha sido el lugar preferido de periodistas e intelectuales occidentals expatriados. El thriller de espionaje El honorable colegial de John le Carré ambientado en este bar, sin embargo, fue lo que lo convirtió en un mito literario.


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